Ocurrencias: a falsas denuncias, falsos condenados

Lo de las falsas denuncias ha ido ganando terreno con más pausa que prisa. Esta semana en la Ciudad, hubo dos casos que de alguna manera recrean una situación que desde que el #MeToo hizo su entrada en 2017, se fue extendiendo. Correcciones oportunas sobre un exceso de suspicacia de tribunales inferiores que van siguiendo la ola. Es cierto, las mujeres con absoluta razón y en cualquier instancia tratan de cobrarse la enorme deuda que el machismo a lo largo de la historia mantiene con ellas. Y que lamentablemente, los canallas que golpean, matan y violan, la siguen aumentando día a día. Eso es indudable, pero en nombre de esa justa y buscada reparación tampoco debe aceptarse como un simple efecto secundario que aparezcan mujeres fabricando pruebas por venganza, celos o mera conveniencia rentable. Cuentan con un aliado: nadie exige contrapruebas. La simple exposición ya es suficiente evidencia. Por supuesto que huele a descargo machista cualquier cosa que uno diga en contra de las denunciantes que inventan acosos donde no hay, ultraje donde jamás existió, falsos abusos del padre, todo un repertorio de pecados que esa justicia, excesivamente apegada a los aires que se respiran estos días, los dan casi siempre como hechos probados antes de haberlos revisado cuidadosamente.

Esta semana, en la Ciudad, por ejemplo se dio a conocer primero el caso de Marcos Ledesma, el profesor de música que estuvo acusado -y hasta preso- por una supuesta cadena de abusos en un jardín de La Plata. Tras 11 años, 2 meses y 24 días la Justicia acaba de decir que es inocente. Por unanimidad resolvieron pronunciar “veredicto absolutorio para el encausado Marcos Esteban Ledesma”. En el fallo los jueces Ezequiel Medrano, Carmen Palacios Arias y Ramiro Fernández Lorenzo, formularon durísimas críticas respecto de la instrucción de la causa, sobre todo a la hora de tomar las declaraciones de los infantes en Cámara Gesell. Se refirió a una perito de Procuración y al propio fiscal. “Las intervenciones en la recepción de las declaraciones estuvieron plagadas, entre otras irregularidades, de preguntas capciosas, indicativas y por tanto, impertinentes” y refirió a un “reprochable desempeño de quienes llevaron adelante las medidas y por el otro, en la ostensible falta de contralor de la Jueza Garante.

Otro caso

Vayamos al otro caso: el Tribunal en lo Criminal Nº 4 del Departamento Judicial La Plata había condenado, con fecha 24 de mayo de 2024, a un joven a la pena de ocho años de prisión como autor penalmente responsable de un abuso sexual con acceso carnal, en su modalidad de delito continuado, ocurrido en la ciudad de Magdalena en 2019. Ese fallo, ponderado por su perspectiva de género, al tomar como esencia el relato de la víctima, al que le dio pleno poder probatorio, sin embargo vino a ser modificado en la instancia de Casación, donde se entendió necesario algo más que la palabra de quien se presenta como la parte ofendida de un injusto. Para los magistrados, “los elementos probatorios alcanzan para apuntar a la existencia de un hecho contra la integridad sexual de la víctima (tocamientos en partes íntimas) pero no para calificarlo “como un abuso con acceso carnal en la cavidad vaginal de M. Y. A”. Al final, condenaron al acusado por la figura de abuso sexual simple (hubo besos consensuados, pero después tocamientos que no lo eran) y según fuentes judiciales -se lee en la nota- es probable que el detenido recupere la libertad”.

Este diario, semanas atrás, hizo un detallado informe sobre las víctimas de falsas denuncias, un rango donde los docentes (sobre todo los de Música y Educación Física) suelen ser muy apuntados, aunque los padres suelen llevar la peor parte al ser acusados por las falsificadoras de las peores aberraciones o de extrema violencia hogareña o de abusos a sus hijos, a quienes algunas veces se los condena injustamente a no poder ver jamás a sus hijos.

Esta realidad se compadece con la reciente advertencia del ministro de Justicia de la Nación, Mariano Cúneo Libarona, quien hizo una referencia explícita y quizá excesiva al tema de las falsas denuncias, exponiendo un proyecto que surgió de una senadora mujer y que busca penalizar más severamente a quienes las fabrican.

Mujeres que exponen los excesos

Lo que se viene observando es que cada vez son más las mujeres que no temen exponer algunos excesos que se cometen a la sombra del #MeToo. Elena Poniatowska, gran escritora francomexicana dueña de una brillante trayectoria literaria en diversos géneros, fue quien tiempo atrás puso el dedo en la llaga cuando relacionó al movimiento #MeToo con la muerte del músico mexicano Armando Vega Gil, que se había suicidado pocos días antes tras haber sido acusado de un presunto abuso sexual a una chica de 13 años, que la propia autora calificó como una falsedad.

LE PUEDE INTERESAR

Rosa Lifschitz de Yuravlivker

LE PUEDE INTERESAR

Actividades Fiesta, feria y show

Poniatowska explicó que, si bien al principio, las denuncias de las mujeres fueron vistas como un mecanismo liberador para subvertir la impunidad que impera en la mayoría de los casos, en otros han derivado en un linchamiento mediático. Y se hizo eco en su timeline de un artículo de la periodista de La Jornada, Blanche Petrich, sobre el tema en el que ésta admitía públicamente: “Quiero decirlo, ya no solo pensarlo y repensarlo día y noche. El movimiento #MeToo me perturbó. Primero me cautivó, me emocionó. Pensé en todas esas chavitas que me causan admiración (...) Encontré entre las narrativas dolorosas y los rasgos de vidas lastimadas por el abuso líneas valientes, reacciones de solidaridad, relatos indignantes y expresiones liberadoras. Y también muchos textos incongruentes, palabras que no tenían el timbre de la sinceridad, relatos que confundían maltrato laboral con abuso sexual. Me pareció que muchas veces se confundían torpes e indeseados intentos de seducción con acoso, relaciones de pareja tóxicas con violaciones. Hubo denuncias con sabor a mentira, a exageración, a morbo, a revancha. A ratos #MeToo parecía un tribunal sumario, histérico, acrítico”.

La justicia platense corrigió dos excesos de suspicacia en tribunales inferiores

A ese texto aludió Poniatowska, que al mismo tiempo citó en uno de sus tuits a la feminista Marta Lamas, quien dijo, tiene razón “al decir que nos equivocamos al dar cabida a denuncias anónimas” para concluir, al final en que “el movimiento #MeToo ha llegado demasiado lejos”.

La polémica recuerda en parte aquella otra que llevó a un centenar de francesas -cuyas caras más visibles fueron las de la escritora Catherine Millet y la actriz Catherine Deneuve- que denunciaron el “totalitarismo’ del #MeToo, bajo el argumento de que este movimiento, que avala que mujeres y hombres puedan discutir las conductas sexuales inapropiadas y los casos de acoso y abuso, también ha llegado a crear lo que califican como “un ambiente de totalitarismo” que pone a personas que no lo merecen en el mismo nivel que violadores y delincuentes sexuales, sin que los primeros tengan la oportunidad de defenderse.

Por supuesto que ninguna de ellas minimiza el valor y el poder de #MeToo, lo que esa movida ha sido para ese ejército interminable de esas víctimas designadas por la historia, que encontraron un lugar donde su martirio adquiere el peso de una narrativa mediática que lo visibiliza, lo fortalece y lo mantiene encendido.