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Séptimo Día |LA PARTICIPACIÓN FEMENINA ESTUVO BAJO LA MIRA

El vóley en las manos jóvenes de madres y abuelas platenses

La Cantina, el equipo que compite en la liga local. Tienen una edad promedio de 49,7 años. Juegan por el Centro de Fomento de Hernández. La segregación de la mujer en el deporte

El vóley en las manos jóvenes de madres y abuelas platenses

Las integrantes de La Cantina, el equipo que compite en la liga de vóley local / Web

MARCELO ORTALE
Por MARCELO ORTALE

31 de Marzo de 2024 | 05:22
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Hace diez años que un grupo de mujeres platenses decidió jugar al vóley, con un propósito esencialmente recreativo. “Una suerte de juntada de amigas, para pasar un lindo rato...”, recuerdan. Y decidieron hacerlo en el Centro de Fomento Social y Deportivo José Hernández, ubicado a unas veinte cuadras del casco histórico de La Plata, en 131 entre 510 y 511.

Y allí siguen yendo. Porque el equipo de estas mujeres ahora juega en la primera de la Liga de Voley Platense (LIVOP), en representación del centro de fomento que hace años dinamiza a la arbolada localidad de Hernández. Dicen que el anterior presidente, Marcelo Fava, les dio lugar y que hoy sigue siendo un referente. Y que el actual presidente, Christian Fabián Fernández, también les brinda un decisivo respaldo. El equipo se llama La Cantina.

Que sean mujeres las que van a hacer deportes a un club no tiene nada de extraño. En cambio, que entre todas las integrantes de La Cantina tengan una edad promedio de 49,7 años y que compitan en un torneo de liga contra jovencitas que podrían ser sus hijas o nietas...eso ya parece inusual.

Un jugador argentino de vóley récord fue Alejandro Saadía, que llegó a jugar en primera ya entrado en los 45 años de edad. Pero muchas de las que juegan en La Cantina tienen cinco o más años que Saadía. “Entre las once jugadoras sumamos 22 hijos y 2 nietos...”, dicen.

Madres y abuelas entreveradas en bloqueos, remates, toques, en el armado del juego, en atacar y defender, en partidos para jugar a todo vapor, respetando las limitaciones de cada una.

“Hace pocas semanas le ganamos a un equipo de chicas que andaba por los 25 años o menos de edad promedio... Y al final del partido vinieron algunos padres de esas chicas a felicitarnos...Ese elogio fue para nosotras como ganar una copa” dicen ahora.

El equipo se conforma con Silvina Aprea (53 años de edad); Romina Mancebo (48); Roxana Disalvo (61); Sabrina Chancelier (44); Milagros D’Alessandro (44); Leticia Méndez (43); Yamila Nicola (41); Paola Enrico (54); Claudia Ruquet (61); Silvia Schmit (50) y Norma Meriles (48). “Sumamos en total 547 años...A veces se nos hace cuesta arriba mantenernos en buena posición en la tabla de la Liga...”, añaden.

 

“Le ganamos a un equipo de chicas que andaba por los 25 años en promedio”

 

LA PELEA POR SER

El poderoso barón Pierre de Coubertin, creador de las Olimpíadas modernas, bajó para las mujeres una barrera infranqueable: “El verdadero héroe olímpico es, desde mi punto de vista, el individuo masculino adulto”, dijo.

La primera de las olimpíadas modernas fue en Atenas y en 1896, iniciándose a partir de ella una secuencia cada cuatro años en la que se fueron configurando las normas del deporte contemporáneo. Ninguna mujer pudo participar en la de Atenas. Recién hace pocas décadas los contingentes femeninos se fueron haciendo ver, pero siempre en minoría.

Los científicos Besnier, Brownell y Carter en su Antropología del deporte reseñaron que “Pierre de Coubertin se oponía a la participación de las mujeres (en los Juegos Olímpicos) porque estaba convencido de que ellas debían cumplir el papel de espectadoras del valor y la destreza de los hombres. Al igual que otros varones de élite con instrucción clásica, Coubertin consideraba que así eran las cosas en la antigua Grecia”.

Claro que las mujeres presentaron batalla, no se rindieron e hicieron todo lo necesario para ser reconocidas como atletas. La lucha con los sucesores de Coubertin fue despiadada para las mujeres, rechazadas de las pistas en muchas oportunidades de manera denigrante. El físico de las mujeres no es apto para la alta competencia, dijeron deportólogos.

En las primeras olimpíadas en las que participaron tuvieron primero que presentarse desnudas frente a un comité médico, para demostrar que no eran varones. Métodos posteriores, como los estudios de biología sexual reemplazaron aquel brutal examen, aunque abundan aún las controversias.

Lo cierto es que el deporte moderno se asentó sobre la idea del supuesto predominio psicofísico de los varones y se convirtió así en un reducto casi totalmente masculino durante décadas.

Pero un hito memorable fue el que logró plantar Katherine Switzer, la primera mujer que corrió –ilegítimamente, como se verá- la maratón de 42 kilómetros de Nueva York, en 1967 que era exclusiva para varones, hasta que ella decidió lo contrario.

Al inscribirse, ocultó su condición femenina, anotándose como “K. Switzer”. Se acomodó el pelo, se puso el dorsal y salió a correr entre la multitud de varones. Hay que insistir: en esos años las mujeres no tenían autorización paran participar en la mayoría de las especialidades de atletismo.

El organizador de la maratón la descubrió mientras corría e intentó echarla. “Fuera de mi maratón, retírese” le dijo mientras la aferró y quiso empujar hacia la vereda. El entrenador de Kathy, su pareja y muchos corredores varones frenaron al dirigente, hubo empujones y forcejeos. Eso permitió que la Switzer aprovechara para seguir corriendo hasta la meta, Marcó un tiempo de 4 horas y 20 minutos. E hizo historia.

LA CANTINA

Ajenas esas polémicas, ya superadas en buena medida, las chicas -cómo llamarlas, sino- de La Cantina decidieron hace una década naturalmente cambiar sus modos de vida. La inspiradora fue otra abuela, Adriana García (alias “La Piru”) que gestionó y obtuvo el apoyo del club de Hernández.

 

Katherine Switzer fue la primera mujer que corrió la maratón de 42 km de Nueva York

 

Hoy señalan que si bien hay mujeres grandes jugando vóley, “no existe ningún equipo en el que todas sean mayores de 40 y lleguen hasta los 60. En los partidos nos enfrentamos con alumnas, con amigas de nuestras hijas. Y La Cantina tiene además la particularidad que jugamos todas y siempre una cantidad de puntos por set bastante equitativa”, dicen.

“Dedicamos por lo menos dos noches por semana para entrenar y jugar la liga. Dejamos hijos, maridos y nietos en casa, entonces consideramos que todas tienen que entrar a la cancha, de modo que no nos comemos banco....”, agregan. Y quieren aludir a los grandes entrenadores que tuvieron en los diez años de vida del plantel: Evelin Fernández los 5 primeros años; Lucho García Mónaco; Leo Alberti; Verónica Azcona (presidente la LIVOP) y la entrenadora actual Fiama Biain.

Otra premisa a cumplir “es lo que llamamos el tercer tiempo: casi todos los viernes o jugamos amistosos o partido de La Liga. En ese día, entonces, nos quedamos a “Cantinear”, es decir a comer y tomar una cerveza. Muchas veces los equipos contra quienes jugamos se quedan también”.

¿Cuál es el objetivo? “Nuestra idea es poder seguir jugando mientras nos dé el físico. Mantener el grupo dentro de lo posible, aunque es inevitable que haya bajas y altas, de modo que algunas compañeras vienen y otras se van. La idea es disfrutar el privilegio de competir, que estemos todas en la cancha y volvamos a nuestras casas con el deseo cumplido”.

Forman el equipo longevo de la LIVOP. De la segregación de siglos ya se llegó a millones de mujeres integradas a distintos deportes. Es como que hubieran pasado años luz. Las madres y abuelas de La Cantina van serenas a la cancha, con la sola idea de que el deporte plantea no sólo una exigencia competitiva contra ellas mismas y contra eventuales adversarias, sino un espacio de cultura y amistad para todos los seres humanos sin distinción de sexo.

Kathrine Switzer: la primera mujer que corrió un maratón / Web

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