Cristina, Macri y un fin de era que aún resiste

El resultado de las elecciones Primarias pueden inducir a la tentación de ensayar un vaticino errado. La sorpresiva irrupción de Javier Milei abre la puerta para distintos análisis, algunos de los cuales terminan con la redacción del acta de defunción de las dos grandes coaliciones políticas que dominaron la escena nacional en los últimos años.

Esas mismas interpretaciones involucran a los dos líderes indiscutidos de esos armados. Las sonoras derrotas electorales de Unión por la Patria y Juntos por el Cambio podrían, de acuerdo a esas lecturas, comenzar a escribir el capítulo final de la participación omnipresente que han tenido en el escenario de la política vernácula tanto Cristina Kirchner como Mauricio Macri.

Es indudable que tanto la Vicepresidenta como el exmandatario han sufrido el impacto del rugido electoral de Milei. Los espacios que ambos lideran padecieron la inescrutable y silenciosa voluntad de un amplio sector del electorado que expresó en el líder libertario su grito de hartazgo. Hay quienes emparentan ese voto que trepó al 30 por ciento en todo el país, con la bronca que en otros tiempos se plasmó con faltazos masivos, impugnaciones o votos en blanco.

Sin embargo, parecería apresurado plantear que feneció el ciclo político de ambos expresidentes.

Cristina Kirchner aún con el lógico desgaste de ser la arquitecta de un gobierno nacional del que procuró tomar distancia, sigue siendo la dirigente con más intención de voto en el oficialismo. Su influencia se mantiene fuerte en especial en la Provincia, donde la expresión de su sector sigue empujando una maquinaria que le permite mantener a flote al kirchnerismo.

La Vicepresidenta adoptó una decisión clave en territorio bonaerense: pese a las presiones de su propio hijo y de La Cámpora, sostuvo como candidato a gobernador a Axel Kicillof. Esa apuesta le rindió frutos. El actual mandatario fue el postulante más votado y cosechó el 36 por ciento de los votos, cuatro puntos más que la sumatoria de Sergio Massa y Juan Grabois.

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Kicillof quedó además bien posicionado de cara a las generales de octubre. Acaso sea el garante, si la suerte nacional le es esquiva al oficialismo, de que la Provincia sea el lugar desde donde reconstruir y sostener el proyecto K.

Cristina además acertó en un análisis de la realidad política nacional que desmenuzó hace un mes y medio en el acto que encabezara en el Teatro Argentino. Allí habló de que se venía una elección de tres tercios y que el desafío para Unión por la Patria (entonces aún tenía el rótulo de Frente de Todos) pasaba por ingresar al ballotage. El resultado electoral dejó a las tres principales fuerzas separadas por el canto de una uña y un escenario abierto para las generales de octubre. Tal como lo predijo la Vicepresidenta.

Hay otro aspecto del liderazgo del cristinismo que debería analizarse. La Cámpora sigue siendo una herramienta lubricada y potente para ganar elecciones en el Conurbano, que es justamente donde anida el núcleo duro K. Mayra Mendoza ratificó su hegemonía en Quilmes; Damián Selci le ganó una interna muy dura en Hurlingham al intendente Juan Zabaleta. En Lanús, Julián Alvarez ganó la interna de Unión por la Patria que como espacio político quedó por encima de Juntos por el Cambio, que gobierna el distrito.

El camporismo ratificó además liderazgos en Mercedes y Luján. La piedra en el zapato fue Mar del Plata donde Fernanda Raverta no pudo con el intendente del PRO Guillermo Montenegro.

Toda esta ingeniería kirchnerista funcionó en la Provincia, que ahora seguramente irá a plantear la necesidad de que Cristina salga a ponerle el cuerpo a la campaña electoral que ya asoma en el horizonte. La Vicepresidenta ejecutó un repliegue táctico y dejó a Massa y a Kicillof encabezando la propuesta electoral del oficialismo. Puede que ahora, a suerte y verdad, llegue el tiempo de su vuelta a escena con todo lo que eso conlleva.

Mauricio Macri ha tenido una actuación mucho más expuesta que Cristina en las Paso que acaban de concluir. Basculó en la interna entre Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta, pero por lo bajo y de manera más o menos expuesta según los casos, apoyó a su ex ministra de Seguridad.

El triunfo de Bullrich, acaso, le otorgue cierta dosis de alivio: el posible parricidio político del que mucho se habló en el caso de una victoria de Larreta, ya no será tal.

Macri ha logrado otra victoria de importancia que habla de la trascendencia de su figura en Juntos por el Cambio: se aseguró de que alguien de su entorno y de su propia sangre, quede de cara a continuar el camino que él mismo comenzó a transitar hace varios años como jefe de Gobierno porteño. El triunfo de su primo Jorge Macri sobre el radical Martín Lousteau es un dato insoslayable y que contribuirá a mantener la figura del ex presidente en el centro de la escena.

De otra cuestión comenzó a hablarse entre bambalinas en las últimas horas. Está plagada de especulaciones, pero ninguna descabellada. Una eventual derrota de Patricia Bullrich en las generales de octubre o luego en el ballotage dejaría como único dirigente del PRO con chances de proyección nacional a Jorge Macri. Detrás, claro, la sombra de Mauricio.

Parecería apresurado plantear que feneció el ciclo político de ambos expresidentes