El PJ frente a la necesidad de la reconstrucción en un clima de fin de ciclo

La derrota del gobierno de Alberto Fernández parecería estar marcando un fin de ciclo para el peronismo. A cuatro años de haber retornado al poder, una mayoría ciudadana le volvió a dar la espalda y el cachetazo electoral lo obliga ahora a ensayar una suerte de reconstrucción en procura de desandar el camino para volver a transformarse en una alternativa de cara a 2027.

En esta serie de reacomodamientos que sobrevendrán, el nombre de Cristina Kirchner surge casi naturalmente. La vicepresidenta dio señales concretas en el sentido de correrse de la disputa presidencial, pero esa decisión para nada implica un paso al costado de su actividad política.

De algún modo, aunque le cabe también la responsabilidad de la derrota por ser la artífice y creadora de una gobierno que fue rechazado en las urnas, terminó guareciéndose en el bajo perfil que cuidadosamente cultivó en los últimos tiempos. De hecho, casi no tuvo participación en la campaña y le dejó la centralidad a Sergio Massa. Ese repliegue no implica la resignación de su liderazgo sobre una porción del PJ que le reconoce conducción. Pero parece claro que Cristina, aún con su rol de líder y orientadora ideológica del núcleo duro que la sigue, difícilmente vaya a tallar en la pelea por volver a la Casa Rosada dentro de cuatro años.

Esta posible decisión no supone una actitud de desdén frente al futuro de su espacio. Por el contrario, acaso la encuentre en el rol de potenciar un dirigente que sea fiel custodio de su ideario.

Es allí donde surge el nombre de Axel Kicillof. Más allá de que el Gobernador reconoce que su “unica” jefa política es justamente Cristina Kirchner, el hecho de haber emergido no sólo indemne sino además potenciado de este trance electoral, lo transforma de por sí en uno de los nombres que estará en el candelero para dentro de cuatro años. La derrota de Massa lo potencia en ese rol.

Kicillof ha venido insinuando algo de eso en la campaña que terminó con su reelección. Fue cuando habló de escribir y entonar una nueva canción, la forma metafórica que encontró para delinear la necesidad de darle otro perfil a la oferta peronista-kirchnerista.

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Habrá que ver si el Gobernador brinda algunas otras señales en esa dirección. Por caso, si activa movimientos internos para transformarse en el futuro presidente del PJ nacional, un trampolín que no sólo terminaría de darle proyección sino además de marcar la interna sobre dirigentes que como Máximo Kirchner, recelan de la figura del mandatario bonaerense.

Claro que la figura de Kicillof no es la única que asoma en el firmamento peronista. Desde otra vertiente de origen cordobés, habría que prestar atención al todavía gobernador Juan Schiaretti.

El mandatario de la provincia más anti K del país -condición que reafirmó ayer- sorprendió entre las Primarias y las generales de octubre duplicando sus votos. Habría una voluntad de comenzar por fin la construcción de un sector en el PJ alejado del kirchnerismo. Se verá si la semilla plantada por Schiaretti absorbe la humedad suficiente como para germinar en los próximos años.

En medio de ese proceso de reconstrucción surgen no sólo los interrogantes del contexto en que se producirá en sintonía con el nuevo gobierno de Javier Milei. También, qué dinámica aplicará el PJ para rediseñar su existencia. La incertidumbre es mayor por un aroma de fin de ciclo: al menos, el que planteó durante años la hegemonía del kirchnerismo.