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Economía Dominical |EL IMPACTO EN LOS PRECIOS

En un país productor de alimentos, ¿por qué son cada vez más caros?

Los consumidores, castigados por las crisis macroeconómicas, con etapas recesivas e inflacionarias que se traducen en indicadores económicos y sociales que muestran el crecimiento de la pobreza

En un país productor de alimentos, ¿por qué son cada vez más caros?

MARCELA CRISTINI y GUILLERMO BERMÚDEZ (*)

30 de Abril de 2023 | 07:11
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La Argentina es uno de los principales productores de alimentos del mundo. Su abundante dotación de tierra y la acumulación de capital y tecnología a lo largo del tiempo han permitido el desarrollo de una actividad excedentaria que se traduce en importantes exportaciones a nivel internacional. Así, nuestro país se encuentra entre los primeros veinte exportadores netos de alimentos. Como consecuencia, el sector agroindustrial ocupa un lugar destacado en las actividades económicas de la Argentina como fuente de crecimiento y empleo.

Por un lado, la producción total es capaz de cubrir ampliamente las necesidades alimentarias locales. Por otro lado, las exportaciones agroindustriales son una fuente principal de divisas y, actualmente, representan el 65-67% del valor total exportado por nuestro país.

En contraste con esta beneficiosa situación estructural, las crisis macroeconómicas de la Argentina, con etapas recesivas y fuertemente inflacionarias, se traducen en indicadores económicos y sociales que muestran problemas crecientes de pobreza y acceso a los alimentos.

 

La caída de los salarios reales tiende a ir recortando el consumo básico

 

La grave situación económica actual vuelve a someter a nuestros consumidores a esos problemas. Por una parte, el régimen de alta inflación afecta el precio de los alimentos exacerbando cualquier problema específico propio de cada mercado, como el efecto de la sequía en 2022 y 2023. Por otra, el recorte de los ingresos reales de la población y el aumento de la pobreza suman deficiencias nutricionales con graves consecuencias, sobre todo en los niños.

Con respecto a la evolución de los precios de los alimentos, en febrero y marzo el indicador de precios al consumidor de Alimentos y Bebidas no Alcohólicas trepó un 9,8% y un 9,3%, respectivamente, ambos muy por encima del nivel general (6,6% y 7,7%).

Sin embargo, cuando se observa la evolución agregada anual, el rubro de alimentos y bebidas tiene un comportamiento en sintonía con la elevada inflación general (más del 100% para los últimos 12 meses). Por lo tanto, factores estacionales o aleatorios son los mejores candidatos para explicar estos desvíos transitorios.

Los rubros más destacados de crecimiento de precios de alimentos en el último par de meses han sido la carne vacuna y en un segundo nivel los productos lácteos, huevos y fruta (producto estacional).

Con respecto al acceso a la alimentación y a los problemas de seguridad alimentaria, la Argentina es el segundo país de América del Sur con menor incidencia de subalimentación según el último informe de FAO 2022 (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación). Este es un resultado esperable, sin embargo, este indicador ha ido empeorando desde 2009.

Además, cabe preguntarse si en uno de los países de mayor producción de alimentos del mundo, se justifica que 1,7 millones de personas estén expuestas a la subalimentación, 13,5% de la población esté sujeta a episodios de inseguridad alimentaria grave y 1,6% de nuestros niños menores de cinco años sufran desnutrición aguda.

Un caso emblemático del mercado de alimentos es el de la carne vacuna, cuyo destino principal (70-75% de la producción) es el mercado interno. El resto se exporta a China y a países clientes tradicionales como Chile, los Estados Unidos y la Unión Europea.

La franja de competencia entre los productos consumidos en el mercado local y los exportados es muy limitada. Por lo tanto, al aumentar la producción se dispone de más producto para ambos destinos y viceversa cuando, como en esta situación de sequía, la producción se reduce, aparecen problemas generalizados de abastecimiento (ver gráfico 1).

Entre enero y febrero de este año, precisamente, la carne vacuna ha sido uno de los rubros que explican el aumento de por arriba del 9% de Alimentos. Entre la última semana de diciembre y la segunda semana marzo (dos meses y medio), el precio del novillo (precio mayorista) aumentó un 41%, es decir, a un ritmo equivalente mensual del 15%, aproximadamente.

Ese aumento se ve reflejado a lo largo de toda la cadena productiva hacia adelante, aunque algunos eslabones puedan amortiguarlo en parte. En efecto, en el caso del consumo interno, el traslado al precio final depende de las condiciones de la demanda.

Como también puede verse en el Gráfico 2, la caída de los salarios reales tiende a ir recortando el consumo en torno de los productos básicos, como los alimentos. Además, la poca disponibilidad de sustitutos en un año de sequía y gripe aviar ha contribuido al mantenimiento de la demanda de carne vacuna a pesar de los aumentos de precios registrados entre 2021 y 2022.

Así, el consumo per cápita anual en enero de este año fue un 16% superior al de enero de 2022. El consumo interno se mantiene en torno de los 50 kg por habitante al año. Este volumen se encuentra muy por debajo de los máximos históricos debido a los cambios en la dieta.

Vale aquí recordar que para el conjunto de las carnes (aviar, porcina y vacuna), los consumidores locales revistan aún entre los de mayor consumo per cápita en el mundo (entre 110 y 120 kg/hab. al año para el conjunto de las carnes).

En síntesis, el aumento de precios ocurre en un mercado con un abastecimiento mayor al de igual período del año anterior y con aumentos de producción tanto para el mercado interno como para las exportaciones. La convalidación de estos precios más altos por frigoríficos y demandantes en el corto plazo parece obedecer más al desorden de los precios relativos, a la fuerte inercia inflacionaria y a la concentración de los consumos en los productos básicos en un marco de alta incertidumbre.

Los factores económicos se combinaron, además, con factores estacionales exacerbados por las consecuencias de la sequía.

Con todo, las perspectivas del mercado de la carne vacuna durante 2023 abren un interrogante en cuanto a la posible evolución del ciclo ganadero. Hasta 2019, la evolución del sector ganadero vacuno había mostrado una recuperación muy modesta del stock, luego de que entre 2006 y 2010 se produjera una marcada liquidación. Este efecto negativo de desinversión en el rodeo se debió a las desacertadas intervenciones de la política pública con controles de precio y de exportaciones que redujeron la rentabilidad del sector significativamente.

Entre 2010 y 2019 se observó una recuperación del stock que se aceleró a partir de 2015. En 2019 se volvió a un período de liquidación. Entre 2021 y 2022, el proceso de achicamiento se agudizó debido a que la sequía llevó a vaciar los campos empezando por las vacas vacías y los índices de preñez se redujeron (del 90 al 75%). Desde 2021, las intervenciones de política restringieron nuevamente las exportaciones afectando el desarrollo de las ventas externas sin resultados sobre el mercado interno.

Tanto la sequía como el aumento en el precio del alimento balanceado para la terminación de los animales que van a faena (efecto derivado del tipo de cambio más alto y transitorio para la soja) implicaron un encarecimiento en el costo de cría, engorde y reproducción de los animales que forzaron el aumento de la oferta. En el presente, la necesaria recomposición post-sequía y la evolución de la macroeconomía con tasas de interés reales negativas y cepo al dólar, podrían alentar una fase de retención del ciclo tanto para su recomposición como para aumentar la inversión en un activo seguro. Los analistas estiman que la recuperación de rodeo requeriría al menos de dos años ya que el stock vacuno sufrió pérdidas por falta de pasto y agua, incendios, caída en los índices de preñez, etc.

En este escenario, cualquier factor externo puede precipitar aumentos de precios al consumidor que no tendrán alivio si no se logra avanzar con un programa de estabilización que dé las señales adecuadas a los mercados y a los inversores.

 

(*) Economistas de la consultora Fiel

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