Impacto en el vínculo docente: contratos de corta duración y muchos que trabajan en más de una escuela

Periodista

“De no haber intervenido personalmente el jefe del departamento de Historia buscando entre sus conocidos, convocando, convenciendo más allá de sus funciones, esa división de 4to año del prestigioso colegio seguiría sin profesor. Porque no hay docentes. Porque el salario es poco y los problemas muchos y, sobre todo, porque cualquier otro empleo parece más seductor. También, porque al mercado no le interesa nuestro futuro por muchas luces de colores que enciendan promesas”.

En una reciente nota de opinión, la editora de Cultura de Clarín, Débora Campos, desnudaba una de las columnas vertebrales de la educación en Argentina. No hay profesores -afirma Campos- y lo saben las familias de todo el país. “Una docente que se enferma condena a su clase a un parate durante su licencia porque difícilmente alguien llegue para cubrir ese tiempo. No hay profesores de inglés desde hace años, porque tampoco hay estudiantes suficientes en los institutos de formación. Tampoco de matemáticas, física o biología”, continuaba la editora.

Así, se da un micro fenómeno que afecta toda formación docente bajo la tónica de la urgencia: una persona con menos de 10 materias aprobadas de un total de más de 30 previstas en el programa de la carrera docente suele ser convocada, invitada y finalmente empujada a tomar horas frente a una clase. “¿Está preparada o es un imperativo prematuro? ¿Está preparada para operar una estudiante de segundo año de Medicina que será cirujana luego de la carrera de año, de la especialización y de la residencia? La comparación no es forzada”, escribe Campos. Cuesta dar con docentes preparados. Las escuelas y los secundarios hacen malabares para cubrir las plazas que quedan vacantes. Lo advierten hace años los especialistas que estudian el tema: los salarios y malas condiciones ponen en peligro el futuro.

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¿Puede un docente dar una educación de calidad si tiene varios cargos al mismo tiempo?

“En la Argentina no hay datos actualizados sobre la cantidad de docentes que hay en el país”, explica el informe “¿Cuántos docentes hay en la Argentina?” del Observatorio de Argentinos por la Educación. Por su parte, la Unesco alertó sobre la falta de profesores a nivel mundial y la urgencia de formar 44 millones de ellos de cara a 2030 “para que la brecha educativa existente en la actualidad tienda y comience a cerrarse”. La Argentina, además, es el país con más docentes que tienen otro trabajo por fuera de la escuela en la región.

En Argentina 3 de cada 10 docentes de primaria trabajan en dos o más escuelas. La cifra es muy superior al promedio de América Latina, que es de 11,4%, según el estudio del Observatorio de Argentinos por la Educación.

“Hay algunas características de la situación local que llaman la atención, como la cantidad de docentes con contratos de corta duración (posiblemente vinculados a suplencias cortas) o el porcentaje de docentes que trabajan en más de una escuela. Ambos aspectos impactan en la continuidad y la profundización del vínculo de los y las docentes con las situaciones específicas de cada institución educativa”, explica Mariano Alu, Doctor en Educación en la Universidad de San Andrés.

Marina Bertone, docente de primaria e integrante de la organización “Argentinos por la Educación”, plantea el foco en las condiciones materiales de la clase social docente: “Los datos expuestos dejan a la vista varios interrogantes: ¿puede un docente dar una educación de calidad si tiene varios cargos al mismo tiempo? Queda a la vista que los docentes necesitan tener más de un cargo u otro trabajo y eso se debe a las condiciones salariales. En relación directa con esta inquietud está la formación: ¿qué ocurre con la profesionalización de la carrera docente? El tiempo de formación es poco, dejando una gran demanda de capacitación y formación continua que, ante la cantidad de horas de trabajo diario, es imposible llevar a cabo. Creo personalmente que el rol docente necesita fortalecerse para lo que el contexto demanda y este debe ser remunerado de forma tal que los docentes den atención exclusiva a un turno”.

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Se pregunta Débora Campos: “¿Por qué un o una adolescente elegiría cursar un profesorado? La cantidad de materias es la misma que requiere una carrera universitaria de grado, pero la estima social y la retribución salarial son muy inferiores. Además, el mercado demanda de la docencia el cumplimiento de tarea pedagógica, pero además contención emocional, trabajo con límites, resolución de desbordes conductuales e incluso vigilancia sanitaria”.

¿Todo por el mismo precio? ¿A qué costo? En relación a los años de formación, el promedio de estudio es de 3,3 años, una cifra inferior a la de la mayoría de los países de la región. Un parámetro que, en rigor, incumple lo establecido institucionalmente: en 2008, la Resolución Nº 74 del Consejo Federal de Educación instauró que las carreras de formación docente debían durar un mínimo de 4 años.

Se sabe que las últimas pruebas internacionales aplicadas sobre los chicos y las chicas que, en un estimado de diez años estarán golpeando las puertas del mercado laboral, exhibieron resultados alarmantes.

En las pruebas PISA, por poner un solo caso, los noticieros llenaron sus pantallas casi en letras rojas cuando comunicaron que en Argentina 7 de cada 10 estudiantes de 15 años no pueden resolver los ejercicios matemáticos más elementales como ecuaciones sencillas o una regla de tres simple, muy por detrás de Chile y Uruguay. Pero un árbol no tapa el bosque entero.

¿De qué modo pensar una transformación profunda y revolucionaria con la alfabetización, como sugirió Andrés Rieznik, doctor en Física y profesor de la Universidad Torcuato Di Tella, si la comunidad educativa está mal paga, en permanente estrés por su pluriempleo en el correr de una escuela a otra para llegar a fin de mes, y donde por si fuera poco hay escasez de docentes bien formados para la tarea?

Se destinan menos años a la formación docente en nuestro país que en otros de la región

¿Son las fuerzas del mercado las que resolverán la crisis? ¿O son luces de colores para adornar un futuro oscuro? ¿Es posible que mejorar la enseñanza en el nivel secundario impacte positivamente en las tasas de aprobación y en la reducción de la deserción universitaria mientras el país no hace nada para ofrecerles más y mejores profesores a esos estudiantes?