Soplan vientos de cambio en un nuevo Lobo que empezó con el pie derecho

Por NICOLÁS NARDINI
nnardini@eldia.com

El fútbol de Gimnasia tuvo su punto de inflexión en la tardecita del Bosque. La lupa posaba sobre Facundo Sava, otrora ídolo indiscutido del pueblo mens sana y hoy su flamante entrenador. El Colorado llegó tras el inconcluso ciclo de Mariano Soso, que había desembarcados en el club con ínfulas de generar poco menos que una revolución en las huestes albiazules y se fue sin pena ni gloria en un verano particularmente agitado por el inesperado portazo del rosarino que inició su labor en el fútbol grande de la argentina con un desplante que descolocó a propios y extraños.

Con menos vanidad que su antecesor, Sava, hombre con más espalda en el mundo del fútbol que su antecesor, puso manos a la obra albergando más espacio para la ilusión que para las quejas por las deficiencias estructurales del fútbol profesional tripero.

Esa energía positiva que irradió el Colorado desde que se hizo cargo del primer equipo mens sana, se vio reflejada en parte en la producción de sus dirigidos en el debut oficial en 60 y 118 en este nuevo almanaque.

¿Deslumbró la producción del nuevo Lobo? No. ¿Dejó espacio solamente para el elogio? No. ¿Mostró un camino distinto con una idea palpable y distinta respecto de lo que se venía viendo? Sí, porque el Lobo cambió radicalmente su diseño táctico y fueron más los aspectos positivos que los negativos en la primera entrega “por los porotos” de la escuadra del Colorado.

La gente se fue del Bosque sabiendo que se puso en marcha algo distinto. Este es otro equipo, aún con evidentes carencias, pero con otra matriz en la comparativa con aquel 2017 que concluyó con un Gimnasia ganado por la confusión.

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5-1-3-1, EL DIBUJO CON QUE PARTIÓ

La nave del Colorado partió con un dibujo táctico innovador: 5-1-3-1 fue la figura, aunque con una cierta flexibilidad, que dependió de la tenencia (una cosa fue con el balón bajo su dominio y otra cuando el útil estuvo en poder del huésped) de la pelota.

A la hora de defender, Gimnasia contó con tres zagueros en línea y dos laterales-volantes cuya misión pasaba por desdoblarse en menesteres ofensivos y de contención.

Oreja a la derecha, Coronel al centro y Alderete a la izquierda, más Bonifacio (el mejor de Gimnasia con una notable capacidad para desnivelar por velocidad y potencia) pegado a la banda derecha y Nicolás Colazo en el extremo izquierdo con ida y vuelta y libertades para pisar el área (como en la acción preparada del segundo gol tripero).

En la zona media, quizás, se vio el punto flaco del nuevo esquema: es que Rinaudo actuó como único volante neto de contención y esta dispositivo conspiró contra Fito, quien aún desdoblándose y poniendo en el campo una dosis extra de sacrificio, tuvo problemas al quedar en inferioridad numérica -muchas veces- contra los medios de Central. El volante central tripero se le hizo inmenso el sector que le tocó cubrir, que fue literalmente toda la franja media, con Dibble, Alemán y Faravelli varios metros por delante suyo.

El Lobo descolocó a Central con la presión inicial. El gol de Bonifacio fue a los 42 segundos

El único punta neto fue Franco Niell. El “Enano” se cargó al hombro todo el frente de ataque, la función para la que más capacitado está por su movilidad e inteligencia. Tuvo buenas y malas, pues la empresa no era fácil, pero como conclusión lo suyo fue positivo, incluso con una intervención determinante en la factura de la primera emoción que ganó la tarde del Bosque.

DE LA EXPLOSIÓN AL CANSANCIO...

La primera media hora de Gimnasia fue de lo mejor. Los de Sava lucieron compactos, explosivos y con determinación para cubrir los espacios en bloque, con una presión asfixiante. En ese lapso llegaron los goles y las mejores situaciones de gol.

Al grito tempranero de Bonifacio, se le sucedieron las chances de Niell, Faravelli y Dibble, hasta la segunda emoción en los pies de Colazo, con una manufactura craneada en la intimidad de Abasto , con reminiscencias del más puro estilo Griguol: le sacó jugo a la pelota detenida. Hubo arrastre de marcas dentro del área, distracciones y, tras ello, el ingreso franco por el segundo palo de Colazo para enviar la pelota a la red.

La ventaja de dos goles duró poco por obra de la visita y deficiencias propias de los del Colorado. Gimnasia cedió tenencia y terreno, al tiempo que sufrió muchos los costados, situación de cierta paradoja si se tiene en cuenta que la línea de cinco en el fondo, entre otras cosas, debería garantizarle solidez por los extremos.

BAJÓ EL RITMO

Gimnasia no pudo sostener el vértigo ni el ritmo del inicio. Central lo puso en apuros y hasta estuvo cerca de empardar la historia. Sin embargo, pese a esos riesgos, el balance del debut del Colorado le deja un saldo a todas luces positivo a un Gimnasia que venía sumido en la confusión táctica y que en este nuevo ciclo evidenció un paso adelante en ese sentido. La victoria fue un punto de partida. Desde ella, ahora tendrá que ajustar infinidad de cosas para convertirse en un ciclo confiable. Ya encontró el camino a seguir, que no es poco.