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La Ciudad |HISTORIAS PLATENSES

Cocineras solidarias: las mujeres detrás de las ollas

Los comedores y merenderos barriales garantizan al menos un plato de comida diario para miles de personas en la Ciudad y en todo el país, algo que no sería posible sin el arduo trabajo de quienes se cargan al hombro esta tarea

Cocineras solidarias: las mujeres detrás de las ollas

La casa de María tiene las puertas abiertas a todo el barrio / Comedor todos por una sonrisa

Camila Moreno

Camila Moreno
cmoreno@eldia.com

14 de Agosto de 2023 | 01:22
Edición impresa

Magalí vive en barrio Aeropuerto, trabaja en una institución educativa y tiene tres hijas, una adolescente de 14 años y las gemelas de 10. Pero como si su día tuviese más horas que el de los demás, en el tiempo libre que le queda entre su trabajo y maternidad -si es que le queda algo- coordina junto a Gladys Martínez un merendero en la plaza del barrio.

Como Magalí, una gran cantidad de mujeres trabajan a diario -de manera gratuita- para darle de comer a cientos de personas en todo el territorio nacional, que de otra manera no tendrían forma de acceder a un plato de comida. Por lo que organizaciones sociales impulsaron un proyecto de ley que busca que se les otorgue una remuneración económica que reconozca la actividad que llevan a cabo estas mujeres en todo el país.

Cada uno de los comedores y merenderos emplazados en los barrios nacieron por iniciativa de las vecinas que al notar las necesidades por las que pasaban muchas familias, decidieron tomar cartas en el asunto. Actualmente el panorama es cuanto menos desolador, según un informe elaborado por Unicef junto con la organización La Garganta Poderosa, mas de un millón de niños se saltea al menos una comida diaria, no importa si es desayuno, almuerzo, merienda o cena.

Fue la mirada atenta de Magalí Ruiz Díaz la que promovió la fundación del merendero coordinado por la Cooperativa de Mujeres de Barrio Aeropuerto Titi Navarro, cuando en plena pandemia, vio como afuera de la escuela Nº 27 se formaba una “interminable cola de gente que iba a buscar una caja de alimentos, tengan o no alumnos que estudiaran ahí”.

Ese fue el puntapié inicial, “estábamos en plena pandemia, las instituciones del barrio funcionaban mal y me di cuenta que había que hacer algo. No podía haber cola de tres cuadras para retirar los alimentos”, mencionó y agregó que por eso lo habló “con amigas que eran de acá del barrio con las que nos conocemos hace muchos años y dijimos si vamos a hacerlo. En ese momento éramos 45 mujeres”.

El merendero no cuenta con un espacio físico, sino que se monta cada martes y jueves en la plaza de 4 y 611, enfrente de la escuela, lo que “en un primer momento fue genial porque empezamos en junio del 2020 en plena pandemia”, destacó Magalí. Empezaron en ese momento y no pararon, “nos apostamos ahí en la plaza con la merienda y un ropero comunitario a la salida de los nenes del jardín, de la escuela primaria y de la secundaria”, señaló e indicó que actualmente asisten unas 200 personas de 43 familias.

El comedor “Todos por una sonrisa” ubicado en 88 entre 16 y 17, Altos de San Lorenzo, está próximo a cumplir 10 años, “una década, increíble” expresó María Pantoja, su fundadora quien en todo este tiempo vio crecer a una generación completa de chicos. “Los niños venían a comer o al apoyo escolar, siempre con el mismo amor y mismo cariño con el que vienen hoy que ya son grandes y me dicen ‘¿cómo estás María?’, muchos ya trabajan son grandes, los veo bien, los vi crecer”, comentó y un tono de orgullo atravesó su voz.

Al igual que las vecinas de barrio Aeropuerto, lo que motivó a María a generar este espacio fue la urgencia provocada por un momento excepcional, en este caso la inundación del 2 de abril, que en “esta zona fue muy caótica”.

María es oriunda de Perú, hacía apenas tres años que vivía en La Plata cuando entendió que debía hacer algo para ayudar a sus vecinos que atravesaban como podían ese difícil momento, por lo que unos meses después de la inundación entrando en la primavera de 2013 inauguró el comedor en su propia casa. “Yo estaba con mi familia, mis hijos, mis nietos y el ayudar se volvió más un sentir, un compromiso político que con el tiempo se empezó a tornar como una misión de vida”, sostuvo.

 

Nacieron por iniciativa de las vecinas al notar las necesidades de muchas familias

 

Si bien en un comienzo daba comida entre tres y cuatro días a la semana, con el paso de los años y apremiada por el contexto económico tuvo que bajar a una vez a la semana, pero aclaró “por más que no haya comida, el comedor está abierto todos los días, la gente viene me golpea la puerta y me piden lo que necesiten y como puedo los ayudo, así sea con un paquete de harina o con un lugar donde pasar la noche”.

Es un trabajo arduo y de tiempo completo que demanda mucho más que ponerse a cocinar múltiples raciones para cientos de comensales, pero nunca pensó en abandonar, “hoy en día me cuesta soltarlo al comedor porque ayuda, actualmente asistimos a unas 150 familias”, indicó.

“Compartimos lo poquito que tenemos entre todos”, detalló la mujer que reconoció que para esta labor es necesario “tener un gran temple, para poder contener a todas las familias que te escriben pidiendo ayuda”.

MUCHO MÁS QUE UN PLATO DE COMIDA

Aunque ambos lugares empezaron con el fin de cubrir una de las comidas diaria de los chicos, poco a poco se dieron cuenta de que había mucho más por hacer, es que “las problemáticas del barrio empezaron a atravesarnos”, sostuvo Magalí y mencionó que se encontraron con que las vecinas que eran víctimas de violencia de género no tenían a quien acudir ya que “en el destacamento del barrio Aeropuerto no había oficina de género, entonces cuando alguna llegaba golpeada era enviada directamente a la comisaría de la mujer, con lo difícil que es tomar coraje, tomarte el micro y llegar hasta la comisaría si estas toda golpeada”, observó. Ante esta falencia “hablamos con el jefe del destacamento, le pedimos una reunión y a través de la subsecretaría de participación ciudadana logramos que haya una oficina de género en el destacamento”, confirmó.

También realizan colectas para donar a quienes más lo necesitan. Ademas “damos apoyo escolar, tenemos talleres para mamás de adolescentes, hoy desde el punto de vista social una de las problemáticas más difíciles de nuestro barrio es el consumo problemático en los más jóvenes, así que también hicimos capacitaciones con el Sedronar y para poder contenerlos”.

Todo el trabajo es autogestivo, “hace seis meses contamos con una tarjeta que nos dieron desde el Estado en la que cada mes se nos deposita 60 mil pesos, pero todo el resto lo bancamos nosotras, todo sale de nuestros sueldos o haciendo rifas y pidiendo colaboraciones”, detalló. Es por eso que optaron por dar una merienda, y no tener un comedor lo que “se nos haría imposible”, reconoció ya que los recursos salen todos de sus bolsillos, pero a pesar de eso “dos veces por mes entregamos bolsones con mercadería a las familias que vienen”.

La situación es casi un calco de lo que ocurre en el comedor de María, donde también brindan apoyo escolar a los niños que encuentran allí un lugar de contención para pasar sus tardes lejos de las calles y disfrutar también de una merienda. La violencia de género es un tema que también preocupa a María, “acompañamos a adolescentes que son violentadas, lamentablemente también tenemos casos de abuso sexual, tenemos que acudir a la policía. Es un trabajo de todos los días” sentenció.

Pero María no está sola, además de la ayuda de su familia cuenta con la colaboración de muchos voluntarios que a diario le escriben o se acercan para ayudar con lo que esté a su alcance “así sea pelando papas, o con dinero para comprar desde galletitas o detergente para lavar las ollas”, manifestó. En el mes de abril, el comedor comenzará con las actividades deportivas en la plaza del barrio, “vienen unos profesores que son divinos y hacen voley y fútbol, es lindo ver como los chicos se divierten” aseguró y consideró “la verdad es que no vamos a solucionarle la vida a nadie, pero podemos acompañarlos y estar con ellos”.

Del grupo original de 45 mujeres que arrancaron junto a Magalí en Barrio Aeropuerto actualmente quedan 14, “que somos las que no necesitamos un sostén económico. Yo trabajo en un instituto educativo, hay chicas penitenciarias, policías, que trabajan en geriátrico o en limpieza para distintas empresas”, describió y aclaró: “Siempre digo lo mismo la recompensa al trabajo, a mi poco tiempo y al cansancio, es que cuando llego mis tres hijas me miran y me dicen que están orgullosas de mi”.

A más de dos años de su fundación y con la baja sensible de algunas participantes la cooperativa se mantiene activa y hoy “nos resulta sumamente importante que si algún vecino necesita que lo orientes con algún trámite, no tiene para darle de comer a sus hijos, necesita una mochila con útiles porque no logró comprarla o hay una mujer que no sabe como salir de su casa porque el sostén económico es el hombre, todos ellos saben que pueden venir a golpear mi puerta o la de Gladys en búsqueda de ayuda”.

Por su parte María, en estos diez años ha recibido el acompañamiento y la ayuda de muchas personas que se acercaron para ver como podían colaborar, “lo cierto es que desde el ministerio de Desarrollo Social solo nos bajan alimentos dos veces al año, el resto lo conseguimos nosotros”, indicó. Pero más allá de estas dificultades su satisfacción viene desde otro lado, “siento que estoy devolviendo un pedacito a la sociedad, me siento en paz”, declaró la mujer que le dio su vida a esta causa al punto de que abrió las puertas de su hogar que “ya no es una casa, al venir tanta gente no hay privacidad, pero ya no me siento la dueña, siempre digo que solo soy la guardiana del lugar”.

 

Contactos y direcciones

Ambos espacios reciben la ayuda de los vecinos que se acercan para colaborar, con alimentos, útiles escolares, ropa o productos de primera necesidad que son repartidos entre los niños que asisten.

Quienes estén interesados pueden acercarse o comunicarse por teléfono con las referentes de los espacios. De la Cooperativa de Mujeres de Barrio Aeropuerto Titi Navarro ubicada en la plaza de 4 y 611 pueden hablar con Magalí Ruizdiaz al 221-6713909. Mientras que el contacto de María del comedor Todos por una sonrisa, de 88 entre 16 y 17, es 221-6151448.

 

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