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La Ciudad |Frente al Parque Castelli

Historia y desafíos del emblemático Seminario San José

Llegó a tener 194 alumnos. Hoy residen diez seminaristas. “Hay miedo a lo definitivo”, dice su rector, Andrés Magliano. Cómo viven y se preparan los futuros sacerdotes. Las redes, la apertura a la comunidad y la apuesta a mejorar el diálogo interpersonal

Historia y desafíos del emblemático Seminario San José

Los vitraux fueron realizados en Alemania, en la década de 1920

Alejandra Castillo

Alejandra Castillo
acastillo@eldia.com

6 de Octubre de 2024 | 03:59
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Las imponentes aberturas del Seminario Mayor San José funcionan como una suerte de línea divisoria entre dos mundos que conviven, aunque no parezca: el de afuera o cotidiano, siempre ruidoso, agitado, veloz; y ese otro que invita a mirar el techo lila que diseñan las glicinas, escuchar el canto de los pájaros o demorarse al lado de una fuente para ver correr el agua, como si no hubiera nada más.

Como si el tiempo no pasara, o no importara, que es casi lo mismo.

“Este mundo aparte es también el tuyo”, dice Andrés Magliano cuando escucha la reflexión en voz alta; porque “es una experiencia de silencio”.

Es la tarde de un jueves soleado, en el edificio situado en la manzana de 24 entre 65 y 66. Por el increíble jardín exterior de más de 4.000 metros cuadrados, van y vienen personas que nada tienen que ver con el seminario. Suena, no muy fuerte, música electrónica.

Es que desde hace dos años los dos universos se funden durante seis días, a lo largo de dos semanas, gracias a la muestra de interiorismo, decoración y arquitectura IDEAR, que se monta en distintas alas del edificio centenario.

“Son muchos los que han venido a la feria para conocer el seminario”, apunta Magliano, que es rector del lugar desde hace nueve años y también director del profesorado terciario, que dicta las carreras de Filosofía y Teología. Es que la mayoría de los platenses acostumbran pasar frente a ese edificio imponente y cerrado, sin indagar demasiado en su historia, ni en su presente.

La decisión de abrirlo a una experiencia distinta tiene varios objetivos: lograr un sostén económico para mantener ese edificio que ocupa una manzana entera (sin que eso implique obtener ganancias); poder acondicionar distintos sectores (muchas de las intervenciones estructurales permanecen en el seminario una vez concluida la muestra) y, además, “compartir la riqueza que hay aquí”, explica Mangano.

A favor de lograr una apertura progresiva y un uso edificante de las instalaciones, apunta el rector que muchos coros acuden a la iglesia por la acústica, se hacen retiros espirituales o se cede el uso del teatro para determinadas actividades. Y hay más: “En Idear trabajan unas 500 personas, lo cual no es poco en este momento, y además es creación, pasión y belleza”, describe el sacerdote.

Sin embargo, aclara Magliano que actividades como esa no podrían desarrollarse todo el tiempo, porque si bien los expositores ocupan un solo ala del edificio, “toman todo el seminario” durante dos fines de semana, días, que, por otro lado, ellos los pasan en parroquias.

En la edición de este año, que fue la Novena, intervinieron el sector denominado “La Avenida”, con instalaciones, pinturas y revestimientos innovadores. Es Magliano quien decide qué queda de todo eso y qué no. “Este año vamos a dejar mucho”, advierte, “pero no todo, porque aunque sea muy bonito, algunas cosas no nos sirven”. Habla, puntualmente, de habitaciones pintadas con colores oscuros o diseños que chocan de frente con el estilo arquitectónico del lugar.

EL ORIGEN

La idea del seminario la tuvo en 1901 el primer obispo de la diócesis de La Plata, monseñor Juan Nepomuceno Terrero, aunque por falta de recursos nunca llegó a concretarla. El 10 de enero de 1922, poco más de un año después de su muerte, se firmó el decreto de fundación del seminario San José y el 8 de noviembre de ese mismo año se adquirió una parte de la manzana ubicada en 24 entre 65 y 66, un total de 14 lotes situados enfrente de lo que ahora es el Parque Castelli y por entonces no era más que un baldío rodeado por un cordón de piedras. Los alrededores, terrenos descampados y huertas.

La piedra fundacional se colocó el 26 de noviembre de ese mismo año. Y, para marzo de 1923, el seminario ya funcionaba provisoriamente junto a la basílica de Luján, con alrededor de 15 alumnos. En septiembre de ese año, el Senado bonaerense aprobó por unanimidad la cesión de 5.000 metros cuadrados al seminario y un mes después comenzaron las obras de construcción del edificio.

El 15 de septiembre de 1924 se colocó la piedra fundacional del templo dedicado a Nuestra Señora de La Piedad, y el 18 de mayo de 1928 se inauguró oficialmente el edificio del seminario diocesano San José, con la herradura que da a la calle 24. Tal como lo conocemos ahora, se completó hace seis décadas.

Hacia 1934, tenía 149 alumnos. Hoy residen allí diez seminaristas de las diócesis de La Plata y Mar del Plata, y cursan los profesorados estudiantes de congregaciones religiosas.

“Cuando se fundó, la diócesis local abarcaba prácticamente toda la provincia de Buenos Aires”, explica Magliano, pero “se fueron sumando subsedes, porque antes había más vocaciones y no tantos seminarios. A éste venían a estudiar de todo el país y luego volvían a sus diócesis”.

“Tuvo distintos formatos. En algún momento había habitaciones comunes -dice el rector-; tiene capacidad para 80 personas, aunque no está en uso todo el edificio, lo estamos reconvirtiendo. Nos concentramos en una parte y el resto es casa de retiro o para distintos usos. La idea es mejorarlo, ponerlo a punto y que se utilice todavía más”.

LA CARRERA

Al seminario pueden ingresar actualmente hombres mayores de 18 años. Tiempo atrás existía el Seminario Menor, que era un internado para alumnos secundarios, pero ya no existe.

¿Cómo se forma un sacerdote? “Hay distintas áreas”, señala Mangano, “no es solo lo académico; también hay una formación espiritual, comunitaria y de práctica pastoral”, que implica un trabajo en parroquias o grupos de apostolado los fines de semana.

Los estudios demandan ocho años, en el último de los cuales los religiosos residen en una parroquia y van a cursar al seminario. “A veces se puede agregar un año más de pastoral en parroquia, dependiendo de la edad”, aclara el rector, aludiendo a la importancia de atender a la “maduración humana” en aquellos seminaristas que abrazaron la vocación desde muy chicos.

Concluidos los estudios, obtienen el título de profesor de Teología y Filosofía, lo cual no los convierte en sacerdotes. Eso requiere caminar otros pasos. “No es recibirse solamente. Hay un diálogo con el obispo, con los formadores y recién entonces se lo acepta para ordenarse”, con los votos del sacramento. Antes, los seminaristas hacen promesas.

“Es un tiempo de discernimiento”, revela Magliano, “el objetivo no es que todos salgan sacerdotes, sino que crezcan. Y si en algún momento del proceso entienden que no es lo suyo, no significa que sea un fracaso. Es parte de la evolución”. Eso sí, tal decisión implica que ya no residan en el seminario, que tiene un régimen interno específico: una oración diaria, clases, misa, desayuno, las tareas que exigen el mantenimiento del edificio -“da mucho trabajo”, reconoce el rector- momentos de deportes y de diálogo compartido.

TIEMPOS INESTABLES

“Que haya menos seminaristas es multicausal”, argumenta Magliano; “por un lado hay más seminarios y también un proceso social” que el sacerdote no adjudica tanto a una crisis de fe, como de atreverse a lo definitivo.

“Los chicos tampoco se casan, ni siquiera por civil. Hay inestabilidad en los noviazgos, pocos se reciben de la carrera a la que ingresan y la inestabilidad es general”, opina el religioso, convencido de que esto replica en “la capacidad de trabajo interior, de reflexión, conocimiento propio y generación de vínculos más fuertes”.

No obstante, confía en que los próximos años se vea reflejado un “gran crecimiento de lo que llamamos pastoral juvenil en la diócesis de La Plata”, lo cual podría impactar en las vocaciones y también en otro tipo de vínculos menos permeables al paso del tiempo.

Legado
El seminario platense pertenece a una de las arquidiócesis que se encuentra dentro de las ocho jurisdicciones eclesiásticas más antiguas de Argentina. Ostenta amplios salones comedores, un teatro y una gran biblioteca con cientos de libros.

 

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Los vitraux fueron realizados en Alemania, en la década de 1920

El seminario se abrió por primera vez al público el año pasado

El parque tiene 4.000 metros cuadrados, una fuente y una pérgola con glicinas que florecen una vez al año

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