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La Ciudad |Una historia bien platense

Walter Franceschini: “Capital Chica unió a mis padres, a mi mujer conmigo y es un eslabón social clave”

La vida de familias de varias generaciones a la par de una institución que hoy es un orgullo de Los Hornos. Lograron fundar su propia escuela primaria y el jardín de infantes. Las personas que fueron fundamentales en este camino, anécdotas y recuerdos contados por el presidente del club

Walter Franceschini: “Capital Chica unió a mis padres, a mi mujer conmigo y es un eslabón social clave”

Walter FRANCESCHINI EN EL FRENTE de LA SEDE AV. 66 EN LOS HORNOS, SU SEGUNDA CASA DESDE LOS 9 AÑOS / S. Casali

Leonardo Ale
lale@eldia.com

27 de Noviembre de 2022 | 02:56
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“Mi papá falleció cuando yo apenas tenía nueve años. Con el tiempo me di cuenta de la importancia que tuvo el club en mi vida. Me contuvo, fue un sostén y me inculcó valores esenciales”. Así describe Walter Franceschini lo que significa en su vida el Club Capital Chica de Los Hornos.

Varias generaciones pasaron por sus salones y recorrieron sus historiados pasillos, y todas ellas, de una u otra manera, son las que hicieron posible que el club ofrezca en la actualidad una variedad de actividades deportivas y culturales que lo convierten no solo en uno de los más tradicionales de la Región, sino también en uno de los más dispuestos a seguir creciendo.

El caso de los Franceschini y otras familias que desembarcaron en Los Hornos y transcurrieron su vida a la par de la institución de avenida 66, es el fiel reflejo -entre tantos- de voluntad, realización social y compromiso con el crecimiento de un barrio.

“Yo soy el presidente hace nueve años, pero llegué al club en 1967, mismo año que se funda otra institución de la zona, el club Comunidad Rural. Mi tío Anselmo Franceschini era presidente allí y mi otro tío, por parte de mi madre, que se llamaba José Martínez presidía en ese tiempo Capital Chica. Claramente vengo de una familia de dirigentes de clubes de barrio, pero sobre todo con un fuerte arraigo solidario”, arranca la charla el dirigente, mientras baja del baúl de su auto varias latas de pintura que recibió de una donación.

Ya sentados en la sala de reuniones del club, se suma a la mesa Alicia Jaca, pareja de Walter, que a su vez es tesorera de la institución y proveniente de una familia vinculada siempre al club. Alicia tiene 11 tíos, de los cuales 10 participaron en la comunidad del club. “Como los nuestros son decenas de casos. Actualmente mi vicepresidente es Nazareno Fanellli, una institución misma en Los Hornos. Y como ese caso otros tantos”, comenta, observando una de las fotos que decoran la sala.

Justamente uno de los tíos de Walter es Alberto Franceschini (hijo de Anselmo), quien desde hace más de 50 años de manera ininterrumpida ocupa cargos en las comisiones directivas y en cada aniversario de la institución el campeonato de fútbol lleva su nombre.

El vínculo que se forjó a lo largo de su vida con la institución es tan fuerte que trascendió el desarraigo. Hijo de Eleonor Savegnago y Florentino Franceschini, Walter trabajó durante 18 años en la casa de repuestos Nelson Oltolina, el ex presidente de Estudiantes. “El hecho de querer progresar me llevó a abrir la casa de amortiguadores y suspensiones en 22 y 44 que es donde trabajo hace ya 30 años. Cuando me casé me fui a vivir a City Bell. Mis tres hijas mujeres crecieron allí y forjaron su vida social allí. Si bien son socias, ellas no se vincularon. Sin embargo yo seguí viniendo todos los días al club”.

LOS PRIMEROS INMIGRANTES ITALIANOS

Los orígenes de muchas familias de la Región que llegaron desde Europa y se radicaron para siempre, también tienen un lazo muy fuerte con Los Hornos. Para los italianos, La Plata fue una ciudad convocante ya desde los primeros años.

Uno de esos casos fue el de los Franceschini y Savegnago. “La familia de mi bisabuelos paternos son la región italiana Lombardía y el origen de la mi madre de Veneto”, recuerda Walter.

“Mi bisabuelo -con mi abuelo Enrico Franceschinbi que tenía 16 años- llegaron en 1887 cuando La Plata tenía apenas cinco años desde su fundación. Mi viejo me contaba que siempre recordaban que La Catedral apenas tenía recién sus primeros cimientos y la base”.

En épocas en las que a aquellos inmigrantes que venían con lo puesto y se les ponía cuesta arriba afirmarse en estas tierras, en el caso de estas familias los rubros estuvieron repartidos.

“Los Franceschini estaban en la cosecha y se movían en tren ya sea en Córdoba, Santa Fe o el interior bonaerense. En aquellas épocas, gran parte de lo que era levantar el cereal, movilizarlo y cargarlo en bolsas demandaba una fuerte mano de obra humana”, recuerda quien hoy es cuarta generación de esa camada.

La otra pata familiar permaneció más afincada en estas tierras y encontró en el cordón frutihortícola platense su vocación.

“Mi viejo tenía camiones y transportaba la viruta de las carpinterías y los studs de caballos hacia los hornos de las fábricas de ladrillos. La viruta era un insumo principal junto al barro para hacer en esos años los ladrillos macizos”.

LADRILLO A LADRILLO Y EL ÚLTIMO HORNERO

Transcurría el año 1936 y los grandes carretones que trasladaban ladrillos para construir los edificios de la Ciudad solían hacer una parada (hoy sería un break) en un almacén de 66 y 173. El bodegón era propiedad de Pedro Gisande (abuelo de Walter, el ex presidente de Gimnasia), y su local constituía una posta obligada que servía de descanso en el trayecto hace “la capital grande”, o sea La Plata.

Esta parada, donde solían pasar la noche los rudos conductores de los carromatos, recibió en poco tiempo el nombre de “capital chica”. Luego, la tradición oral hizo el resto y el nombre quedó finalmente impuesto. Desde la fecha de su fundación, el 15 de octubre de 1936, el club fue ocupando distintos lugares de Los Hornos. De su primer emplazamiento de 66 y 173 llegó a radicarse, ya en el año 1950, en su actual sede ubicada en 66 entre 156 y 157.

De hecho, un artículo de EL DIA del año 1951 refleja cómo aquellos hombres de manos curtidas le pusieron el lomo a los cimientos de la sede. “Era gente que trabajaba en la construcción o en las quintas y luego de cumplir con su jornada laboral, se venían para lo que en ese entonces era este terreno baldío y se ponían a laburar en las paredes del club”.

Allí ocupa desde hace más de 50 años un amplio predio que comenzó con tres lotes paralelos y fue creciendo en espacios linderos hasta ocupar actualmente más de media manzana. Allí se realizan desde hace varias décadas actividades diferentes, entre deportivas, sociales y culturales. Capital Chica tiene hoy en día un salón de fiestas, buffet, comedor, canchas de fútbol y salón de deportes para sus más de 1.300 socios, de los cuales el 80 por ciento -entre niños, adolescentes y adultos- pasan por sus instalaciones varias veces por semana.

En ese lazo tan estrecho de Capital Chica con Los Hornos, uno de los dirigentes que participó activamente en distintas comisiones directivas fue el famoso Dardo Valentini, reconocido como el último fabricante artesanal de ladrillos.

Fallecido en 2020, tres años antes había cerrado el negocio de toda su vida. Nacido en 1932 en la casa familiar de 64 y 162, construyó su historia de vida en torno a la fábrica de ladrillos que supo tener en su época dorada hasta 100 sucursales en toda la zona. En esa vivienda tenía el horno su padre, Américo, nacido 1891. Su madre se llamaba Gina Pescetti y la familia la completaba Omar, su hermano, con quien hicieron la primaria en la Escuela 83, en 153 y 66.

AMOR A PRIMERA VISTA

Varias historias sentimentales y de amor tuvieron como escenario principal a la famosa pista de bailes de Capital Chica. “Mis padres se conocieron acá en el club, yo a mi primera esposa la conocí acá -señalando el escudo verde y blanco-. Con Alicia (la tesorera del club) estamos en pareja porque también comenzamos el vínculo acá. ¿Dónde sino? ¡Si estamos todo el día acá!”.

A medida que pasan los años se multiplican los casos en los que Capital Chica sirvió de punto de encuentro para forjar parejas que pasaron a ser matrimonios consolidados. “Vienen padres a traer chicos a practicar deportes y nos cuentan que sus papás se conocieron en el club”.

SANDRO Y LAS NOCHES DE AMANTES

Aquellos bailes que funcionaron como una especie de cupido y que oficiaron de testigos de esos flechazos amorosos fueron ganando popularidad y pasaron a ser bailantas de concurrencia masiva.

“Para que se den una idea, la Línea 7 llegó a poner en plena avenida 66 hasta 10 micros en hilera que prestaban el servicio para trasladar gente de distintos puntos de La Plata hacia el club. Era impresionante”, señala Franceschini mirando desde la oficina de Comisión Directiva hacia el salón de eventos de la sede.

Uno de esos casos es el de Oscar Farnocchia que en aquellos años vivía en la zona de 8 y 34 y se tomaba el micro hasta el club. Se casó con una hija de italianos, su amor también se ligó a los colores verde y blanco y durante tres décadas trabajó codo a codo con cada dirigencia. También fue fundador del Rotary Club en Los Hornos.

El escenario de Capital Chica albergó a artistas y orquestas famosas. Por allí pasaron Sandro, Palito Ortega y otros artistas de los más famosos que en su cresta de la ola pisaron Los Hornos a través del club.

EL ORGULLO DE CAPITAL

En los 86 años de vida que Capital Chica atravesó distintas generaciones de vecinos de Los Hornos, entre todas sus obras, sin dudas que hay una de las últimas que es la frutilla del postre, que representa el legado de esos viejos dirigentes: la construcción y puesta en funcionamiento de una escuela y un jardín de infantes.

“¿Ustedes son conscientes lo que significa que un club de barrio, con orígenes humildes y donde todo es a pulmón, funde un colegio?”, le pregunta este periodista al presidente. Franceschini se toma un segundo, toma un sorbo de agua fría y se señala sus ojos cargados de emoción: “Sabemos del esfuerzo, estuvimos acá, pero creo que la vorágine del día a día nos impide ser conscientes de hacer una escuela y un jardín”, suelta.

La escuela primaria comenzó en 2019 con tres grados. Actualmente tiene hasta el quinto y esa camada de alumnos podrá cursar el sexto año en una aula a estrenar que ya está lista y los espera en 2023.

A su vez, el jardín de infantes tiene las tres salitas (de 3, 4 y 5 años). En ambos niveles educativos, hay cursos en turnos de tarde y mañana. El jardín comenzó a funcionar en 2013 y sucedía que a los nenitos del barrio que egresaban se les hacía muy difícil conseguir colegio. Una cosa lleva a la otra y fiel a la historia que grabó y marcó a fuego ese sentido de pertenencia y compromiso con los vecinos, Capital Chica se propuso como un objetivo llegar a tener primaria. Desde dirigentes hasta padres coinciden que lo veían inalcanzable, pero mucho antes de lo previsto es una realidad.

“La idea del jardín comenzó con el cierre de uno en el barrio de Gambier porque tenían que entregar la propiedad. Tenían un montón de nenes que se quedaban sin nada. Eso nos tocó el alma. No fue una decisión fácil por la responsabilidad que implica, pero compramos (en referencia al club) una propiedad lindera y en 100 días ya teníamos al jardín funcionando”, cuenta.

Los fondos para afrontar las obras del jardín y el colegio, que para un club barrial representan una envergadura más que semejante, fueron todos genuinos y que se solventaron con aportes de bonos contribución, rifas, eventos y hasta venta de pollos a la parrilla.

Son las 12.30 del mediodía y el timbre que retumba en el patio anunciando el fin de la jornada para el primer turno del colegio, marca también el “pitazo” final de la charla. Apenas nos asomamos para bajar de la oficina de presidencia hacia al hall de entrada, una marea de chicos con uniforme gris y verde dominó la escena. “Por día, actualmente hay 500 chicos cursando en estas instalaciones. Sin duda no somos conscientes de lo que significa”.

Esta es la realidad de una institución que supo ser desde sus orígenes en el espíritu del compromiso y el empuje en aquel viejo almacén y que fue legado a sus actuales directivos. De allí, tal vez, que hoy en día Capital Chica sea una entidad que siga pensando a lo grande.

Capital Chica tiene 1.300 socios. El 80% realiza actividades cada semana en sus instalaciones

 

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Walter FRANCESCHINI EN EL FRENTE de LA SEDE AV. 66 EN LOS HORNOS, SU SEGUNDA CASA DESDE LOS 9 AÑOS / S. Casali

Dirigentes en una foto histórica. Arriba: Pedro Derde, Juan Ranieri, Héctor Flaim, Oscar Callegher, Ángel Benotto y Oscar Farnochia. Abajo: Armando Savegnago, Jorge Cadelli, José Martínez (presidente), Ricardo Sganzetta (socio fundador), Trento Crosta y Oreste Frontaloni / Gonzalo Calvelo

El recorte del diario EL DIA del 23 de enero de 1951, donde se daba cuenta de los inicios de Capital Chica

DESDE HACE CASI UNA DÉCADA, LA INSTITUCIÓN DE LOS HORNOS FUNDÓ SU PROPIO JARDÍN DE INFANTES

EN CADA JORNADA UNOS 500 ALUMNOS ASISTEN A CLASES en LAS INSTALACIONES DEL CLUB

Franceschini, “orgulloso” por el crecimiento de CAPITAL CHICA / S. Casali

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