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La ley y la trampa: los artilugios de las empresas para evitar el etiquetado frontal

Hace más de un año que la normativa entró en vigencia y si bien muchas compañías se adecuaron, otras hallaron la forma de quedar “libres de octógonos”

La ley y la trampa: los artilugios de las empresas para evitar el etiquetado frontal

Se encontraron irregularidades en el 37% de los productos evaluados / web

Camila Moreno

Camila Moreno
cmoreno@eldia.com

22 de Octubre de 2023 | 06:12
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La ley de etiquetado frontal ya lleva más de un año activa y esto puede verse en las góndolas de cualquier comercio en donde abundan los productos llenos de octógonos que advierten a los consumidores. Pero a pesar de esto, un relevamiento realizado por la Fundación Interamericana del Corazón Argentina (FIC Argentina) en supermercados de Capital Federal y el Gran Buenos Aires encontró irregularidades de distinta índole en el 37% de los productos evaluados.

Según este estudio el 28% de los incumplimientos estaban ligados a cuestiones de marketing dirigidas a niños, niñas y adolescentes, vale señalar que la normativa plantea que aquellos productos que tengan al menos un sello no pueden llevar en su envase personajes infantiles, animaciones, celebridades, regalos o formar parte de concursos.

Por otro lado el 5% de los productos si tenían sellos pero estos no respetaban la ubicación establecida por la ley que dice que deben estar en el extremo superior, de manera que sean más visibles, mientras que otro 5% no cumplían con el tamaño reglamentado. Además de que en el 4% de los productos no había correspondencia entre la información nutricional y/o la lista de ingredientes declarada en el rótulo y los sellos y/o leyendas precautorias consignados.

Hecha la ley hacha la trampa reza el refrán y en este caso aplica perfectamente, es que más allá de estas irregularidades las empresas encontraron muchas formas de evitar quedar marcadas y en ningún caso tienen que ver con mejorar la composición nutricional de sus alimentos, lo que hace que la efectividad de la ley sea puesta bajo la lupa.

En ese sentido la Licenciada en Nutrición Erika Noelia Skrypnik (M.P. 5259) aseguró que “la ley funciona” pero que “lo que falta es mayor fiscalización del Estado para que las empresas la cumplan de forma correcta”. Pero además resulta fundamental “también la fiscalización ciudadana, poder reportar como consumidores cuando vemos que un producto no cumple con la ley”, esto puede hacerse a través de la página nolodejemospasar.org, señaló la especialista.

Los cambios no siempre positivos

Además de ser una herramienta fundamental para que los consumidores sepan que están comprando, la ley también podía pensarse como un instrumento que impulse la modificación en las fórmulas de los productos. De hecho esto sucedió, pero no de la manera en la que se esperaba. Es que las compañías en su afán por evitar sellos cambiaron sus ingredientes pero no necesariamente por otros más saludables.

“Muchas empresas encontraron como reemplazar ingredientes en sus fórmulas para que no los alcance la ley, siguen siendo ultraprocesados llenos de aditivos pero que por una pequeña modificación en su fórmula lograron no llevar sellos, pero esto no significa que no tenga ni azúcar, ni sodio, ni grasas” destacó Skrypnik.

Esta no fue el único truco implementado ya que, tal como indicó la licenciada, otras optaron “simplemente por cambiar la denominación del producto, un claro ejemplo de esto es el famoso turrón al cual lo denominaron ‘suplemento dietario’ de esta forma deja de ser considerado un ‘alimento’ y así evita llevar sellos”.

Es por eso que si bien es importante detenerse y evaluar los sellos los consumidores deben tener otras cosas en cuenta además de la ausencia o poca presencia de octógonos. En esa línea resulta “importante entender que no podemos comparar por ejemplo un snack con un yogurt, ya que quizá nos encontramos con que una papa frita no tiene sellos o solo uno y un yogur tiene dos o más y esto no significa que es ‘más saludable’ comer un snacks que un yogurt. Debemos comparar dentro de un mismo grupo de productos, yogures con yogures, galletitas con galletitas o papitas con papitas”, sostuvo la nutricionista.

El marketing de lo saludable

Pero más allá de estas fallas o artilugios que pudieron encontrar las empresas, la ley llegó para ponerle fin al marketing de lo saludable bajo el que se promocionaban múltiples productos y esto quizás fue lo que llamó la atención de los consumidores.

Esto pudo observarse en el caso de los alfajores de arroz o algunas galletitas que se ofertaban como opciones sanas y finalmente terminaron ostentando la misma cantidad de sellos que algunas golosinas. Lo que resultó sumamente beneficioso en el caso de aquellos compradores que adquirían estos productos pensando que estaban consumiendo algo sano.

La especialista explicó que esto se debe a que “por más que un producto aparente ser saludable por su packaging no significa que no tenga nutrientes críticos o no sea un ultraprocesado. Por este motivo vemos productos con muy buen marketing con apariencia de saludables que hoy tienen uno o más sellos, esto es básicamente porque superan los umbrales establecidos por la ley”.

Ante esto, vale detallar que la normativa basó sus lineamientos en el “perfil de nutrientes de la Organización Panamericana de la Salud, entonces todo producto que tenga algún nutriente crítico debe llevar el sello de advertencia. Estos son: exceso en azucares, grasas totales, grasas saturadas, calorías, sodio. También se deben colocar las leyendas precautorias respecto a si el producto tiene cafeína o edulcorantes ya que estos no se recomiendan en niños/as”.

A pesar de como fue abordada por las empresas la ley sí tuvo saldo positivo en lo que refiere a los consumidores, por lo menos así lo sostuvo la especialista al argumentar que en su consultorio recibió todo tipo de preguntas por parte de “los pacientes que querían saber de qué trataba la ley, que producto debían elegir”, ahora a más de un año de su implementación “ya están más adaptados y les resulta más fácil ver el sello que dar vuelta el producto y leer la tabla nutricional” por lo que sí se puede asegurar que “el impacto fue positivo, en algunos casos confuso, pero nada que no se pueda resolver en una consulta”, definió.

El consumo de los argentinos

Además del relevamiento en los supermercados, la FIC también rastreó el patrón alimentario de los argentinos y el resultado que encontraron fue que el “país se caracteriza por un elevado consumo de productos ultraprocesados en detrimento de alimentos nutritivos. Esto atraviesa a todas las regiones y estratos sociales del país; y particularmente en niños, niñas y adolescentes se identifica un peor patrón alimentario”, declaró Victoria Tiscornia, nutricionista e investigadora de dicho organismo.

Tal es el consumo de ultraprocesados por parte de los adultos que el 29% del aporte calórico diario proviene de este tipo de productos, mientras que en el caso de los niños el 35%. Esto va de la mano con una escasa ingesta de frutas y verduras, mientras que los adultos consumen el 32,14% de la cantidad recomendada los niños solo ingieren el 20%.

“La ley de etiquetado justamente busca mejorar esta situación a través de una serie de medidas que contemplan desde la incorporación de sellos en productos con exceso de nutrientes críticos”, subrayó Tiscornia.

Ante esto para una mejor alimentación y para evitar problemas relacionados al consumo de productos ultraprocesados la licenciada Skrypnik concluyó que lo mejor es “apostemos por los alimentos reales cereales, legumbres, carnes, huevos, lácteos, frutas y verduras y que los empaquetados sean elegidos a conciencia evitando los ultraprocesados y aquellos productos que contengan varios sellos de advertencia”.

“Muchos encontraron como reemplazar sus fórmulas para que no los alcance la ley pero siguen llenos de aditivos”

“Por más que un producto aparente ser saludable por su packaging, no significa que no pueda ser un ultraprocesado”

“Muchos encontraron cómo reemplazar sus fórmulas para que no los alcance la ley, pero siguen llenos de aditivos”

 

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Erika Noelia Skrypnik, licenciada en nutrición

Se encontraron irregularidades en el 37% de los productos evaluados / web

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