En menos de 24 horas, 2 casos de robo de llaves y casas desvalijadas

La maniobra que combina el uso de inhibidores con la ejecución de escruches volvió a quedar en el centro de la escena criminal luego de que ayer saliera a la luz un caso calcado al que se cometió el pasado viernes en la vivienda de un matrimonio de jubilados a los que les robaron las llaves de la casa en el estacionamiento de un hipermercado de Ringuelet.

En esta oportunidad la víctima del atraco resultó ser una pareja de estudiantes que reside en la zona de Parque Castelli.

Según le contaron a este diario, del mismo modo que lo hicieron los jubilados, el pasado viernes al mediodía salieron de su casa ubicada en 67 entre 20 y 21 y se dirigieron a este centro comercial a realizar unas compras.

Jamás imaginaron que ir en busca de algún descuento para cuidar la economía del hogar iba a terminar siendo tan contraproducente.

En su testimonio, la víctima relató que también tomó la decisión de dejar en la guantera de su rodado las llaves de su casa junto a documentación que precisaba la dirección de su vivienda creyendo que en ese compartimento “estarían más seguras”.
Inmediatamente los hampones pusieron manos a la obra y se dirigieron a la dirección que figuraba en la cédula verde.

“Primero fueron a la casa de mis viejos que está ubicada en la zona de Plaza Moreno. Pasa que cuando hice el trámite aún vivía con ellos. Y después me olvidé de cambiar la dirección”, expuso a este diario el damnificado quien pidió no revelar su identidad por temor a represalias.

LE PUEDE INTERESAR

Travesticidio: el acusado de Punta Lara no declaró

LE PUEDE INTERESAR

Caso Loan: prisión preventiva para diez personas

Allí permanecieron varios minutos probando las llaves. Incluso el padre del joven escuchó una serie de ruidos en su vereda pero dejó pasar el tema creyendo que se trataba de chicos que estaban jugando.

Luego de comprobar que ninguna de las llaves funcionaba, los malvivientes decidieron acudir a la dirección que figuraba en el seguro. En este caso, la segunda fue la vencida.

Según trascendió, llegaron al lugar en un auto marca Honda de color gris.

Los pocos minutos que permanecieron en la casa le bastó a este clan para dar vuelta la casa y apropiarse de cuanto objeto de valor encontraron.

En base a lo que precisó la víctima se llevaron computadoras, unos pocos dólares y hasta media docena de empanadas que les habían sobrado de la noche anterior.

A diferencia del caso de los jubilados que recibieron un aviso del sistema de alarmas, los jóvenes recién tomaron conciencia del hecho cuando llegaron a su casa.

Apenas arrobaron a ambos les pareció raro que su perro no estuviera en el patio ya que la costumbre es que permanezca allí durante el día.

Las posibilidades de que se pudiera haber escapado o que alguien se lo pudiera haber llevado quedaron desestimadas en el acto apenas abrieron la puerta de su casa.

Allí se encontraba la mascota en medio de un escenario desolador. Cajones abiertos, ropa tirada por todos lados y sillones tumbados.

Luego de varios minutos de zozobra y confusión, cuando el damnificado se comunicó con sus padres para contarle lo sucedido, comenzaron a atar cabos.

El grado de similitud entre ambos hechos delictivos ha conducido a los investigadores a pensar que podría tratarse de una misma banda que entre las 11 de la mañana y las 14 horas del viernes realizó una serie de operaciones en el estacionamiento de dicho centro comercial platense.

De hecho se sospecha que una vez que obtuvieron las llaves de ambas viviendas se dirigieron de manera concatenada a las direcciones que encontraron.

Todo apunta a que luego de desvalijar la casa de este joven acudieron raudamente a la casa de los jubilados en donde pudieron revisar muy poco debido a que se activó la alarma.

También se analiza la hipótesis que se refiere a una división de tareas. En este sentido se proyecta que luego de apoderarse de las llaves la banda pudo haberse repartido tareas para agilizar la operación.

De lo que no hay dudas es que en ambos casos se procedió con inhibidores de señal. Esta conclusión se desprende de la ausencia de marcas que denoten algún tipo de maniobra para forzar las cerraduras.