Realeza: el camino de Christian, de príncipe a rey de Dinamarca

El futuro es hoy. Y esos bebés principescos que nacieron en los albores del siglo XXI ya se han convertido en hombres y mujeres con derechos y obligaciones de estado. Vimos llegar a la mayoría de edad a Amalia de los Países Bajos y a Elizabeth de Bélgica y en este octubre les toca el turno al príncipe Christian de Dinamarca y a la princesa Leonor de España. Ellos serán los protagonistas de nuestras próximas entregas.

El domingo pasado Christian festejó sus 18 años con una fiesta en el Palacio Real. La concurrencia fue variopinta y se entremezclaron tiaras y vestidos de gala con jóvenes de la edad del cumpleañero, en zapatillas. De ninguna manera fue un fallo de protocolo sino más bien la vida misma.

Foto oficial de la familia real con motivo del 18 cumpleaños del príncipe Christian / Web

Christian, como hijo mayor de la pareja formada por los príncipes herederos Federico y Mary, nació para ser rey. Lo será algún día, luego de su abuela y su padre, si el destino así lo quiere. Hoy tiene por delante un período de formación en el que cometerá más errores que aciertos como cualquier joven. Claro que sobre él pesan siglos de historia.

Desde el rey Ogendus, del que poco sabemos y hasta dudamos que haya existido, hasta la muy terrenal y mediática reina Margarita II fueron 68 los monarcas que sellaron el destino de Dinamarca en los últimos dieciséis siglos. De los primeros no hay casi huellas pero a partir del siglo X comenzaron a tallarse en piedra sus hazañas. A estas piedras, escritas en el alfabeto rúnico, se las conoce como runas o estelas rúnicas. Y encontramos en ellas algunas curiosidades dignas de mención.

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La runa de Jelling nos relata la historia de Harald, que reinó entre 958 y 986. Su nombre no les dirá gran cosa pero su sobrenombre les va a resultar familiar y recordarán esta invocación cada vez que escuchen música con sus auriculares inalámbricos o conecten un dispositivo con otro. Porque a Harald nadie lo llamaba así sino que era conocido como Blátonn que en nórdico antiguo significa “diente azul”- Seguramente las caries u otra enfermedad había teñido su dentadura. Harald fue el primer rey cristiano y once siglos después, en 2000, la empresa Ericsson lo homenajeó llamando Bluetooth (“diente azul” en inglés) a su nueva tecnología. E, incluso, el símbolo que nos indica que estamos conectados está creado a partir de las runas hagall y berkana que corresponden a las iniciales de Harald Blátonn.

Tengan la certeza los lectores que algunas prácticas no son invento de políticos contemporáneos. Allá por el siglo XIII reinó en Dinamarca un señor llamado Erik que pasó a la historia como el rey Kipling, un apodo que se refiere a una moneda medieval cortada y de menor valor. El viejo Kipling era bastante corrupto y sus malos manejos administrativos devaluaron la moneda danesa. A Dinamarca le costó años recuperarse de administraciones fraudulentas y lo logró un siglo después al asumir el trono una mujer. Margarita I fortaleció la economía y fue el único monarca que logró reunir bajo su dominio a Dinamarca, Suecia, Noruega y otros reinos menores.

Futuras reinas con Christian de Dinamarca: Estelle de Suecia, Ingrid Alejandra de Noruega, Amalia de los Países Bajos y Elizabeth de Bélgica / Web

En la guerra, tanto hombres como mujeres, eran despiadados con el enemigo pero sensibles, a su manera, con los miembros del clan al que pertenecían. Los personajes de la exitosa serie Vikingos son verosímiles e, incluso, Rollo, el hermano de Ragnar Lothbrok, realmente existió. Rollo lideró en 860 el asalto a París y fue gobernador de Normandía. Entre sus descendientes se encuentra el rey Guillermo I de Inglaterra, antepasado de muchas de las testas coronadas de siglos posteriores.

Los daneses conquistaron y fueron conquistados a través de los siglos hasta que en la Edad Moderna se consolidaron como nación. Y hubo de todo. Reyes que la hundieron y otros que la enaltecieron.

Tiene por delante un período de formación en el que cometerá más errores que aciertos

En el siglo XVIII reinó Christian VII quien sufría de esquizofrenia, una enfermedad agravada por la desidia y crueldad con que lo trataron sus padres y maestros. Las crónicas de la época dejan constancia de un hecho curioso: la gran preocupación de la corte era la frecuencia con que Christian se masturbaba y la permanente necesidad de participar en orgías, cuanto más multitudinarias, mejor. El matrimonio con la princesa británica Carolina Matilde no mejoró la locura de Christian así que para tratarlo de sus anomalías se trajo a la corte al doctor Johann Struensee. El remedio fue peor que la enfermedad ya que Struensee anuló completamente a Christian, tomó las riendas del poder y se convirtió en el amante de Carolina Matilde.

En el siglo XIX a los daneses no les fue mucho mejor con el reinado de Federico VII pero por falta más que por exceso. El pobre Federico por más que se casó varias veces no pudo nunca tener hijos así que a su temprana muerte el reino recayó en un primo lejano. El advenimiento de Christian IX, sin embargo, fue providencial ya que volvió a poner a la devaluada Dinamarca en el mapa de Europa y lo hizo a través del amor y no de la guerra. Mejor dicho, a través del matrimonio de sus seis hijos. Sus tres hijas se casaron” bien”: Alejandra con el futuro rey de Inglaterra, Dagmar con el zar de Rusia y Thyra con el rey de Hannover. El hijo mayor y heredero se unió a una princesa sueca, el menor con una Orleans y el del medio se convirtió en el primer rey de Grecia de la era moderna. Todos tuvieron una descendencia prolífica al punto de que el rey Christian IX era conocido como “el abuelo de Europa”. Y de esos nietos descienden la mayoría de los miembros de las casas reales reinantes y no reinantes actuales.

Llegamos así al siglo XX en que al rey Federico IX se le planteó un problema: con su esposa, la reina Ingrid, solo había tenidos hijas mujeres. Su hermano fue el heredero del trono hasta que se derogó la ley sálica que permitió que su hija mayor, Margarita, le sucediera cuando falleció, en 1972.

A Margarita II le sucederá Federico, su hijo mayor y a él Christian, en quien está puesta hoy toda la atención por haber cumplido sus 18 años el 15 de octubre.

Los príncipes herederos de Suecia y Noruega en el cumpleaños de Christian de Dinamarca / Web

La celebración del pasado domingo sirvió para que diga su primer discurso. Un poco torpe y extremadamente nervioso, el príncipe se dirigió especialmente a los 200 jóvenes de 18 años que habían sido invitados a la gala. “No somos iguales pero estamos en el mismo lugar” dijo. Aunque se acordó de aclarar que él ya tiene asegurado un puesto de trabajo. Su destino es ser jefe de estado del país con todos los privilegios y obligaciones que eso implica.

El cumpleañero lució traje de gala y las primeras condecoraciones que ha recibido. Estaba regio, claro, pero el ojo de los medios estaba puesto en los vestidos de las damas que lo acompañaban.

Había reinas y princesas de todas las edades y ninguna se decantó por la sencillez. Lucieron sus mejores joyas y eligieron a los más grandes diseñadores para sus vaporosos y sofisticados trajes.

Festejó la mayoría de edad con una fiesta en el Palacio Real y la concurrencia fue variopinta

La reina Margarita, la reina Ana María de Grecia y la princesa Benedicta (abuela y tías abuelas de Christian) sacaron del joyero real collares, corsagge, pendientes, pulseras y, obvio, tiaras que con sus diamantes podían iluminar una habitación. De la generación siguiente deslumbraron la mamá del cumpleañero, Mary, la tía Marie y Victoria y Mette Marit, princesas herederas de Suecia y Noruega respectivamente. El diseñador más elegido entre esta generación fue Elie Saab y, aunque no han sido todos aplausos porque siempre hay algún drapeado que chinga o un corte mal hecho que ajusta, la veteranía y la profesionalidad con que se mueven en estos saraos reales, siempre deslumbra.

La nueva generación viene pisando fuerte y hoy acaparan todas las miradas. Si se cumple la ley de la vida cuando a Christian le toque reinar muchas de sus “colegas” serán mujeres. Y tres de ellas lo acompañaron a soplar las 18 velitas y brillaron con luz propia.

La princesa de Orange, Amalia, estrenó un vestido azul de Essential Antwerp y del cofre sacó todos los zafiros de sus requetatarabuelas. Ya lo dijo en varios reportajes: ama las joyas y conoce a la perfección la historia de cada una de ellas.

La reina Margarita, la princesa Benedicta y la reina Ana María de Grecia / Web

A su lado ingresó la duquesa de Brabante, heredera al trono de Bélgica, con un vestido strapless de Natan en color champagne y guantes a juego. Elizabeth nos está cerrando la boca a los que pensábamos que era poco sofisticada. No apuesta a las joyas, que son pequeñas y sencillas, pero tiene un gran porte y una hermosa sonrisa.

La tercera estrella de la noche fue Ingrid Alejandra, futura reina de Noruega. Aunque es sabido que la princesa prefiere mil veces la ropa informal estaba radiante con un vestido de la firma Pucci que su madre había estrenado hace más de diez años. Un diseño atemporal de un solo hombro, de falda vaporosa. Joyas, las justas. Una tiara de perlas y un conjunto de aros y pulsera que pertenecieron a alguna reina lejana en el tiempo.

Completaron este ramillete las pequeñas princesas que aún miran expectantes a sus hermanas y primas más grandes y esperan con ansiedad que les dejen poner tiaras. Por ahora se conforman con convencer a sus madres de ponerse atuendos que las hagan parecer menos niñas.

A fin de mes cumple la mayoría de edad la princesa de Asturias. Leonor es la heredera del rey Felipe VI y habrá celebraciones aunque seguramente serán mucho más austeras. Como siempre dice la reina Letizia “se nos están haciendo mayores”. Ojalá cada uno de estos jóvenes encuentren el camino del bien y tomen conciencia del papel que la historia les tiene reservado. Y que disfruten de esta nueva etapa que en su vida comienza.