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Macri juega con la expectativa de su candidatura para no perder centralidad

La movida del expresidente, entre recorridas por el Conurbano, mensajes internos y el cuidadode la identidad del PRO 

Macri juega con la expectativa de su candidatura para no perder centralidad

Macri, en una de sus apariciones públicas junto a seguidores / web

Mariano Pérez de Eulate

Mariano Pérez de Eulate
mpeulate@eldia.com

19 de Agosto de 2022 | 22:00

Mauricio Macri aceptó jugar la guerra de nervios que atraviesa al PRO. Es más: la incentiva. Cada vez que hace esas recorridas sorpresas por el Conurbano, en pose de candidato presidencial sin serlo oficialmente, manda mensajes internos. Que son ambiguos, es verdad. Pero que sirven para no alejarlo a él de la centralidad partidaria, como pretenderían algunos actores de peso de su espacio. Lo viene logrando, por cierto. Pudo ahuyentar -por ahora- la idea de una jubilación anticipada que le vaticinaban miembros importantes de Juntos por el Cambio, que insisten en resaltar el dato objetivo de que fue la cara de la derrota del 2019 como argumento para el retiro.

Quienes lo conocen aseguran que Macri no ha podido digerir una de las consecuencias de aquella caída electoral: que no perdió por paliza frente a Alberto Fernández (logró más de 40% de apoyo popular en la elección), logró una remontada notable entre las Primarias y la elección general pero, aún así, no pudo erigirse como jefe indiscutido de la oposición al triunfante Frente de Todos.
Probablemente esto sea así porque la derrota hizo que crujiera la alianza Juntos y los actores no macristas de la misma -básicamente, el radicalismo- empezaran a poner en duda el liderazgo férreo que sí ejerció Macri mientras ocupó la Casa Rosada.

La Pureza ideológica del Pro

Dicen quienes lo tratan mucho que la gran prioridad de Macri por estos días es bregar por la pureza ideológica del PRO, su creación política personal. Está obsesionado con el objetivo de que su partido -hoy presidido por Patricia Bullrich- no pierda esa identidad según la cual representa lo contrario del Frente de Todos. El cambio. Esa lógica se refuerza, se envalentona, por una coyuntura que arroja altos índices de rechazo social a la gestión de Fernández en todas las encuestas.
Aquella pulsión diferenciadora de Macri explica dos cuestiones internas muy comentadas.

Una: su irrupción volcánica en la vida política de Juntos en la Provincia, hace un par de meses, cuando hizo estallar una negociación que su gente venía manteniendo con el gobierno de Axel Kicillof para dar marcha atrás con la reforma del sistema jubilatorio del Banco Provincia, que había sido implementada durante la gestión de María Eugenia Vidal. Kicillof pretendía volver al esquema anterior, que para el macrismo duro es sinónimo de privilegios, pero necesitaba los votos de JxC en la Legislatura para lograrlo. Todo quedó parado. Ergo: Macri se salió con la suya.

Macri sería, además, muy crítico de cómo JxC facilitó en la Legislatura la designación del kicillofista Federico Thea en el estratégico Tribunal de Cuentas, un cargo vitalicio clave desde el que se controlan las cuentas de los municipios y la administración central. El ex jefe de Estado recoge letra envenenada de ciertos hombres que le responden -o que al menos escucha- en las cámaras, como el senador Joaquín de la Torre.

Dos: su distanciamiento con Horacio Rodríguez Larreta, a quien bien podría caberle el mote de co-fundador del PRO porque está con Macri desde el principio de los tiempos. El ex presidente es objetor intramuros de cómo el alcalde porteño manejó la cuestión de la cuarentena por el Covid-19 y de aquellas primeras semanas de la pandemia en las que Larreta conformó ese trío “del AMBA” con Kicillof y Alberto F. “Nunca debió confiar en ellos”, dicen que ha dicho Macri, que vio un cierto abrazo del oso en esa comunión que duró hasta que la Nación le quitó unilaterlamente a la Ciudad fondos de Coparticipación para dárselos a la Provincia.

Rodríguez Larreta, pre-candidato presidencial del PRO, ve ahora cómo su antiguo jefe resiste su intento de ascenso interno para convertirse en un par suyo, ya no en un empleado, de cara a 2023. Si el alcalde dice que un eventual gobierno futuro de la oposición debe incluir algo más que lo que representa Juntos por el Cambio, Macri desliza la idea de la pureza ideológica como valor central, entendida como un centroderecha con tips del desarrollismo clásico y cierto rechazo a la sobre “socialdemocratización” de la coalición opositora.

Todas las encuestas le dan a Macri niveles de rechazos relativamente altos. En algunas, va mejorando en la medida en que cae el Gobierno. Le va bien en Córdoba, la provincia que lo hizo presidente. Lo más duro, en términos de inserción social, es el Conurbano. Probablemente la zona que más sufrió el desmanejo final de la economía en su mandato, con alta inflación (50% anual), pobreza (35%) e indigencia (8%). Es el lugar del país en el que el kirchnerismo es más fuerte, en especial en la Tercera Sección Electoral.
Aún así, Macri está recorriendo el Gran Buenos Aires. Estuvo en Lanús, San Miguel, Ituzaingó, Tres de Febrero e incluso visitó La Plata. Sale a caminar con un imaginario termómetro, para medir la adhesión social, más allá de que los referentes locales que le arman las bajadas difícilmente lo lleven a una zona hostil. En cierta forma, Macri está buscando su rol para los próximos meses. ¿Candidato a presidente otra vez o gran elector de Juntos?

La oferta electoral de Juntos

En verdad, por estos días el principal activo político que tiene el ex presidente para incidir en la conformación de la oferta electoral de Juntos, en el eventual armado de un equipo de gobierno en 2023 de la ahora oposición e incluso en el rumbo que tome ese hipotético “team”, es la expectativa de que él será postulante a la presidencia en el próximo turno. La tesis de la no jubilación, digamos. Más allá de lo que, efectivamente, haga después.

Es una necesidad política y, en cierta manera, una debilidad: necesita que se instale la idea de que puede llegar a ser candidato, a pesar de que eso demore el ascenso de Larreta o de Bullrich, ésta última más cercana a su pensar. Aquella figura de salir con el termómetro acaso denote que es consciente de sus -por ahora- limitaciones en términos de imagen.

“Macri puede ser candidato pero, a los números de hoy, no es el que garantiza el mejor resultado para Juntos por el Cambio”, sintetiza el politólogo Lucas Romero, de Synospis Consultores.

El ex presidente se seguirá moviendo. Y continuará jugando al misterio, a la ambigüedad. Un hombre que lo acompaña en sus recorridas por el Conurbano contó a este diario una frase que Macri deslizó en la intimidad: “Para que apurarme a definir ahora si hay tiempo hasta fines de mayo”. Es cierto: en junio del año que viene deberían presentarse las listas para las Primaria de agosto.
 

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