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Espectáculos |UN PASEO POR BUENOS AIRES

Martín Rejtman: “Las películas se están convirtiendo en algo menos personal”

El cineasta vuelve a la pantalla grande tras 10 años con “La práctica”, una comedia yóguica con un personaje a la deriva

Martín Rejtman: “Las películas se están convirtiendo en algo menos personal”

Esteban Bigliardi, alter ego de Martín Rejtman en “La práctica”

Pedro Garay

Pedro Garay
pgaray@eldia.com

3 de Septiembre de 2024 | 01:15
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El cine de Martín Rejtman tiene un sabor único: ligero, burbujeante, minimalista, caminando en la cornisa del absurdo con su comedia de personajes de rostros de pocas expresiones y diálogos sin emoción, atropellados por los accidentes de la vida, su estilo de comedia es reconocible al instante.

Rejtman vuelve a la pantalla grande este jueves con “La práctica”, que se estrena en algunas salas porteñas, pero ese cine tan personal (y tan imitado) corre peligro de extinción: cada vez que termina una película, cuenta el propio Rejtman que, agotado, jura no volver a filmar. “Después termino haciendo alguna película, en la medida que puedo”, se ríe.

Es que filmar es cada vez más difícil para “películas que reflejen el interés artístico de una persona”, dice el realizador de “Silvia Prieto” y “Los guantes mágicos”, en diálogo con EL DIA. “Es muy difícil financiar películas como ‘La práctica’, las películas se están convirtiendo en algo menos personal, más dependiente de una visión corporativa de una plataforma”.

En ese sentido, “‘La práctica’ no es una película cara, es una película simple, pero hoy no se puede filmar con menos de tres o cuatro países que aporten, salvo que trabajes para una plataforma, y ahí perdés independencia, tenés que filmar algo consensuado con una corporación que tiene sus prioridades en otra parte”, sigue Rejtman.

Entonces, “sostener las películas que me interesa hacer a mí se hace cada vez más complicado, y tenés que contar con dinero de varios países, que tienen sus condiciones: nosotros filmamos algunos interiores en Portugal, porque el fondo de cine de Portugal exige que el dinero se gaste allá. Son complicaciones que condicionan las películas”.

Los exteriores de “La práctica”, en tanto, se filmaron en Chile, otro país que se sumó al financiamiento del primer largometraje de ficción de Rejtman desde “Dos disparos”, de 2014. Es la primera vez que el realizador filma en Chile, una “mudanza” que, cuenta, se dio por tres razones.

“Mi largo anterior fue una coproducción con Chile, y fue la primera película filmada fuera de Chile apoyada por el fondo de fomento chileno. Así que pensé que si filmaba en Chile podía probablemente conseguir apoyo: uno tiene que armar cierto ajedrez para financiar las películas porque es cada vez más difícil. Así que esa fue una especulación, que no me salió bien porque al final me costó un montón conseguir financiamiento en Chile”, relata entre risas.

Ante la posibilidad de conseguir financiamiento chileno, entonces, Rejtman mudó la película que estaba escrita para transcurrir en Argentina al otro lado de la Cordillera: en ese planificar, hacer y deshacer, en esa lucha por conseguir las condiciones materiales mínimas para filmar, se va la vida de los cineastas independientes, algo que colabora directamente al agotamiento que el realizador expresa al finalizar cada rodaje.

Pero también había una cuota de entusiasmo al filmar en Chile: “Pensé además que podía filmar con actores nuevos, desconocidos, en locaciones inéditas para mi, y eso me daba una perspectiva más fresca”. Y la trama también se prestaba para cruzar Los Andes: “Yo viajo mucho a Chile, y fui mucho a un retiro de yoga en el norte de Chile: varias de mis experiencias en ese lugar se volcaron en la película”, cuenta Rejtman.

“La práctica” es la historia de Gustavo, encarnado por Esteban Bigliardi, un profesor de yoga que se separa, se queda sin casa y por el estrés se lesiona la rodilla. La lesión lo aleja del yoga, reemplazado por el gimnasio y los ejercicios de cuadriceps. Como tantos personajes rejtmanianos, parece algo perdido, a la deriva, actuando por impulso o por costumbre.

 

“No pienso por qué hago las cosas, así como mis personajes parecen no pensar por qué hacen las cosas”

 

Rejtman es practicante de yoga, y ese fue el puntapié de la historia. “No soy profesor de yoga, pero me tomé durante mucho tiempo la práctica de yoga muy en serio”, dice, aunque explica que no es una película biográfica, “el yoga es un material que uso para la película, tomé el yoga como podría haber tomado cualquier otro tema. Y lo tomé porque conozco mucho del tema, y quería hacer algo que tuviera más que ver conmigo: de hecho, escribí la película para Esteban Bigliardi porque tiene un cierto parecido a mí”.

“Después”, sigue, “como todo material, trato de mirar con alguna distancia: el humor implica esa distancia, poder reírse de algunas situaciones, aunque sean personales”. Así, aparecen esas viñetas habituales en el cine de Rejtman, cómicas escenas compactas que parecen condensar alguna esencia: hay una alumna extranjera de yoga que pierde la memoria tras golpearse con un biombo, uso de valium para mejorar la performance en yoga y alusiones a la sobremedicalización de la sociedad, madres poco empáticas.

- Mencionabas que en esta película hay cosas más personales tuyas. ¿Por qué?

- Todas mis películas tienen siempre un elemento personal, siempre uso elementos o situaciones cercanas para transformarlas. En “La práctica” hice lo mismo, pero quizás con más elementos que en otras películas, es más directamente personal, y eso es porque… no sé bien por qué. No estoy seguro de los motivos. Quizás mi vida tenía que ver con el yoga que con el cine, y para cambiar un poco el equilibrio, decidí hacer una película sobre eso… Pero estoy improvisando, no tengo claros los motivos.

- ¿Hay algo en tu cine de hacer una película a partir de ciertos elementos sin quizás racionalizar tanto el porqué?

- Sí, yo nunca racionalizo nada, no pienso por qué hago las cosas, así como los personajes de mis películas parecen pensar por qué hacen las cosas, actúan impulsivamente. Yo más o menos soy así. Quizás durante la escritura del guion pienso, esto puede ser por esto, por aquello, pero cuando termino la escritura olvido los motivos, pienso simplemente “esta es la historia que hay que contar, funciona como está”. Me parece que fijo todo en un guion para olvidarme de los posibles motivos que puedo haber tenido para escribirlo.

- La música de la película la hizo Santiago Motorizado. ¿Cómo nace esa sociedad?

- Nos conocemos personalmente hace un tiempo, y en un momento me invitaron a un podcast de Mubi para hacerlo con otra persona: lo invité a Santi, pensé que podía ser interesante charlar con él, que me parece un tipo que va mucho más allá de la música, es alguien curioso, inteligente y sensible. Resultó bien. Y cuando estaba haciendo la película, se me ocurrió llamarlo, fue una muy linda colaboración.

- Empezamos hablando de las condiciones actuales para hacer cine. Te quiero preguntar por las condiciones para estrenar en Argentina, con todo lo que está pasando.

- Trato de mantenerme al margen. Siempre las condiciones para estrenar películas como las mías son complicadas, nunca son ideales. Siempre tuve problemas: me acuerdo que “Dos disparos” cumplía con la cantidad de espectadores que tenía que tener en los shopping, e igual la sacaban. Y ahora sacaron la cuota de pantalla, es como que no importa más nada. Veremos qué pasa.

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