La intuición y la osadía de Troglio lo condujeron hacia otro acierto resonante

Pedro Antonio Troglio acumula en su rica personalidad rasgos que lo ubican, más que a otros directores técnicos, en un lugar donde las comparaciones no surten el efecto deseado. Guste o no su estilo para conducir a un plantel de futbolistas profesionales, nadie discute que ofrece una impronta original y fácil de reconocer.

Carismático, seductor, fácil de abordar para cualquiera que se le acerque, aquel gran futbolista que ya juega tendrá para siempre una ligazón especial con el azul y el blanco de Gimnasia. Este, su tercer ciclo como DT en el club que le tatuó la piel, nació, propio del desgaste que genera el universo del fútbol, dividiendo “aguas”, marcando severas diferencias entre adeptos incondicionales y los más ácidos críticos. Troglio regresó a la escena cotidiana “tripera” sabiendo perfectamente que iba a recibir caricias y palos, pero jamás indiferencia.

El Lobo se mostró en el campo como un puño apretado, una comunión sellada por voluntades

Volvió al “Lobo” con la meta clara de lograr la permanencia en el máximo escalón del país. Y ahí anda... ganando y perdiendo sabiendo que la pelea es dura, pero sintiendo que hay otros equipos, varios, bastante más complicados en esta lucha por no descender.

Después de la derrota ante Vélez, Gimnasia fue muy criticado por su casi nula generación de juego mínimamente asociado (tema recurrente en lo que va del segundo semestre), aunque su dedicación para hacerle difícil cualquier intento ofensivo al rival lo mostró como un equipo incómodo para cualquiera. De hecho, nadie lo ha goleado y la suma de los azotes recibidos en su arco es para nada alarmante. Ese concepto de “equipo molesto” pareció poca cosa en el océano de fastidio que desató la caída en Liniers; sin embargo, aquella virtud creció de un modo muy elogiable el último sábado, cuando venció a Boca con total justicia.

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Aquello que pareció una locura, que despertó brutal asombro y encendió feroces críticas en los días previos al gran choque, se le ocurrió a este entrenador tan verborrágico como pasional que encuentra en la intuición y en la osadía aliadas con las cuales se siente muy cómodo.

¿Para qué se la va a jugar tanto con ese chico Comba que en Tucumán ni siquiera pudo involucrarse en el trámite del partido? ¿Por qué no va a lo seguro? ¿Y qué es lo que te da la certeza de poder hacer un buen partido ante varias de las figuras del bicampeón reinante? Nada brinda garantía de triunfo en el apasionante mundo de la pelota y, por eso, Troglio se la juega por lo que cree mejor. Muchas veces lo gobiernan sus pálpitos y siempre lo empuja la convicción de que ser entrenador hoy es lo que mejor sabe hacer.

Puso nomás a Maximilano Comba para que corriera por toda la banda derecha, y también definió devolverle a Horacio Tijanovich el DNI de delantero. Esto último hizo mucho menos ruido que la decisión de darle la segunda oportunidad como titular a un joven que no había mostrado absolutamente nada en su debut. ¡Justo contra Boca, en el Bosque, después de perder y escuchar diagnósticos devastadores sobre el funcionamiento ofensivo! ¿Cómo se la iba a jugar tanto? ¿Está loco? A la vista de muchos parecía un auténtico disparate.

No hace falta repetir lo que ya se ha contado con lujo de detalles en tantas páginas de este diario. Gimnasia fue un equipo solidario y criterioso que se impuso casi naturalmente ante un apático conglomerado de apellidos famosos, excelentes jugadores que no transitan su mejor época y un par de jóvenes con futuro promisorio. Esa fue la gran diferencia. El “Lobo” se mostró en el campo como un puño apretado, una comunión sellada por voluntades solidarias; nada perfecto, pero un equipo. El poderoso huésped, apenas deslizó una intención de querer ganar desde los destellos individuales. Fue lógico que pasara lo que ocurrió.

Horacio Tijanovich, como atacante puro, jugó un partidazo, mientras que el pibe Comba dentro de algunas décadas les contará a sus nietos que un sábado de octubre de 2018 hizo el gol que le regaló a todo el pueblo gimnasista una alegría mayúscula.

En toda esta historia dulzona Pedro Antonio Troglio tuvo mucho que ver. Metió un “pleno” millonario. Nos tapó la boca. Su fina percepción en la semana lo condujo hacia el portal del éxito. Una vez más, se dejó llevar por lo que sentía en el pecho y terminó sonriendo como un chico. ¿Es un buen técnico o a veces tiene excelente suerte? La respuesta la tiene cada uno. Troglio es como le sale y, la verdad, así le va bastante bien.