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Kicillof no jugó el partido que le pedían desde su entorno

Mariano Pérez de Eulate

Mariano Pérez de Eulate
mpeulate@eldia.com

18 de Octubre de 2024 | 03:44
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La pelota estaba del lado de Axel Kicillof pero ayer decidió no jugarla. El acto en Berisso por la conmemoración del 17 de octubre terminó siendo, básicamente, un encuentro que desde lo discursivo fue en contra de Javier Milei. Ni una alusión osada, no ya rupturista, al clima de tensión que atraviesa al peronismo por la pelea indisimulada entre el gobernador y Máximo Kirchner y, por extensión, con la madre de éste, Cristina, lanzada a quedarse con la presidencia del justicialismo a nivel nacional.

Hasta ahora, a la exmandataria la desafía el gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela, con quien Axel estaba alineado cuando su colega lanzó su aventura. Que fue en soledad, antes de que Cristina anunciara que aspiraría a lo mismo para hacer una suerte de reformulación del contenido conceptual del PJ -que viene de una derrota humillante- pero “con todos adentro”. O al menos supuestamente. Eso significa que no quiere una interna con el riojano.

Hubo una misteriosa reunión entre Cristina y Axel en las últimas horas, confirmada por los leales a la ex Vice pero increíblemente negada por los voceros del gobernador. Tres horas duró, dijeron. Algunas fuentes aseguran que fue en un departamento que ella habita en San Telmo. Otras que se dio en la casa de un kirchnerista que habla con ambos, terreno neutral digamos. No hay forma de no leer ese encuentro como algo que terminó incidiendo en el acto de ayer, pensado inicialmente como algo nacional pero al final armado para la Región Capital, que tiene los tres intendentes peronistas.

El “Unámonos” o el “No me interesa disputar ninguna interna” o el latiguillo “Unidad, unidad, unidad” lanzado por Axel sobre el cierre del discurso de ayer debe haber dejado bastante descolocadas -¿desilucionados?- a esas voces que lo instaban a rebelarse contra Cristina, a armar una suerte de renovación que reciclara, acaso desde la pelea por la conducción del PJ, su obvio sello de origen cristrinista.

Mucha rosca hubo en la gobernación antes del acto. ¿Qué pensarán los duros kicillofistas como Jorge Ferraresi, intendente de Avellaneda, o Andrés “Cuervo” Larroque, ministro del gabinete provincial? Ahora queda claro que Axel no va a romper, a pesar de semanas de susurrarle al oído la conveniencia del experimento. ¿Y ahora?

Para empezar, Cristina ayer se pasó por la Universidad de Avellaneda, territorio de Ferraresi, en una actitud provocadora pero también de marcación de poder interno y centralidad partidaria.

Aquella desazón tal vez amainara si Axel llevó a los suyos la letra de un acuerdo grande con Cristina, según el cual apoya la unidad en la interna partidaria a cambio de tener decisiva influencia en el armado de las listas legislativas del año que viene. De compartir la lapicera con ella, digamos. Se espera que hayan firmado un papel: la historia de CFK dice que eso sería una rareza.

Hoy está prevista una reunión entre la expresidenta y su desafiante interno, Quintela. Ambos inscribieron listas para la interna, con fecha 17 de noviembre. Lo dicho: los K quieren una lista única y proclamación por unanimidad de Cristina. Desde ayer casi que parece un hecho. ¿O tiene alguna chance el riojano si Buenos Aires no se parte? Tal vez haya algún consenso para que sea algo así como un “sparring” acordado. Pero, aún actuada, esa interna conlleva un gasto que nadie quiere pagar. El sábado vence el plazo para presentar las nóminas.

Rodeado de intendentes, gremialistas, dirigentes sociales y demás Axel ayer ni siquiera dedicó un tiempo mínimo a responder al reciente destrato de Máximo, quien a unas diez cuadras de su oficina, en el platense Club Atenas, dedicó un acto entero a aludir a él y a criticar lo que por entonces era una insinuación de rebeldía, de cuestionamiento a la re-entrada de Cristina al mundo peronista.

Una versión manejada en gremios dice que la reunión entre el gobernador y su mentora fue dura, con insinuaciones respecto a que Axel puede ser presidente “con ella” pero nunca “en contra de ella”. Suena mucho a Cristina, pero probablemente sea imposible de verificar.

Terminó siendo, básicamente, un encuentro que desde lo discursivo fue en contra de Milei

 

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