“Viudas negras”: el pasado siempre vuelve

Maru lleva una de esas vidas de calendario, en un barrio cerrado, pero el pasado nunca muere, ni siquiera es pasado, y vuelve a su vida en la forma de Mica, amiga de la juventud. Colega, en realidad: años atrás, ambas fueron viudas negras que drogaban a hombres para robarles. Y ahora, por esas cosas de la vida y de la trama, tienen que volver a trabajar.

Es la premisa de “Viudas negras, p*tas y chorras”, creación de Malena Pichot que estrena hoy su primer episodio en TNT, y que a partir de mañana podrá verse, entera, a través de Flow: Pichot es Mica, y Pilar Gamboa es Maru, dos fuerzas de la naturaleza cómica que se encuentran en esta creación que la artista de “Cualca” viene intentando desarrollar hace una década.

Pichot es creadora, showrunner y protagonista, pero el título, revela el elenco, fue una idea de Marina Bellati: eran solo las “Viudas negras” hasta que intervino Bellati y puso en palabras “esa bronca que genera que sean mujeres. Mujeres y muy creativas, porque qué creatividad, la viuda negra: hay que mirar, elegir la víctima, laburar… Y molesta que sean mujeres, por eso el eslogan que largó Marina, espontáneamente: es mujer, es p… ¡y chorra! Lo sedujo, le afanó… es como que hay que destruirla”, cuenta Monna Antonópulos, que junto a Bellati son parte de un grupo de vecinas que “están al pedo” y les viene al pelo en su tedio la presencia en su barrio idílico de actividad criminal.

Bellati, que adelanta entre risas que “la serie es un instructivo” hacia esa creatividad de las viudas negras, recuerda que el proyecto tardó años en llegar a la pantalla. “Malena me lo había contado hace tiempo, así que cuando finalmente me dijo que se iba a hacer, me volví loca: la serie tiene toda, tiene todo”, dice. Y enumera: “Tiene un equipo brutal”, afirma en referencia a la presencia de Alan Sabbagh, Julián Lucero, Georgina Barbarossa, Pachu Peña , Emilia Mazer, Julián Kartun y Fernanda Callejón, entre otros.

Para Barbarossa es, de hecho, el regreso a la ficción: “Poder hacer ficción en un momento donde no hay trabajo en la televisión, donde el bastión de los actores es el teatro, fue fantástico. Para mi, volver a ser ficción fue una fiesta: pedí permiso y me dijeron que vaya nomás. Y fui, como un perro yendo a la plaza, moviendo la cola, contento, estaba fascinada”, relata.

LA COMEDIA COMO REFUGIO

Sigue Bellati: la serie tiene además “thriller, risas, mucho humor negro”. Es una comedia, ante todo, porque Pichot es ante todo comediante. Y es un buen momento, señala Barbarossa: “Se necesita siempre la comedia, más en este momento de tanta violencia: la gente necesita ver algo que le haga reír”.

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La comedia “es un refugio”, continúa Bellati. “Está todo pésimo, sí, y es meterte un ratito en la trinchera”.

Y Antonópulos recuerda: “Terminamos de filmar en noviembre, del primer año de esta nueva realidad que se instauró. Yo por lo menos llegué arañanado anímicamente… Entonces, hacer una comedia para nosotros también fue un espacio de refugio, tirás unos meses más. Y el espectador también necesita eso: estamos inundados de sobreinformación que nos quema la cabeza”.

No es puro escape, sin embargo: los 8 episodios de 30 minutos meten el dedo en la llaga de la sociedad, sus tensiones de clase, sus prejuicios. “Habla mucho de nuestra identidad”, define Barbarossa. “Es que a través de la comedia se pueden decir muchas cosas. Hay un poquito de sacudón a todos los estratos sociales”, completa Sabbagh, que interpreta al marido de Pilar Gamboa en la ficción.

“Es un refugio también en ese sentido”, sigue Bellati. “Uno muchas veces se refugia en la comedia para decir las cosas incómodas, es una herramienta que tengo siempre a mano, en la cartera, para poder decir las cosas. Y para sobrevivir, como primera medida”.

“La risa sana, está comprobado”, agrega Callejón. “Estamos en una sociedad rota, en un mundo roto, pero acá invitamos a reírnos un poco de nosotros”. “Es como cuando te cuentan ese chiste que sabés que te lo están diciendo en serio: tiene algo de eso”, se ríe Sabbagh.

Ese balance entre la risa y la sátira, entre el comentario social y la comedia, “no es algo fácil de escribir bien”, dice Antonópulos. “Y además, hay poco espacio para mujeres que cuentan ese género. Pero en el último tiempo, creadores como Malena, gente que siempre tuvo un espíritu emprendedor, han sido captadas por las plataformas. Y se dan cuenta que hay público para ese tipo de historias”.

“Mujeres humoristas hubo siempre, la primera fue Niní”, recuerda Barbarossa, para quien “Malena sería como una Niní del 2025, es genial, es brillante, puede interpretar miles de personajes: es una gran artista”.

Pichot es, de hecho, el motivo por el que todos dijeron que sí a la propuesta sin pensarlo. “Su audacia la define, es audaz, muestra su inteligencia”, dice Callejón. “Y está contando una historia que no cuenta nadie: es algo que no se ve en otras plataformas. Consumimos mucho en plataformas, pero consumimos mucho de lo mismo, no existe este tipo de comedias”.