La Tercera, donde el peronismo busca sacar la diferencia para ganar en primera vuelta

Son algo más de cuatro millones y medio de votos repartidos en 19 municipios, desde La Matanza a Punta Indio y desde Lobos a Berazategui, un territorio donde conviven algunas de las villas más grandes del país, barrios cerrados, populosos sectores urbanos y, también, un voto rural.

En la Tercera sección electoral, que agrupa a los distritos del sur del Conurbano, el kirchnerismo busca obtener la diferencia de votos que le permita imponerse en las próximas elecciones de PASO del 11 del agosto por una diferencia de más de cinco puntos en la provincia de Buenos Aires. En algunos de esos distritos, como La Matanza o Avellaneda o Almirante Brown, Cristina Fernández tiene niveles de imagen positiva que superan el 60 por ciento. Y como contracara, la figura de Mauricio Macri genera altos niveles de rechazo.

Todos los analistas coinciden. El peronismo va a volver a imponerse el próximo 11 de agosto en el global de la Tercera. El dilema es por qué margen. Y la gran pregunta, a esta altura, es qué peso tendrá la figura de María Eugenia Vidal, el principal activo electoral de Cambiemos. ¿Logrará la presencia de la gobernadora bonaerense en la boleta equilibrar un poco esa pulseada desigual?

El Frente de Todos, que controla la enorme mayoría de las intendencias, aspira a mejorar la performance de 2017, cuando le sacó 11 puntos en la Tercera a Cambiemos, pero también la de 2015, cuando la diferencia a favor de Daniel Scioli por sobre Mauricio Macri fue de más de 15 puntos. El entusiasmo se sustenta sobre la intención de voto en municipios de los más populosos de todo el Conurbano, como La Matanza y Lomas de Zamora.

“Acá el voto bronca contra Macri se va a hacer oír. Hay mucho malestar y la recesión se siente fuertísimo”, asegura un dirigente del peronismo de Almirante Brown, donde el intendente Mariano Cascallares se prepara, según los sondeos que manejan en el peronismo local, para ganar la reelección por un margen de más de 25 puntos por sobre su adversario, el macrista Carlos Regazzoni.

Cascallares forma parte del grupo de intendentes de la Tercera sección electoral que aunque fueron críticos del kirchnerismo entendieron que alineados a Cristina Fernández son casi imbatibles electoralmente. Martín Insaurralde, de Lomas de Zamora y Fernando Gray, de Esteban Echeverría, forman parte de ese sector. Entre los tres distritos, que además limitan entre sí, suman casi dos millones de habitantes. Y en los tres, las encuestas marcan panoramas similares: niveles de intención de voto para Alberto y Cristina Fernández que superan los 50, 52 puntos. Y a Macri ubicado en torno al 25 por ciento.

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En La Matanza, que tiene un padrón electoral de más de un millón de habitantes, superior al de muchas provincias, el panorama es similar. “En el fondo, hay tanta diferencia que la campaña hasta se podría decir que viene tranquila”, explica un dirigente peronista que recorre todos los días los distritos del sur del Conurbano. Algo similar ocurre en Avellaneda, donde si bien la candidatura del radical Luis Otero movió el avispero, el intendente K Jorge Ferraresi parece tener el camino allanado a la reelección.

PERDER POR LA MENOR DIFERENCIA

En la vereda de enfrente, los armadores del oficialismo trabajan para achicar esa brecha todo lo posible. En ese territorio hostil, perder por poco margen es clave que Juntos por el Cambio alimente sus chances de terminar ganando la Provincia en la pelea de fondo de octubre.

Desde las elecciones de 2015 hasta acá corrió mucha agua bajo el puente. En esos comicios, empujado básicamente por el “huracán Vidal”, Cambiemos logró imponerse en algunos distritos del sur del Conurbano con fuerte tradición de voto peronista, como Lanús y Quilmes.

Hoy, para Juntos por el Cambio, el objetivo declarado es “levantar la vara”. “El parámetro que tenemos son las elecciones anteriores. En 2015 sacamos 30 puntos. En 2017 crecimos dos. Si ahora logramos subir aunque sea un punto, el objetivo está cumplido”, dice un armador del oficialismo en el sur del Conurbano.

Aunque en el gobierno bonaerense aseguran que la calle muestra “un mejor clima”, fuera de micrófono reconocen que la pelea en el sur del Gran Buenos Aires es cuesta arriba. “Si la recuperación económica llega, va a demorar más tiempo en sentirse”, explican.

Por eso, todas las fichas están puestas en el efecto de la polarización. “El voto del medio, el que iba a otras opciones, está desdibujado. Nosotros tenemos que ir hacia esos votantes nuestros que están desencantados. Las PASO son una herramienta en nuestro objetivo, que es seguir juntando a todos los que no quieren a Cristina. De agosto a octubre la polarización va a crecer y eso nos beneficia”, dicen.

Con un escenario complejo en buena parte de los distritos, los esfuerzos están concentrados en retener los propios. Sobre todo Quilmes, donde el intendente Martiniano Molina arrancó con una gestión errática y que en el último tiempo fue apuntalado con obras por el gobierno nacional. Lanús, en tanto, es “la joya” de Cambiemos en la Tercera. Todo indica que Néstor Grindetti no tendrá complicaciones en reelegir.

En Lanús, justamente, desembarcará Vidal en las próximas semanas, con un acto “360” que reunirá a todos los referentes y candidatos de la Tercera. En la Gobernadora están cifradas las esperanzas del oficialismo. “Creemos que se va a repetir el alto nivel de corte de boleta de 2015”, confían.

Cambiemos se aferra a la esperanza de seguir achicando la diferencia con el PJ