Con Faustino Oro a la cabeza, la generación Alfa arrasa en el ajedrez

Con 10 años y un apellido premonitorio, el argentino Faustino Oro es hoy una de las grandes promesas y batió todos los récords del mundo del ajedrez, ya que desde que aprendió a mover las piezas, en mayo de 2020, hasta ahora, fue el mejor ajedrecista Sub 8, Sub 9 y Sub 10 del planeta. Su fuerza de Elo -el sistema de puntuación del ranking del ajedrez- trepó de un modo que no tiene registro y llegó a Maestro Candidato y Maestro Internacional con plusmarcas, antes que nadie en la historia de esta actividad milenaria.

Podría ser que Fausti -como le dicen en su círculo íntimo- o “Chessi” -como lo llamó el mismísimo Gerry Kasparov (combinando chess -ajedrez- y Messi)- fuera un caso superlativo como los de otros niños prodigio que resaltaron en los anales de este juego ciencia. Después de todo, el cubano José Raúl Capablanca, el norteamericano Bobby Fischer y la húngara Judit Polgar, por mencionar algunos, fueron pioneros en marcar récords de precocidad y hazañas en el siglo XX, cuando el ajedrez era todavía un territorio dominado por hombres mayores.

Pero lo que pasa ahora es distinto, ya que, siendo tremendamente especial, Faustino no es el único ajedrecista destacado en la llamada generación alfa (nacidos entre 2010 y 2020).

Días atrás, el inglés Ethan Pang, de 9 años, batió el récord de Maestro Candidato que Oro había logrado en 2023, al superar los 2.200 puntos de Elo, con 9 años y 3 meses.

Bodhana Sivanandan, una niña inglesa de 9 años, acaba de ser inscripta como representante del equipo femenino de su país en la próxima Olimpíada de Ajedrez que se hará en septiembre en Budapest y será la jugadora más joven que haya tenido esa competencia. En 2022 ganó el campeonato europeo de ajedrez blitz (partidas a 3 minutos por competidor).

En febrero de este año, Ashwath Kaushik, un niño singapurense de 8 años, se convirtió en el ajedrecista que a más temprana edad derrotó a un gran maestro. Fue en el Open de Suiza, al vencer al polaco Jacek Stopa, de 37 años.

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El ruso Roman Shogdzhiev, de 8, debutó en diciembre en el campeonato mundial Blitz y Rápido en Uzbekistán, donde derrotó a cinco grandes maestros. Y muchos otros jóvenes ya lucen este título, como el norteamericano Abhi Mishra (que ahora tiene 15 pero lo consiguió a los 12 años, 4 meses y 25 días), el turco Yagiz Erdogmus (13), y el norteamericano Andy Woodward (14).

“JUGAR CON CARLSEN EN TU CASA”

Diego Cirulli, profesor de la Escuela del Club de Ajedrez La Plata, adjudica este fenómeno a “múltiples causas”, aunque entre todas subraya “la multiplicación de plataformas que les permite acceder al conocimiento y a la habilidad de manera más inmediata y desde la casa. Pueden ver videos de los grandes maestros, jugar, mejorar y resolver problemas, cuando antes, para obtener esa experiencia, había que trasladarse y jugar torneos”.

En este contexto, insiste, no resulta raro que todos los días sea noticia que un chico derrotó a un gran maestro a una edad más temprana o alcanzó un nuevo récord de ELO.

“Proliferan los torneos online, algunos por dinero”, confirma Cirulli, lo que da una motivación extra, pero, sobre todo, la chance de enfrentar a jugadores de alto nivel, que hasta hace relativamente poco no tenían los juveniles que vivían lejos de las grandes ciudades.

“Encontraban un techo y para medirse con grandes jugadores tenían que trasladarse. Ahora ponés la computadora y una mañana cualquiera podés jugar contra Magnus Carlsen (número uno del ranking), como antes uno jugabas con tu mejor amigo”.

De cualquier modo, y sin dejar de reconocer el encanto del juego online, a Diego sigue resultándole “más satisfactorio el ajedrez presencial”.

“Para algunos son dos juegos diferentes. Y hay quienes son más fuertes en una u otra modalidad”, explica, convencido de que en la red “se pierde el factor psicológico del cara a cara, los nervios y el público”.

Tatiana (14) y Lucía (16) Núñez son dos hermanas de La Plata que aprendieron a jugar ajedrez de la mano de su padre, después de que a una de ellas le regalaron un tablero y fueron al Polideportivo de Los Hornos en busca de alguna actividad.

El año pasado ambas ganaron la medalla de oro en los Juegos Bonaerenses 2023, en las categorías Sub 14 y Sub 16, y Tatiana fue campeona argentina sub 14 en los Campeonatos Argentinos de Ajedrez Amateur.

Cuenta Lucía que lo que más le sedujo de este deporte “fue el movimiento de las piezas, de la dama en particular. También jugar con mis hermanas y mi papá desde muy chica”. Siguen yendo al Polideportivo y también al Club de Ajedrez, en 6 y 54, donde los lunes participan de un torneo.

“Hay gente de todas las edades y podés jugar con cualquiera, de cualquier nivel”, dice Lucía, sin pasar por alto que si bien “se han sumado algunas chicas, el ajedrez sigue siendo muy masculino”. Incluso después del boom de la serie Gambito de Dama, que acercó a muchísimas personas a este mundo ¿Su sueño? “jugar torneos más fuertes, en otros países.”

Tatiana cuenta que estudia, entrena y juega con la mira puesta en el Sudamericano de diciembre, con un profesor, con distintas plataformas desde el celular y la computadora y, claro, con su hermana. “Ella estudia de un tablero y yo de otro, pero a veces jugamos juntas”, apunta.

Aunque dicen dedicarle, por lo menos, una hora diaria al ajedrez, su familia y cualquiera que esté cerca de ellas aseguran que “están todo el día” con esa actividad. “Nuestros amigos no juegan al ajedrez, pero quizás sea porque no lo conocen”, reflexionan estas adolescentes, para quienes el mejor plan es quedarse en su casa, disputando una partida.

“TALENTO Y MUCHO TRABAJO”

Mario Rivero, profesor de ajedrez de Lucía y Tatiana y psicólogo deportivo, entiende que la irrupción de figuras cada vez más jóvenes sucede también en otros deportes, como el fútbol.

En el caso del ajedrez, apunta, “explotó con la pandemia”, porque “hay muchas plataformas muy amigables y fue un escape para soportar ese momento”. Con herramientas digitales a mano, la posibilidad de tomar clases online con los mejores y acceder a torneos a toda hora, ¿qué necesita un niño para sobresalir en este juego?

“Lo primero, como en todo, es motivación. Para poder hacer algo por mucho tiempo sin aburrirse ni cansarse, hay que disfrutarlo”, marca Rivero, admitiendo que el factor “talento existe, aunque algunas teorías lo nieguen, pero también hay muchísimo de trabajo. Sin esto no se puede avanzar”.

Pone como ejemplo a Faustino, que le dedica unas 50 horas semanales al ajedrez, tiene a 5 entrenadores preparándolo para distintas etapas del juego y un psicólogo, “porque no deja de ser un chico y tiene que serlo. Tiene que poder aburrirse y tener berrinches”.

En el caso de las hermanas Núñez, destaca que son “muy aplicadas, están muy motivadas y le dedican mucho tiempo”.

Germán Spata es maestro FIDE, entrenador FIDE y creador del canal de YouTube Ajedrez con Germán, con más de 56 mil suscriptores. “Siempre hubo chicos prodigio”, dice, sólo que “ahora tienen más visibilidad fuera del palo del ajedrez”, y las herramientas digitales, además, “democratizaron el juego”.

Oriundo de la ciudad bonaerense de 25 de Mayo, recuerda que “me costaba un montón progresar porque no podíamos ir a jugar a Capital, donde estaban los clubes y los jugadores. Solo podía jugar con mi familia. Ahora podés estar en la punta de la Antártida y tener las mismas herramientas que el jugador que vive pegado al mejor club del mundo”.

“Ya no importa donde naciste. Con dedicación y esfuerzo, las herramientas son gratuitas y accesibles”, celebra.

Actualmente hay muchas plataformas que enseñan y permiten jugar en línea, como Chess.com, lichess y ChessKid, con más de 10 millones de miembros. “Un Faustino no existiría sin ellas”, considera Spata. Él mismo da clases online a personas de todas las edades, como Emilie Comas, una niña colombiana subcampeona mundial sub 10. “La diferencia entre entrenar a un adulto y a un niño es que el adulto tiene la cabeza en cualquier lado y no puede dedicarle tanto tiempo”, compara.

Y asegura: “Los niños que llegan al éxito es porque son niños en todo, menos en el ajedrez”. Spata conoce de cerca el caso de Faustino y el de otros chicos como Ilan Schnaider y los hermanos Fiorito, todos surgidos del Círculo de Ajedrez Torre Blanca, de Almagro.

“NUNCA VI NADA IGUAL”

“El talento no significa nada para el ajedrez, si no te sentás por lo menos seis horas por día”, reconoce Germán, como también la particularidad del caso Faustino: “A mí no me sorprende nada porque vivo de esto desde adolescente, pero nunca vi tanto talento, trabajo y fuerza ajedrecista en un nene. Ni el mejor del mundo jugaba así siendo tan chico. Eso es pasión por el estudio y por mejorar”.

Spata vio jugar a Oro cuando tenía 7 años: “Ahora está más tranquilito, pero recuerdo que no caminaba, sino que corría de una partida a otra. Era un niño que te miraba como un niño y estaba jugando”.

La mayoría de los chicos se acercan al ajedrez porque vieron jugar a un familiar o un allegado. Lo que pase después dependerá mucho de ellos, pero también del apoyo de ese círculo primario.

En diciembre de 2023, Romina y Alejandro Oro renunciaron a sus puestos gerenciales en las empresas Tecpetrol y Bagó, dejaron su casa en el barrio porteño de San Cristóbal, y se mudaron a España, para que Faustino pudiera competir más seguido. El 30 de junio de este año, su único hijo se convirtió en el maestro internacional más joven de la historia del ajedrez. Por supuesto, hay un grupo de mecenas que sostienen y hacen posible este proyecto.

“La música y el ajedrez producen muchos chicos prodigio”, señala el ex campeón platense de ajedrez y profesor desde hace 30 años, Alejandro Giampa, pero “si el talento no está acompañado por esfuerzo, no pasa nada. Es una planta sin sol ni agua”.

Al igual que sus colegas, cree que la pandemia le dio un nuevo impulso al juego y que la tecnología lo potenció, aunque tampoco pasa por alto que las escuelas de ajedrez hayan empezado a dar clases a chicos de menor edad.

Más allá de individualidades, considera que la edad estándar para aprender a jugar son los 6 años, “cuando empiezan a tener capacidad de abstracción y cálculo”, aunque existe un “preajedrez -explica- como un juego de ingenio, que le abre la apetencia sin la exigencia que puede terminar con la magia”.

También considera a Faustino un caso único, sobre todo en un país como Argentina, que, aunque tenga en el ajedrez a uno de los deportes con más afiliados, no cuenta con apoyo oficial como sucede como India y China. “Faustino tiene una capacidad de cálculo, concentración y memoria realmente asombrosa”, cierra.