Una multitud tiñó el granate de azul y blanco

Gimnasia vivió una verdadera fiesta ayer en el Néstor Díaz Pérez de Lanús, donde prácticamente fue local en el choque frente a Barracas Central por los octavos de final de la Copa Argentina.

Pese al día, el horario y la distancia, los fanáticos del Tripero acompañaron a los dirigidos técnicamente por Marcelo Méndez, quienes retribuyeron en el verde césped el aliento que llegó en todo momento desde las diferentes tribunas.

Con múltiples banderas y un enorme telón que ocupó toda la popular, el Lobo tiñó de pleno azul y blanco la estructura granate, con algo así de 8 mil almas, varias que fueron llegando con el correr de los primeros minutos del partido que tuvo a Darío Herrera como encargado de impartir justicia.

Sin dudas el encuentro lo ameritaba. La chance de dar un paso más dentro de la Copa Argentina (objetivo de siempre), sumada a la despedida de Benjamín Domínguez, transferido al fútbol de Italia, y ante Barracas Central, equipo que suele tener un trato especial dentro del fútbol argentino, significaba demasiado condimento en la previa. Así lo dejó en claro el público del Lobo, que no dudó un segundo.

En todo momento las miles y miles de almas albiazules mantuvieron un constante apoyo para un once que comenzó de gran manera, pero que tardó mucho en conseguir algo que mereció desde los primeros instantes.

Con Domínguez como el gran protagonista de la jornada, la explosión total llegó en el complemento.

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Tras ese centro cargado de esperanza de David Zalazar que Rodrigo Castillo transformó en asistencia, el gran agasajado hizo lo suyo. Una demostración de talento y técnica individual.

El “7” bravo del Mens Sana la durmió con su pierna menos hábil y, sin dejar que la pelota picara, sacó un remate cruzado imposible para un Marcelo Miño que hasta ese momento era la única razón del 0 a 0 en la fría jornada en Lanús.

La redonda besó el fondo de la red y el mencionado Domínguez le dio, por ahora, su última gran alegría al pueblo Tripero.

El festejo llegó con el grito atragantado de toda la gente que hizo el esfuerzo económico de trasladarse hasta el estadio del Granate, los abrazos de todos sus compañeros y unas lágrimas que cayeron de su rostro en el mismo momento en el que desde las tribunas bajó el “Benja, Benja”.

Sobre el cierre del encuentro, ya consumada la clasificación a los cuartos de final de la Copa Argentina y dejada atrás una batalla campal de elevado costo para Méndez y sus colaboradores, todo el equipo festejó de cara a la hinchada.

Allí continuaron los aplausos, los cánticos y una última foto del gran protagonista de la jornada, quien regaló su pantalón y se llevó como premio un lobito de juguete y una muestra más de todo el cariño que deberá meter en su bolso rumbo al fútbol italiano para ahora defender la camiseta del Bologna.

Antes de la típica imagen del final, con el grupo del Tripero y el cheque del premio por dar un paso más en Copa Argentina, sus compañeros volvieron a poner a Benjamín Domínguez en el foco principal de la jornada.

Varios de ellos levantaron en andas a un pibe que otra vez resultó clave y vital, para el 1 a 0 ante un rival siempre difícil como Barracas Central.

Gimnasia vivió una verdadera fiesta en cancha de Lanús, la cual tuvo absolutamente de todo para los que allí la vivieron. Buen rendimiento, buen fútbol, el gol del gran agasajado, una batalla campal sobre el cierre y nada menos que el boleto a la próxima instancia de la Copa.