Amalia: la futura reina de los Países Bajos comienza a mostrarse

Desde las cero horas del pasado martes 7 de diciembre los Países Bajos tienen una heredera por derecho propio y sin necesidad de tutelaje: Catalina-Amalia Beatriz Carmen Victoria, princesa de Orange, ha alcanzado la mayoría de edad al cumplir sus primeros 18 años. Deseamos larga vida a su padre, el rey Guillermo Alejandro, pero en caso de que algo le sucediera, ella se convertiría automáticamente en reina.

Amalia conjuga la simpatía de su madre con la determinación de su padre

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Podrían sus padres, incluso, engendrar varones y ella no perdería su estatus ya que la ley semisálica, aquella que da preferencia al varón por sobre la mujer, hace años que fue derogada y actualmente hereda el primogénito sea del sexo que sea. Tampoco perdería su condición de heredera si decidiera casarse con una persona del mismo sexo. Los Países Bajos fueron los primeros en declarar como válido el matrimonio igualitario y el primer ministro Mark Rutte aclaró hace pocos meses que si la princesa solicitara hoy permiso para casarse con una mujer, el parlamento aprobaría el matrimonio sin chistar y que analizaría los métodos de fertilización como para que pueda engendrar ella misma un heredero. Incluso podría celebrar una boda eclesiástica con toda la pompa ya que varias de las comunidades de la PKN, la iglesia protestante de los Países Bajos, lo permiten. O sea que nada, salvo lo inesperado, alejará a Amalia, como se la conoce, del trono.

Fotos inéditas del álbum familiar de la princesa de Orange

Recordemos que el embarazo de Máxima se anunció, con gran alegría, el 18 de junio de 2003, un año y cuatro meses después de su boda con el príncipe Guillermo Alejandro. Aún reinaba Beatriz, su suegra, y el joven matrimonio gozaba de cierta tranquilidad. El pueblo holandés estaba encandilado con esa rubia llegada de los mares del sur que en pocos meses no solo había aprendido neerlandés sino que parecía que toda su vida había navegado por fiordos y comido bitterballen. Y más la amaba ahora que iba a darle un heredero al reino.

Fue en esas circunstancias en que Máxima metió la pata por primera vez. Hace 18 años los gobiernos no tenían tan afiladas las cuestiones de seguridad en las redes y los usuarios mucho menos. Así fue como Máxima escribió un mail a su familia para contarles que estaba embarazada. Lo hizo en castellano y lo cerró con una ironía que todos los argentinos podemos decodificar: “Que no venga con aires de principito”, escribió. Y cuando ese mensaje, escrito sin sistemas de encriptación, llegó a la prensa, a los holandeses no le cayó muy bien.

“Queridos Amigos/Amigas, Primos/Primas, Tios/Tias: Alex y yo les queremos contar que estamos esperando un bebé para principios de Enero. ¡Sí, estoy embarazada!, un shock, pero no podemos estar más felices. A las chicas, decirles que me siento muy orgullosa de poder compartir embarazo con ustedes. No saben lo que me tuve que comer la lengua para no contarles!! ¡¡Me muero por verlas!! ... ¡¡¡Acá agregamos un Zorreguieta-Cerruti más!! Imaginen cuando sus hijos les digan: “¡Pero mami, habla raro!”... Espero que no venga con aires de principito/cesa...” decía el mail. El comunicado oficial fue mucho más solemne pero también menos auténtico.

Obviamente este traspié de Máxima fue completamente olvidado el 7 de diciembre de 2003 cuando nació Amalia, una beba rubia y hermosa que llegó al mundo un mes antes de lo anunciado. ¿Desilusión porque era mujer? Para nada. Desde 1890 hasta 2013 solo reinaron mujeres en el país de los tulipanes y sus súbditos siempre estuvieron encantados.

Después de Amalia llegaron Alexia y Ariana y así fue como Máxima y Guillermo Alejandro completaron su familia. Y así fue también como hicieron un pacto con la prensa que se cumple a rajatabla: ninguna de las princesas pueden, mientras sean menores, ser fotografiadas sin la presencia de sus padres ni en sus actividades privadas. A cambio brindan dos posados oficiales al año más apariciones como el Día del Rey, los Juegos Olímpicos y poco más. Por eso son tan importantes los libros, reportajes y otras apariciones que Amalia está haciendo estos días con motivo de su 18 cumpleaños. Por fin es protagonista y puede expresar en solitario sus sensaciones y sentimientos. Y por fin descubrimos su personalidad en la que se funden la simpatía de su madre con la determinación de su padre y la franqueza que parece ser su sello personal.

Amalia y Máxima en una imagen del álbum privado familiar

Por ese pacto al que hacíamos mención es bastante difícil hacernos una idea de cómo fue la vida de Amalia y sus hermanas. Sí recordamos verlas corretear por Puerto Madero o por Villa la Angostura en los posados que hacían durante sus vacaciones anuales en Argentina. Aquí fue cuando le escuchamos por primera vez la voz: “¡Milanesas!” gritó cuando los periodistas le preguntaron qué era lo que más le gustaba comer.

Amalia hizo tanto la primaria como la secundaria en instituciones públicas y ahora se está tomando un año sabático hasta comenzar una carrera universitaria o su instrucción militar. Aún no se ha informado cuáles son sus proyectos inmediatos pero se supone que continuará formándose para el día que le toque ser jefa de estado de su país. Si bien es posible que la veamos en actos como la apertura del Parlamento, no se dedicará full time a la corona. Por ese motivo va a devolver la asignación de 300.000 euros anuales que le corresponden por ser heredera del trono. “Me resulta incómodo recibirlo mientras yo ofrezco poco a cambio. Por eso, he decidido devolver los ingresos hasta que finalice mis estudios. Asimismo, siempre que no deba incurrir en altos costos en mi posición como princesa de Orange, reembolsaré también mi asignación para gastos de personal”, escribió la princesa en su carta al primer ministro.

¿Dónde estuvo Amalia durante todos estos meses? Es una gran incógnita. Se la vio en Los Ángeles pero no se sabe si se quedó allí realizando una pasantía o viajó a San Eustaquio para hacer tareas comunitarias. O tal vez ambas cosas. Lo cierto es que para su cumpleaños estuvo en La Haya para ir a su primer Consejo de Estado del que tiene derecho a participar según el artículo 74 de la Constitución holandesa.

Con motivo de sus 18 años se ha publicado un libro en el que la princesa cuenta sus sensaciones y pensamientos. La interlocutora y autora del libro sobre Amalia es Claudia de Breij y a través de sus páginas y de sus fotos inéditas podemos conocer un poco más acerca de los herméticos Orange.

Sabíamos que Amalia había tenido sentimientos encontrados con respecto a su destino. No es fácil saber desde pequeño como va a ser tu vida. Las pocas veces que ella se había enfrentado a los periodistas, este tema surgía y ella comentaba sus dudas. Según cuenta ahora, a sus 14 años pudo entender la dimensión de su destino y aceptarlo. Fue algo que puso muy contento a su padre a quien le llevó muchos años más darse cuenta que no podía seguir toda la vida de fiesta en fiesta rodeados de chicas y pintas de cerveza.

Claro que tampoco para ella fue fácil. De hecho tuvo que hacer terapia en forma constante y, aunque ya fue dada de alta, si lo necesita no tiene ningún reparo en pedir una consulta extraordinaria con un profesional. En el libro habla sin tapujos sobre su salud mental y menciona, incluso, a su tía Inés Zorreguieta quien sufría de depresión. Su muerte fue, seguramente, uno de los golpes más duros a los que se tuvo que enfrentar la princesa.

Claudia de Breij tuvo la impresión, luego de entrevistarla, de que Amalia es una chica muy romántica. Quiere casarse por amor aunque no tiene apuro y dice que los chicos alemanes son mucho más caballeros que los holandeses. Sabe hasta qué tipo de vestido le gustaría ponerse y que carruaje usar en su boda y, aunque no lo dice explícitamente, es posible que también sepa la tiara que quiere llevar. “Amo las tiaras. Muéstrame una tiara y sabré de dónde vino. Puedo reconocer todas las tiaras de Europa. Solía ponerme las de mi madre. Si había una en su mesa de maquillaje yo me la ponía en la cabeza”, dice en el libro.

Amalia a caballo

A Amalia le encantaría estar presente en las redes sociales y, de hecho, noticias sobre ella se publican en la página oficial de la casa real. Pero no puede ocultar su tristeza y desconcierto frente a los llamados “haters”. La princesa recibió el primer golpe cuando, a los nueve años, leyó el comentario de alguien que, bajo una foto de ella, escribió que era preferible que se ahorcara antes de seguir creciendo.

Sabíamos que a Amalia le gustaba la música, el esquí y el hockey pero a través del libro nos enteramos que lo que más le gusta es la hípica. “Si realmente quieres conocerme, ven a verme arriba de un caballo”, le dijo a la autora.

La princesa Amalia llega a su primera reunión del Consejo de Estado junto a su padre

Amalia no se considera una persona religiosa, no cree que haya un “hombre en las nubes” pero sí que hay “algo más” a lo que por ahora no puede ponerle nombre. Su gran sostén es su familia. De Máxima dice que es una gran compañera con la que puede bailar toda la noche pero que también puede despertarla temprano a la mañana con la exigencia inclaudicable de que ordene el cuarto. Su padre es el más bromista pero también el más serio y estricto cuando se trata de temas institucionales. Recuerda en especial el día en que, siendo muy pequeña, se quedó sentada al pararse la entonces reina Beatriz y su padre le dijo “Si tu abuela se para, vos te parás”.

Para celebrar el 18 cumpleaños la casa real ha difundido nuevas fotografías en las que se ve a la princesa Amalia seria y solemne. Son fotos oficiales perfectas pero se extraña en ellas su sonrisa y la luz que irradia. Eso sí… no puede negar sus antepasados: el parecido con su abuela paterna es evidente. Para la ocasión ha lucido, en algunas imágenes, un vestido rojo de falda plisada y algunas transparencias firmado por MaxMara. Y en otras, ha apostado por la moda holandesa con un vestido de LAdress en crepe de gasa, oscuro con estampados en dorado.

Por fin es protagonista y puede expresar en solitario sus sensaciones

Am, tal su sobrenombre, ha recibido también algunos regalos que dan por tierra toda la buena voluntad de sus padres de que tenga una adolescencia normal: no solo el gobierno ha acuñado una moneda en su honor sino que su padre le ha regalado, en lugar del típico viaje a Disney que reciben el resto de las chicas de alto poder adquisitivo, un estandarte en el que figuran los escudos de armas de los Orange y los Zorreguieta y dos medallas que la distinguen como caballero (sic) de la orden del León de Oro de Nassau y de la orden del León de Oro de los Países Bajos.

Es posible que ella hubiera preferido el viaje a Disney. Así como también es posible que se plantee muchas veces a lo largo de su vida si no hubiera sido mejor ser hija de un ingeniero naval de Rotterdam que del rey Guillermo Alejandro. Por ahora, parece muy bien predispuesta a cumplir con su destino. Solo nos resta desearle, desde estas páginas, un muy feliz cumpleaños