Messi, telonero de U2

Los insultos y la locura de los últimos días por juntarse el recital esperado por meses de U2 con el definitorio partido de la Selección, en las horas previas se calmó cuando trascendió que habría una pantalla para ver el partido, y que Bono y sus muchachos atrasarían su show.

La gente fue entrando como cualquier otro recital sabiendo que muchas emociones se sucederían.

A las 19, Noel Gallagher arrancó lo suyo (antes había pasado la buena y ascendente banda santafesina Joystick). A pesar de disfrutar del ex Oasis, en la atmósfera había ansiedad. Camisetas de Argentina le iban dando clima de partido.

“Poné el partido...”, cantó un grupito desde un costado, entre un tema y otro. Claro, en la pantalla se veía la imagen de Gallagher. Eran las 20:21, el músico hizo alusión al partido pero tocó una más y cerró su show 4 minutos después.

Se prendieron las luces y se veían camisetas celestes y blancas por todos lados. A las 20:30 en punto la multitud explotó con la primera imagen del partido, que se seguiría por la pantalla de la TV Pública.

Silencio total tras el gol ecuatoriano y las primeras puteadas ante las infracciones locales. Pero los goles de Messi empezaron a llegar y enseguida se escuchó el “Vamos, vamos, Argentina...”. Mientras tanto, se ajustaba todo en el escenario para los irlandeses.

Juan Pablo Varsky (comentarista de la transmisión) nombró al público que estaba en el “Ciudad de La Plata”, y la gente volvió a estallar. “Dale”, “Cambiala”, “Salile”, “Cortalo ahí”, eran los gritos.

Aplausos para el final del primer tiempo. Una tensa calma siguió con la gente sentada en el piso y festejos por los goles de Brasil.

En el complemento siguieron los gritos. Los cantitos. Los abrazos de gol con el desconocido que estaba al lado. “Olé, olé, olé, olé, Messi, Messi...”, retumbó, y le siguió, “Argentina, es un sentimiento, no puedo parar...”. Era una fiesta.

De repente se apagaron las luces y a las 22:24, arrancó U2 con “Sunday bloody Sunday”, y Bono bromeando con los goles de Messi...

A partir de ahí, empezaría la otra fiesta.