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La movida, de raíz latinoamericana pero que suma mixturas del tango, el folclore y el rock, poco a poco gana la escena local
LA DELIO VALDÉZ. La orquesta se presenta a todo ritmo en el Galpón de las Artes. (Gentileza de Cultura Cumbia)
Yael Letoile
Cae la tarde sobre el Galpón de las Artes, en 13 y 71, donde funcionaron los talleres del viejo tren provincial. El aire se torna dulzón. Jóvenes de alrededor de 30 copan todos los espacios: en el playón verde hacen ronda y se pasan cerveza y cigarrillos armados; piden bondiola o chori en los puestos de comida, y, en el gigante de chapa oxidada que después explotará al ritmo de La Delio Valdez, se mueven al ritmo de DJ Gurú y su remix de cumbia peruana. Arriba, como colgado del cielo, un cartel de neón da la bienvenida: Cultura Cumbia.
Desde hace unos años, la ciudad –habitual cantera de bandas de rock independiente–produce grupos que fusionan distintas variedades de cumbia con otras músicas populares como el tango, el folclore y el rock. Agua Sucia y Los Mareados, Cachitas Now! y De Mochilas, pero también La Chicharata, Me lleva La Jarana, La Santa Juana y siguen los nombres, forman parte de la creciente escena local que dialoga con lo mejor de la tradición tropical de América Latina.
En los múltiples escenarios suena el legado de Los Wawancó, la formación de estudiantes universitarios platenses venidos de Colombia y Perú, que popularizó hitos del repertorio tropical como No te vayas corazón, Villa cariño y La banda está borracha, entre otros grandes éxitos.
El circuito, que retomó la extinta costumbre de los conciertos bailables, se basa fuertemente en el trabajo organizativo de las propias bandas, ya que además de tocar, logran impulsar proyectos culturales, festivales y ciclos que mantienen vivo el espíritu festivo latinoamericano.
Así las cosas, en La Plata, la nueva cumbia no es de bailanta ni cheta: sino emergente, diversa y autogestiva. El público, mayormente estudiantil y de los barrios, se menea al ritmo del güiro y los timbales.
Pablo Lima (35) usa rastas y siempre va vestido con camiseta de fútbol, gorra y zapatillas.
“La cumbia sucia es mezcla de tango y cumbia villera, géneros que nacieron en las mismas calles”, define el líder de Agua Sucia y Los Mareados un rato antes de subirse al escenario de Guajira, un templo del rock devenido en peñón tropical.
Hay tres clases de cumbia: la bailanta o tradicional, la pop o fiestera –de Los Totora y Agapornis– y la emergente, que mixtura la cumbia de raíz latinoamericana con otros géneros. “Hay mucha gente del rock y del folclore que está mezclando con este ritmo”, asegura el músico.
Lima venía de otro proyecto, La emporio tropical, y empezó a tocar el bandoneón. Entonces, convocó al Chino García Márquez, que hace teclados y es el único del grupo con formación musical. Después se sumaron los demás: Zorro Pretti (guitarra), Angel Méndez (bajo), Cristian Arias (octapad), Yamil Maciel (timbales) y Tito Maggiani (güiro).
El debut fue en 2015, en Lucamba bar, y desde ese día a la gente le interesó mucho la propuesta, asegura el cantante. “Me crié en los bailes, con la cumbia villera”, describe Lima con la medalla del Gauchito Gil colgada del cuello: “mi viejo escuchaba tango y entonces sumé el bandoneón en vez del acordeón que era lo más natural”.
Si algo faltaba para sonar distinto, la poética de barro y paredes de chapa de Pablo y el Chino, completaron el ADN barrial, cumbiero y melancólico.
“La cumbia siempre fue romántica o testimonial, pero el nuestro es un espíritu contestatario, el micrófono es un medio de comunicación”, se entusiasma el cantante, y reconoce: “Encontramos la identidad antes que la sonoridad”.
¿El mayor logro del grupo? Haber podido integrar los públicos -la barriada y los estudiantes de clase media -, y establecer mínimas pautas de trabajo: gratis, ya no tocan más. Irrumpe Lima padre regalando sonrisas a todos. Los músicos lo saludan, beben cerveza y siguen juntando ganas de tocar. “Pone que mi viejo es lo más grande que hay”, pide Pablo, “él me crió y con 67 años nos sigue todos lados, es lo más”. Hecho.
Cachitas Now! nació en 2013 como grupo de folclore y, al principio, se presentaba en peñas. Sus integrantes, todas chicas estudiantes de música provenientes del sur del país, se conocieron casualmente en la Facultad de Bellas Artes. Al finalizar los shows, el público pedía más, quería bailar y entonces ellas versionaban algunas cumbias. “Porque la cumbia es parte del folclore”, define Neolia Sinkunas (30), tecladista y una de las fundadoras de la banda.
A diferencia de Agua Sucia, el sonido fue armónico desde los comienzos debido a la formación académica de sus integrantes. Perolograr una identidad como la que tienen hoy les costó más. “Surgían diferencias en los objetivos. Nos llamaban de la marcha del orgullo gay y había a quién no les gustaba”, dice hoy Sinkunas, media cabeza rapada y un jopo decolorado peinado al costado: “No teníamos claro hacia dónde queríamos ir”.
El grupo sonaba bien en su primera formación pero el sonido buscado llegó con Yuli Llancafil Williamns, en voz y guitarra; Meli Montejano, en bajo; Guadalupe Mambrín, octapad; Sinkunas en teclados, y, el último en sumarse, Jonás Gómez, en güiro. Hay reminiscencias de la gran Lía Cruset en la voz grave y varonil de Melisa Lobos, un tono que remite también a otras consagradas del género: las Kumbia Queers.
Las letras propias redondearon su identidad “cachita”, es decir, no femenina. En Soy, el séptimo track de su disco Cumbia Degenerada, dicen: “Como le digo a los demás que yo no soy ese cuerpo/ que es una mentira real/ alguien lo entenderá / Sigo aquí atrapada en esta piel, quiero que me traten como él/ quiero que me llamen como él”.
Así, las dudas iniciales se extinguieron como los dinosaurios. El grupo maduró hacia un mensaje con perspectiva de género, sin necesidad de ser explícito. “Venimos de la facultad y queremos contar nuestra realidad, cómo vivimos la sexualidad, cómo se posiciona la mujer”, declara Sinkunas, “usamos el lenguaje de la música como una herramienta para decir algo desde la metáfora. No decimos patriarcado, feminismo o revolución, pero contamos situaciones cotidianas en ese sentido”.
Un día cualquiera de 2011 estaban ensayando en una casa de musiqueros de Tolosa cuando cayó el Negro Ale Romero – conocido en el medio como DJ Gurú- con el disco Roots of Chicha, cumbias psicodélicas del Perú. “Ahí arrancó todo”, coinciden hoy los miembros de De Mochilas, “primero improvisamos y cada uno le ponía algo: un poco de Mamá África de Chico César, Santana, algo de reggae; muchas cosas dentro de una bolsa; eso es De Mochilas”.
Hay aire caliente, caras sudadas y un clamor general por terminar el ensayo. En una vieja casona de la ciudad, con el otoño haciéndose desear, Barbie Restivo le pone voz a los temas de Oleada, el primer disco la banda.
El resto del team lo integran: Tomas Lupo, bajo; Paulo Rusito Franccese, guitarra; Nicolás Orfano, Guitarra, Negro Ale Romero, timbales; Ezequiel Ruiz, congas; Francisco Castillo, Güiro; Darío Cazagna, bongo; Oscar Luna, saxo; Ezequiel Pieroni, trombón y Bruno Piedrolivo, trompeta.
Arrancaron tocando versiones de Los Mirlos y Los Destellos, los afamados peruanos creadores de la cumbia amazónica y de la fusión entre la cumbia y el rock instrumental a fines de los 60’, y después se lanzaron a hacer canciones propias.
¿Cómo se instalaron en la escena local? Los De Mochilas son intuitivos y creen que tuvo que ver con el auge de la cumbia colombiana y peruana. “Lo nuestro es la chicha, que surge cuando los yanquis fueron a Perú y le metieron distorsión a la cumbia”, explican, “después tuvo que ver la aparición del cumbión, el grupo de Cultura Cumbia y también que hay momentos donde los estilos pegan”.
Y si Agua Sucia retoma el tango y Cachitas el folclore, los De Mochilas abrevan en el rock.
El ensayo termina, algunos enfundan sus instrumentos y se van sin mayor trámite. El resto se hace un tiempo bajo el gran alero de la casa “chorizo” para contar lo que hacen. Hablan de la búsqueda artística; del existencialismo de las letras; de nunca volver a hacer covers en fiestas para sobrevivir. De golpe, reviven el día que “rindieron cumbia chicha con 10” en un mismo escenarios con sus ídolos. Fue el 14 de abril de 2016, estaban ellos, La Delio Valdez y, llegados del Perú… Los Mirlos.
La cumbia emergente surge hace una década en una línea geográfica que va desde México hasta América del Sur. En Argentina, busca reconciliar todas las vertientes del género: desde la clásica o romántica de Los Cartageneros, pasando por la cumbia villera de los Mala Fama, hasta la de los cafeteros de La Delio Valdez.
A nivel local, alguien recordó por ahí a las platenses Les Minon, un grupo de chicas que a principios del milenio y mucho antes del Ni una menos ya versionaban La cosecha de mujeres de Los Wawancó como reivindicación social y cultural.
La cumbia emergente es además autogestiva: supone mayores niveles de decisión de los músicos sobre el proyecto musical y, al mismo tiempo, más trabajo en aspectos que exceden los shows y se vinculan con la producción de la movida cultural.
En La Plata, una de las organizaciones que promueve fuertemente la escena tropical es Cultura Cumbia, prima hermana de la productora Medio Limón, que existe desde 2007, y que tomó impulso al recibir financiamiento de un fondo de cooperación internacional de países de Iberoamérica para la promoción de la música popular.
“Nos financiaron un festival. Trajimos bandas de Colombia, Chile, Perú y nos sirvió mucho para generar un proyecto que recupere la cumbia como parte fundamental de la cultura de América Latina, que tiene que ver con un modo de hacer música pero también de bailar y de vivir”, explica Oscar Benítez, integrante del grupo.
“A partir de ahí desarrollamos un proyecto que impulse la escena tropical pero no como algo loco, desconectado de la cultura popular, sino que uniera todas las tradiciones”, cuenta. Paralelamente, organizaron charlas con referentes de cumbia emergente de Perú y Chile y, desde 2013, organizan el mega festival de Cultura Cumbia en el Galpón de las Artes, cuya quinta edición se realizará este año a fines de noviembre.
LA DELIO VALDÉZ. La orquesta se presenta a todo ritmo en el Galpón de las Artes. (Gentileza de Cultura Cumbia)
Los De Mochilas y su viaje a la cumbia chicha peruana
SUCIOS. El tango y la cumbia villera nacen en las calles como el agua sucia. (gentileza de la banda)
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