Con un perfil sobrio y efectivo, la Scaloneta ya ilusiona al país entero

Un cruce preciso de Lisandro Martínez y una atajada fenomenal de Dibu Martínez cerca del final le pusieron una cuota de tensión y suspenso al incuestionable triunfo Argentino.

Instalándose con genuino mérito en cuartos de final, los matices diversos (algunos sorprendentes) que va entregando la competencia permiten evaluarlo como posible candidato a levantar la Copa.

Podría haber ganado tres o cuatro a uno, y también podría haberse lamentado sin pausa si los australianos la embocaban faltando segundos para el pitazo final. Ese combo de emociones extremistas ratifican, por si hiciera falta, lo complicado que es jugar un Mundial y lo redituable que ha sido y seguirá siendo no subestimar a ningún oponente.

Cuando parecía que la victoria parcial por dos a cero podía transformarse en un trámite aburrido, un rebote maldito y algunos intentos decididos de Australia por empatar condimentaron la tarde del sábado para que se valorara en su justa medida el paso adelante conseguido.

Argentina sufrió mucho cuando perdió en el debut, pero ha ido repuntando a un ritmo sostenido y no tiene severos reproches para hacerse.

AUSTRALIANOS PARECIDOS A LOS POLACOS, PERO CON MEJOR PRESIÓN

Desde los primeros segundos del juego fue sencillo adivinar la tónica de una pulseada con roles bien diferenciados. Argentina con todo el peso del protagonismo que ya es parte esencial de su huella de juego, y Australia ordenada, demasiado esquematizada, con una obediencia táctica encomiable, pero sin una gota de inventiva para salir del libreto y sorprender con al menos alguna pincelada de talento individual.

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En ese contexto, no podía faltar como virtud la paciencia. El apuro no les iba a representar beneficios a los muchachos de Scaloni.

Cuando el trámite empezaba a tornarse aburrido, Messi encontró un haz de luz que iluminó el furioso deseo de ganar. Ese zurdazo bajo, ideal para no quedar atrapado en el laberinto de piernas rivales, fue una llave indispensable. El cerrojo amarillo y verde, una muralla humana con la obsesión por impedir filtraciones peligrosas, se volvió estéril ante la creatividad del jugador más importante de la Copa del Mundo.

Después de esa aparición salvadora del capitán albiceleste, el pueblo sintió que buena parte del triunfo estaba metida en un bolsillo del corazón.

La perseverancia para buscar el hueco y para esperar que la combinación precisa fluya fue una de las principales fortalezas. Argentina supo estar a la altura de un partido muy físico, exigente de punta a punta.

JULIÁN ÁLVAREZ, A PURO GRITO, YA SE CONVIRTIÓ EN EL NUEVE TITULAR

La dinámica de una cita donde nadie puede cometer el error de sentirse muy superior al resto ha hecho que el director técnico argentino mostrara reflejos interesantes. Cuando Scaloni definió modificaciones, entre partido y partido y en pleno desarrollo de las acciones, no se ha equivocado.

El cambio de Julián Álvarez por Lautaro Martínez (en la previa del choque ante Polonia, y cuando nadie le pedía que lo hiciera), resultó un acierto contundente.

El anterior centrodelantero titular no está en un buen momento y ayer lo ratificó no pudiendo aprovechar ninguna de las dos situaciones claras que tuvo para convertir.

En cambio, el ex-River está encendido, cada vez más maduro y siempre lúcido para darse cuenta lo que le pide el partido.

Julián Álvarez, desde la humildad y la sencillez que lo caracterizan, ya se convirtió en uno de los once titulares. Y lo ganó con la implacable fuerza de hacer las cosas bien.

Si mantiene este alto nivel de eficacia (ya convirtió dos goles), se ubicará, naturalmente, entre las más gratas revelaciones de Qatar 2022.

HUBO DOS JUGADAS DE ENORME IMPORTANCIA QUE NADIE OLVIDARÁ

Con Argentina ganando 2 a 1, Lisandro Martínez (ingresó por Papu Gómez en otro cambio que sorprendió) realizó un cruce estupendo, justo cuando Aziz Behich, luego de un slalom maradoniano, estaba a punto de fusilar a Dibu Martínez desde inmejorable posición. El timming y la convicción del ex-zaguero de Defensa y Justicia valió tanto como un gol y demostró la jerarquía de un jugador que hoy está triunfando en Europa.

Lo conseguido fue un gustoso premio a la paciencia. Crece sin agrandarse y esa es una gran virtud

Algo parecido ocurrió con el otro Martínez, el cada vez más valorado Dibu.

Emiliano tapó un remate de gol de esos que la historia se encargará de recordar con los mejores elogios. Faltaba muy poco para el final y parecía que el 2 a 2 estaba llegando de un modo inexorable.

Ambas situaciones formaron parte de una película que hay que repasar en su conjunto para darle el valor justo.

Sobrio y efectivo el equipo que se ha ganado el respeto de propios y extraños, va levantando vuelo. Australia, más allá de algunas carencias, no se la hizo sencilla y le impidió brillar.

Argentina, después de un comienzo que generó tristeza y preocupación, goza de buen semblante. Sin estridencias, ya está entre los ocho mejores del Mundial. El sueño está vivo y los hinchas lo disfrutan con la mesura del caso.