Alma Viva Alma Fuerte

Roberto G. Abrodos

No era platense, pero lo fue como muchos por haber vívido tanto tiempo aquí y por su inmenso legado. Vivía en una casa de madera de dos ambientes, en diagonal 74 casi esquina 38, frente a la vieja plaza Alsina. La deslealtad de sus amigos, el abandono, lo habían sumido en la pobreza, donde pasaba sus horas más tristes, dedicado al dibujo según Faustino Bruguetti[1] que lo visitaba. Sus pensamientos provenían de la realidad que lo rodeaba. De su alma atormentada salieron sus más grandes poesías, no era un hombre malo, de tan sensible, tosco tal vez por antonomasia, los que lo trataron coincidían en decir que era un idealista, pero no un idealista soñador de quiméricas abstracciones, sino un idealista humanitario, descarnado, veraz y enérgico.

Sus pensamientos provenían de la realidad que le tocaba vivir. Es así que tanto su labor pedagógica como el estilo de su oratoria, en un perpetuo tono de prédica, le valieron adhesiones y rechazos extremos. Se llamaba Pedro Palacios (Almafuerte) y como antecedente curioso transcribo el texto del registro de la Parroquia de Morón, donde fue inscripto al nacer y aclara las dudas y polémicas sobre su verdadero nombre.

“El infrascripto, cura vicario de Morón, certifica que en el libro de Bautismo al folio 122 se registró la siguiente partida: El 27/8/1854 yo, el cura vicario en la parroquia de Morón, bauticé solemnemente y puse los Santos Oleos a un niño que nació el 13 de mayo de 1854, de Vicente Palacios y Jacinta Rodríguez, Padrino Eduardo Rodríguez, a quien advertí el parentesco espiritual y demás obligaciones contraídas”. Al margen de dicha acta dice: “Pedro Palacios concuerda bien con su original de que doy fe y a pedido de parte interesada existido el presente testimonio”. Firmado: Pablo Darbon cura. Esto vendría a demostrar que el agregado de la B. fue obra del poeta y que no responde a nombre alguno.

En cuanto a su seudónimo tuvo su origen en unos comentarios sobre temas de actualidad que publicaba en el diario “El Día” de nuestra ciudad, el periodista Carlos Olivera firmaba Alma Viva. En desacuerdo con algunas de sus ideas y más en broma que en serio, para darle más fuerza a sus réplicas, resolvió responderle en otro diario con el seudónimo de Almafuerte.

El más antiguo antecedente de su nueva casa se encuentra en el Registro de la Propiedad de La Plata, que dice así: “El 29 de abril de 1886, siendo las 3 y 45, se presentó a este Registro la siguiente inscripción: Don Antonio Ferreira vende a Don Eugenio de Milani, con fecha 1 de abril del presente año y ante el escribano don Enrique García, un lote de terreno ubicado en esta ciudad, señalado en el plano especial con el número 10 – manzana M – Sección 29, compuesto de 7,50 metros de frente por 50 metros de fondo; lindando al Sud Oeste el lote 9; al Nordeste terreno particular al Noroeste el Boulevar 66 y al Sudeste el lote 1, la venta se efectúa por la suma de Doscientos pesos Nacionales”.

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Años más tarde, el 21 de mayo de 1911, don Eugenio De Milani se presentó ante el escribano don Francisco y Silva manifestado que el 8 de ese mismo mes y año había vendido a don Pedro Benjamín Palacios y Rodríguez un lote de su propiedad con frente a la calle 66 en la suma de seis mil pesos moneda nacional y al contado.

La casa fue construida por De Milani, quien la terminó en 1886. Es como la mayoría de las levantadas a fines del siglo XIX, de una sola planta. En su frente presenta una alta ventana, y a cada lado de ésta una puerta; la de la derecha, que da acceso al jardín, y la de la izquierda, que comunica con la amplia sala, a continuación de la cual hay dos habitaciones y la cocina, el baño está separado del resto de la edificación y ubicado después de un gran tinglado que hizo construir el poeta. Además hay un pequeño altillo sobre la cocina, al cual se llegaba con una escalera portátil. Los Techos, de vigas con ladrillos a la vista, lo mismo que los pisos de todas las habitaciones, zaguán y patio.

Almafuerte adquirió la propiedad, que tiene una superficie de 176 metros cuadrados de edificación y un terreno de 375, con un subsidio acordado por el gobierno de la provincia de Buenos Aires.

En ella, acompañado de los cinco hijos de su sobrina, doña Jacinta Suárez Palacios de Loustau, pasó sus últimos años dedicando parte de su tiempo al cuidado de la huerta y del jardín, donde plantó varios árboles, de los cuales aún se conserva el rosal y una higuera. También construyó un horno, en el cual el poeta gustaba hacerse diariamente el pan.

A su muerte, ocurrida el 8 de febrero de 1917 y de acuerdo con la cesión de derechos que se había realizado, la propiedad quedó en poder de los cinco hijos menores de su sobrina, que tenían por apellido el de Gismano.

Años después, como Almafuerte no había podido levantar la hipoteca que constituyó sobre la casa, el Banco Hipotecario Nacional la sacó a remate, adquiriéndola la Municipalidad de La Plata en junio de 1921, con el propósito de fundar en ella biblioteca y centro de estudios, pero esta idea no se llevó a la práctica y la casa quedó abandonada hasta el año 1925, en que a consecuencia de una campaña del diario El Argentino, la Municipalidad, una vez desalojados los hijos de la sobrina, la cedió al Club de Fútbol Gutemberg para instalar en ella la Biblioteca Juan Bautista Alberdi, las estrofas del himno del club pertenecen a Pedro B. Palacios más conocido por el más popular de sus seudónimos, aunque usó otros.

Sean eternos los colores

blanco y verde, verde y blanco.

Los cantamos alto y franco,

sin vergüenza y sin temor.

Ningún club podrá en la vida

si nos juega legalmente

derrotarnos frente a frente

en los campos del sport.

Viva Gutenberg querido,

donde tantos han luchado

donde tantos han hallado

fuerzas, músculos y salud.

Viva la Patria Argentina

la libertad y la cultura,

el progreso y la bravura

del Gutenberg Football Club.

El progreso y la bravura

del Gutenberg Football Club.

En 1928 un grupo de escritores y pintores fundaron la Agrupación Bases y solicitaron a la Municipalidad la entrega de la propiedad para su custodia. El 8 de marzo de 1929 el Concejo Deliberante aceptó el pedido con la condición, entre otras, de que instalaran en ella una escuela nocturna para adultos, una biblioteca con nombre de Almafuerte y crearan un Museo del poeta. La agrupación se dio de inmediato a la tarea de reparar la casa, que estaba en muy malas condiciones y dar cumplimiento a los requisitos exigidos por el Concejo Deliberante.

En el año 1945 la Municipalidad se hizo cargo nuevamente de la casa, quedando a su cuidado la conservación del Museo Biblioteca y Archivo en que había sido transformada.