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Temas |LAS VICISITUDES DE LOS PASAJEROS EN LA LÍNEA ROCA QUE UNE LA CIUDAD Y CABA

De La Plata a Constitución: la odisea de viajar en tren, desde adentro

A diario, los platenses que trabajan en Capital Federal u otros distritos del Conurbano bonaerense afrontan hacinamiento, abusos, inseguridad y otras problemáticas. Los testimonios

De La Plata a Constitución: la odisea de viajar en tren, desde adentro

Todos apretados, en busca de un poco de espacio dentro del tren / Video

25 de Febrero de 2024 | 08:19
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Los platenses que trabajan en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires o en los distritos del primer y segundo cordón del Conurbano bonaerense, pasan muchas horas arriba del tren que conecta la Estación de la Capital provincial y la de Constitución. Es por esto que los reclamos por las distintas vicisitudes que atraviesan son comunes entre los usuarios del transporte, ya que las condiciones de viaje no siempre son óptimas.

Hacinamiento, excesos, incomodidades, gritos, música en altavoz, ventas ambulantes, personas que piden dinero a toda hora y la inseguridad son solo algunas de las problemáticas que los pasajeros de la Ciudad padecen a diario en estos viajes. Asimismo, cabe visibilizar otros sucesos que transgreden la línea de lo tolerable.

Con lo expuesto, EL DIA viajó en los vagones del Tren Roca con el propósito de darle voz al público que atraviesa situaciones que, aunque naturalizadas, no dejan de alertar sobre la emergencia que hay en el sistema de transporte. En el tren, ocurren diversos acontecimientos que no siempre se divulgan y en él, los dramas representan una síntesis de lo que pasa en el plano social.

EN CARNE PROPIA

Desde la Estación de Trenes, los ferrocarriles tienen una frecuencia de salida aproximada de entre 24 y 36 minutos. Además, los vehículos de la Línea Roca salen desde La Plata a Constitución desde la madrugada hasta la noche. De hecho, generalmente, el primer coche parte alrededor de las 4.23 AM, y el último tren sale a las 22.17.

En dos recorridas que efectuó este diario, se notaron diferentes vivencias tanto a la tarde como a la mañana. Fue así como quedó evidenciado que en los horarios pico del inicio de las jornadas, de 7 a 8, fue donde más movimiento se percibió; a la vez que, a media tarde, cerca de las 16, la densidad de gente que partía de La Plata a CABA fue notablemente menor.

La gran demanda de los usuarios lleva en muchos casos a que viajen apiñados e incómodos / Web

En diálogo con Marina, una treintañera que trabaja en la Ciudad y viaja seis días por semana en el tren, contó que “comúnmente, la mayoría de los pasajeros comienzan a subir una vez que el transporte sale de La Plata y atraviesa Berazategui”. Sentado a su lado, en el tercer vagón de la línea, Martín, platense, de unos 20 años, se sumó a la charla con este diario y manifestó que “en Quilmes es cuando se atesta el tren”. Él, que viaja día por medio porque trabaja de forma híbrida (mitad presencial y mitad virtual), acotó: “A partir de Hudson comienza a llenarse ‘El Roca’ (sobrenombre que acogió la línea entre los usuarios que la frecuentan)”.

Una vez que el tren sale del Partido de La Plata, incluso luego de traspasar la primera parte del sur del Conurbano bonaerense, los andenes se adentran en el espacio más crítico. Este relato refleja las situaciones que atraviesan los pasajeros en los horarios de mayor demanda del servicio, que son las idas al trabajo en la primera mañana y las vueltas del mismo pasado el mediodía o más cerca de la tarde noche.

“En Berazategui comienzan los problemas. A veces, al volver, la línea está cortada, por lo que rápidamente hay que buscar un micro que nos lleve hasta La Plata. Esto es un trastorno enorme, no solo por el transbordo, sino también por el gasto de otro boleto, que es más caro”, se explayó Emilia, una estudiante de medicina oriunda de Avellaneda. “En otras ocasiones puede suceder que tardemos una hora esperando un nuevo coche porque se avería el que nos trajo desde La Plata”, sumó Carlos, otro platense de 50 años que trabaja en Capital Federal.

Las paradas en Berazategui, Hudson, Plátanos y Quilmes fueron, en su mayoría, las más nombradas por los agolpes de personas en las entradas a los andenes y luego, por el “amuchamiento” de adentro. En efecto, quedó una huella entre los pasajeros por recordar estas estaciones donde, “cada dos por tres”, deben bajar y retomar su curso hacia CABA o viceversa, en sentido a La Plata.

 

Los pasajeros atraviesan el amontonamiento, las incomodidades y otros excesos

 

LOS ASIENTOS Y LA INSEGURIDAD

Para quienes salen desde la Ciudad rumbo a Constitución, las butacas suelen estar vacías y los vagones apenas se pueblan en los primeros y los últimos asientos. Como ya se explicó, la mayor cantidad de usuarios suben a los andenes en las próximas estaciones. Sin embargo, esta situación es diametralmente opuesta al volver en los horarios más críticos desde Capital Federal.

Marina aclaró que “los viajes no son iguales cuando se viaja en los coches más modernos, que cuando nos transportamos en los más viejos”. De hecho, la experiencia de este diario, según este testimonio, fue la más confortable: los vagones disponían de aires acondicionados, un detalle no menor al moverse en pleno febrero con el calor que azota en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA).

Ante esto, un detalle llamó la atención de los que poco frecuentan el ferrocarril. En los casos que los vagones correspondan a los vehículos más viejos que dispone la empresa Trenes Argentinos, muchos de los platenses y vecinos de la Ciudad que parten desde aquí se ubican en los asientos que dan al pasillo y liberan los que están del lado de la ventana. Por su lado, Emilia ensayó una opinión más que especializada y que tiene que ver con los hechos delictivos. “Ante el calor, en los coches viejos, las ventanillas quedan abiertas y bien bajas para que circule alguna ‘gota de aire’, ya que los coches no tienen aire acondicionado. De todos modos, los que salimos desde La Plata, en general, nos sentamos cerca del pasillo porque, al estar en la ventana, corremos riesgo de que nos ‘manoteen’ el celular o lo que tengamos a mano”, relató.

En la crónica del viaje, es preciso marcar que, cuando los vagones se acercan a las distintas estaciones que intersectan a las vías de la Línea Roca, muchas personas -no siempre con aspecto de viajantes- se acercan a las ventanillas para observar los andenes por dentro. La actitud que aparentan, comúnmente, es la de echar un vistazo hacia adentro de los vagones para advertir si estos van muy llenos o si quedan algunos espacios.

En otro orden, respecto a la comodidad de los asientos, también cabe remarcar que, en los coches nuevos, los mismos son más mullidos y se puede apoyar mejor la espalda, por lo que es posible ver a más de un pasajero en pleno ‘cabeceo’ mientras luchan con su insomnio. En efecto, este confort no lo brindan los andenes más viejos.

INCOMODIDADES, ABUSOS Y MARGINALIDADES

“Una vez, un sujeto me ‘apoyó’ de atrás cuando estaba parada y lo insulté. Tras unos minutos de discusión en los que él me señaló que el roce fue ‘sin querer’, nadie me ayudó a decirle que se aparte de mi lado. Me sentí muy incómoda y la gente no me dio una mano”, reclamó Camila que, en el viaje de vuelta a La Plata, de media tarde, compartió asiento con EL DIA.

Las incomodidades y los abusos son otras de las tantas vicisitudes que deben afrontar los hombres, pero, sobre todo, las mujeres ya que están más desprotegidas ante el hacinamiento. El acoso es frecuente y no es una temática nueva en dentro de las historias cotidianas que se sufren arriba de un tren u otros transportes públicos.

Sobre este punto, Analía, una platense de 60 años que viajó a Capital Federal para visitar a su hijo, reflexionó: “Soy una persona grande y, las problemáticas que acontecen hoy, las miro desde otro ‘ángulo’, ya que muchos de los padecimientos actuales eran parte de las vivencias en mi época de juventud. Celebro que se visibilicen estas cosas, y también creo importante la necesidad de abrir los ojos y ver lo que hay al lado nuestro. Por ejemplo, es importante atender a una persona que precisa un asiento o ayudar a una persona embarazada”, enfatizó la jubilada de la Ciudad, mientras asentían con la cabeza algunos coetáneos en los asientos cercanos.

Sobre este punto, también cabe una revisión de las normas y los accesos para las personas con movilidad reducida. Si bien los coches más nuevos se encuentran totalmente adaptados, no siempre las condiciones de viaje son las mejores para este grupo de personas.

En otro orden, vale destacar que, en los viajes desde La Plata, es mucha más la gente que sube al tren con ánimo de contar su situación crítica y apelar a la generosidad de los pasajeros para pedir algún tipo de ayuda económica. “Igualmente, por más que nos ‘mangueen’, la mayoría de nosotros pasamos dificultades y no siempre podemos ayudarlos, por lo que cada vez vemos a más personas que entregan galletitas, algunos sánguches u otras comidas que reservaban para el resto del día, pero las donan a las personas necesitadas”, confesó Roberto, mientras viajaba parado y oía la conversación que se entabló en los asientos.

También se ven a muchas personas que ofrecen productos como pañuelitos, encendedores, cargadores para celulares y productos comestibles. Estos trabajadores ambulantes se ven más cerca de Constitución o en los viajes de vuelta a La Plata.

Todos apretados dentro del tren. Así se viaja en algunos tramos / Web

 

El tiempo que se pierde en las vías

El tramo de La Plata a Constitución es el más común de los pasajeros que viajan desde la Ciudad. En esta extensión se tardan entre 58 y 69 minutos desde un punto al otro; sin embargo, ese lapso se realiza en un tiempo estimado con el servicio de transporte en función plena, en óptimas condiciones y sin cortes.

Generalmente, los trabajadores de La Plata y la Región, al viajar en el ferrocarril de la Línea Roca, se topan con diferentes vicisitudes como los ceses de servicios por refacciones, los cortes por la muerte de algún peatón o por el cruce indebido de motos y vehículos. También inciden los paros de los gremios. Con todo lo mencionado, en promedio, quienes viajan diariamente para cumplir las jornadas laborales de 5 horas pasan medio día por semana (12 horas cada 7 días) arriba de los vagones, si se contabilizan los viajes de ida y vuelta. No obstante, a este tiempo, que sería el ideal, hay que adicionarle las posibilidades de interrupciones o de tramos entrecortados que deben completarse con viajes en micros.

Si bien los boletos y pasajes en tren son más baratos por una cuestión de costos (el ferrocarril de La Plata a Constitución es eléctrico), las tarifas puede llegar a los 120 pesos. A esta erogación de dinero mediante la tarjeta SUBE hay que sumarles los pasajes en micros urbanos de corta distancia al llegar a las estaciones de la Ciudad y CABA; mientras que también es preciso sumar los pasajes en ómnibus en caso de cortes en el servicio ferroviario.

 

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