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Información General |NOTA 4 - LA CRISIS EDUCATIVA EN LA PROVINCIA

El clima en el aula: alumnos sin exigencias, docentes sin autoridad

Al eliminar la repitencia, flexibilizar las faltas y suprimir las amonestaciones, el nuevo régimen académico ha llevado a que en las secundarias públicas resulte una proeza el acto de enseñar

El clima en el aula: alumnos sin exigencias, docentes sin autoridad

El nuevo Régimen Académico de la Provincia prioriza la llamada “terminalidad”, que todos pasen de año sin importar demasiado si aprendieron algo, o no

24 de Diciembre de 2024 | 00:15
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El profesor entra al aula a las siete y media de la mañana y gran parte de sus alumnos todavía no están, o bien porque ese día faltaron o porque no llegaron aún. Pese a ello arranca a dar la clase, pero sin poder avanzar demasiado, ya que a los cinco minutos empieza a ser interrumpido por los que van llegando tarde y se acomodan en sus asientos mientras muchos de los otros están mirando el celular. Aunque siente el impulso de llamarles la atención, se abstiene de hacerlo porque sabe es muy probable que alguno de ellos le responda una barbaridad y, llegado tal caso, de nada va a servir que lo expulse del aula con un pedido de amonestación: a los quince minutos el estudiante que lo insultó estaría de vuelta en su banco desafiándolo ante los demás. De ahí que baja la cabeza y sigue como si nada: para qué intentar ponerles límites si el propio sistema educativo no lo va a respaldar.

La escena, contada por un profesor veterano, pinta el contexto que enfrentan hoy muchos de sus colegas que dan clases en secundarias públicas. Y es que si bien el clima de las aulas viene complejiizándose desde hace décadas, la flexibilización de algunas pautas de exigencia dispuestas durante la pandemia y consolidadas este año en el nuevo Régimen Académico bonaerense parece haber agravado el panorama.

En la secundaria de hoy -coinciden en reconocer varios docentes consultados- da lo mismo el estudiante que asiste, que respeta las normas y estudia, que aquel que no. A fin de cuentas, todos tienen garantizado que pasarán de año hasta graduarse y que la única consecuencia que deberán enfrentar si cometen faltas graves, como un insulto o una escupida a un profesor, será un llamado a reflexión.

Aunque ideada para frenar la deserción escolar, la decisión de la Dirección General de Educación de eliminar la repitencia, flexibilizar las inasistencia y dejar de lado las amonestaciones -sostienen algunos docentes- ha llevado a que muchos estudiantes atraviesen la secundaria con índices de ausentismo extremo, egresen sin haber alcanzado conocimientos mínimos y resulte una proeza para los profesores lograr que presten más de quince minutos seguidos de atención.

DERECHO A LA “TERMINALIDAD”

A la pregunta de si la política de no repitencia ha tenido impacto en el desempeño escolar, Luis Distéfano, un docente con treinta años de experiencia en el sistema educativo público, responde con una anécdota personal ocurrida durante la pandemia, el contexto en que comenzó su aplicación.

“En ese momento, además de ser director de una escuela secundaria, yo trabajaba como docente en una secundaria técnica. Tenía una clase con 25 alumnos que, pese a las dificultades de la virtualidad, venían llevando los contenidos más o menos al día por Zoom. Así fue hasta el día en que el ministro de Educación anunció que ese año nadie iba repetir. Después de eso, de los 25 estudiantes que asistían a las clases virtuales quedaron cinco, el resto no apareció más. ¿Para qué? -se pregunta el docente-. Si total, participaran o no, igual iban a aprobar”.

 

“En esta secundaria no importan los contenidos, sino que todos obtengan su título”

 

Esa flexibilización de las exigencias mínimas que se puso en práctica durante la pandemia, y que rompió con el principio del mérito, fue el caldo de cultivo de una idea que terminó de consolidarse este año en el nuevo Régimen Académico, donde se prioriza la llamada “terminalidad”. Esto significa que todo el mundo pasa de año sin importar demasiado si se esforzó y aprendió algo, o no.

Sucede que a diferencia de lo que establecía el régimen anterior, hoy los alumnos que desaprueban materias no van a una mesa de examen sino a una “intensificación”, un período de dos semanas en las que se supone que tienen que aprender todo lo que no aprendieron durante el año.

“Con suerte, en la intensificación el docente se encuentra con algunos estudiantes con dudas en ciertos temas o cuestiones puntuales que no llegaron a aprender. Pero lo más probable es que la gran mayoría esté compuesta por alumnos que no hicieron nada durante el año y los que sabe que a la larga va a tener que aprobar igual”. Porque “en esta escuela secundaria -sostiene Distéfano- no importan los contenidos académicos, sino que todos obtengan su título por el simple derecho que tienen a la ´terminalidad´”.

“REFLEXIÓN Y REPARACIÓN”

A las dificultades que plantea la política de no repitencia para el proceso formativo, muchos docentes le suman la decisión de las autoridades de la Provincia de que no se apliquen sanciones punitivas (como amonestaciones o expulsión). En lugar de eso, ante una falta de conducta, el alumno es convocado a una instancia de reflexión y reparación, lo que -aseguran- “hace muy difícil mantener un mínimo marco de respeto para dar clases”.

“En las secundarias las amonestaciones pasaron a ser consideradas resabios de la dictadura y la suspensión, un atentado al derecho a la educación… como si entender que toda falta tiene una consecuencia no fuera una cuestión de aprendizaje”, sostiene Luis Distéfano sin ocultar su preocupación. Y es que en un sistema donde “hasta un puntazo con una trincheta sólo deriva en acciones sin efecto punitivo” los docentes están en una situación de “total desprotección”.

Lo mismo remarca su colega Ana María De Luca, quien lleva más de veinticinco años enseñando Biología en secundarios. “Sin amonestaciones ni riesgo de repetir el año hoy resulta muy difícil lograr el marco de respeto básico que se requiere para enseñar -asegura-. Algunos chicos se pasan la hora mirando el teléfono y no dejan de hacerlo aunque se lo pidas veinte veces. Saben que a la larga los docentes terminamos por resignarnos porque carecemos de recursos institucionales para hacernos respetar”.

“Muchas colegas no lo soportan y se van -cuenta la docente-. Encima de que se cobra mal, el hecho de no conseguir siquiera que se las respete en el aula termina por frustrarlas. Conozco varios casos cercanos de docentes que en los últimos años iniciaron los trámites para jubilarse antes, incluso resignando parte de sus ingresos, porque el contexto les mató la vocación por enseñar”.

INASISTENCIA EXTREMA

Una situación similar se da con el margen de inasistencias. Mientras que el régimen anterior establecía un máximo de 20 faltas, que podían extenderse hasta 28 ante situaciones excepcionales y debidamente justificadas, el nuevo régimen académico parece haber flexibilizado tanto la tolerancia que “algunos chicos -afirma De Luca- faltan más de lo que van”.

 

“Sin sanciones ni repitencia es muy difícil lograr el marco de respeto básico para educar”

 

Ocurre que, según establece el régimen actual, “cuando la/el estudiante llegue al límite de inasistencias (28), el equipo directivo deberá convocar a reunión al equipo de orientación escolar y adultas/os responsables” a fin de instrumentar acciones para que “retome la asistencia regular al establecimiento educativo y fortalezca su vínculo de escolarización”.

En la práctica, el nuevo criterio se traduce en que “hoy tengamos en las escuelas estudiantes con más de 80 inasistencias anuales que pasan de año igual. En estos casos simplemente se los convoca a una reunión y se planifican las estrategias para concretar su permanencia sin importar cómo, porque lo que único que importa es que terminen”, explica Distéfano.

Es así que en medio de la seria crisis educativa que atraviesa el país, la provincia de Buenos Aires es además la que registra la mayor tasa de ausentismo estudiantil. En ella el 36% de los estudiantes del último año de secundaria acumulan más de 20 faltas por año, según establece el informe “Ausentismo estudiantil en secundaria: percepción y dimensiones”, del Observatorio de Argentinos por la Educación.

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