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De chico sintió miedo con una “peli” y se volvió director de cine

Hernán Moyano es platense, filma y produce en el género de terror desde los 20 años y asegura que ése es su mundo. La lógica del miedo. Los gustos de la industria y el público, según la época. Y los “fantasmas” universales

Alejandra Castillo

Alejandra Castillo
acastillo@eldia.com

12 de Enero de 2025 | 01:35
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Hernán Moyano es director, productor, guionista y realizador de cine, pero a este hombre que nació hace 47 años en Los Hornos se lo identifica, sobre todo, con un género por el que reconoce sentir fascinación de chico: “En una reunión de padres con amigos recuerdo haberme escondido debajo de una mesa cuando estaban viendo películas en VHS. Vieron una de terror, Noche de Brujas, y sentí algo muy raro, que no había sentido nunca. Yo era muy chico. Tiempo después supe que era miedo y que quería volver a sentirlo”.

Hernán no sólo disfruta del género. Lo piensa, lo recrea y lo hace. Creó la productora dedicada al cine de horror Paura Flics, con la que realizó, entre otros largometrajes, “Habitaciones para Turistas”, “36 Pasos”, “No Moriré Sola”, “Masacre esta Noche”, “Sudor Frío” y “Penumbra”.

Radicado en Paraguay, ya firmó contrato para escribir y dirigir dos películas de terror en 2025, pero aprovechando que viajó a La Plata, lo convocamos para hablar de su historia en relación con lo que más le gusta.

“Los que somos muy enfermos del cine tenemos como una noción del mundo a través de las películas”, reconoce; “mi primer recuerdo de vida es de estar viendo ET en el cine, a los 5 o 6 años, con una nena en la pantalla que tenía más o menos mi edad y era la protagonista”.

Cuenta también que su padre tuvo mucho que ver con todo eso porque “su sueño hubiera sido hacer cine”. Y aunque “tuvo que salir a trabajar de lo que podía, desde chico me trasladó ese amor sentándonos juntos a ver Sábados de Súper Acción”, una suerte de maratón de películas que se emitía por el entonces llamado canal 11 (hoy Telefé) y recordaba a las matinés de cine continuado de las salas de barrio.

Arrancaba alrededor de las dos de la tarde y no es difícil imaginar a Moyano y a su padre prendidos a una pantalla de la que salían distintos géneros, uno detrás de otro. “Yo tenía una edad en la que no debía ver ciertas cosas. Al mediodía podía haber una película del oeste en la que pasaba cualquier cosa, y a la noche una de terror. Algunas italianas eran súper sangrientas”, recuerda, incluso cortadas para la versión televisiva.

Moyano está entre los muchos realizadores de una generación que reconocen la influencia de “Sábados de Súper Acción en su pasión cinéfila. “Tuve la suerte de charlar con el programador del ciclo y le agradecí porque fue mi primer profesor de cine. Me hizo ver cosas que no se ven en las escuelas. Era muy ecléctico”.

Ya adolescente, apuraba su salida del colegio Albert Thomas para tomar el tren que lo llevaba a Constitución y de ahí a las pasantías como meritorio de producción. Hizo eso durante tres años. “Volvía en el último tren, que por aquel entonces tardaba una hora y media, leyendo los guiones que me daban”.

Aunque nadie “es” lo que se estudia, ni aquello de lo que trabaja, Hernán recibió de la secundaria el título de “técnico en electrónica” consciente de que su “mundo no era ése”.

“Cuando tenía 18 años, un amigo psicólogo me dijo que el hombre siempre tiene un plan B porque es lo más sencillo: si no me va bien en algo, hago lo otro. Pero si querés que las cosas pasen, no tenés que tener plan B”. Por eso se define como “un tipo poco interesante, porque el cine es mi mundo”.

Comenzó la carrera en la facultad de Bellas Artes en simultáneo con su primera película: “Pasábamos más tiempo filmando que en la escuela y así aprendí, con el primer prototipo de cámara digital que llegó a Argentina”.

“Muchos de la industria y profesores nos decían que era una moda pasajera, que no se iba a desarrollar, porque implicaba sacarlos de una zona de confort y tenían miedo”, dice Hernán, reconociéndose parte de una generación que “vivió un montón de transformaciones: tuvimos que adaptarnos del cine tradicional al digital, a la telefonía celular, internet, plataformas; del VHS al DVD, blu ray, streaming e inteligencia artificial”.

Moyano y su equipo lograron filmar su primera película, “Habitaciones para Turistas”, echando mano a los recursos que tenían con poco más de 20 años: “Vendimos rifas, hicimos fiestas y nos fue muy bien. Se estrenó en Estados Unidos”, destaca.

Así las cosas, se concentró en formarse haciendo, más que estudiando la teoría: “La escuela nos daba algunas herramientas para que pudiéramos poner en palabras lo que hacíamos de manera intuitiva. Crecimos viendo cine. Lo teníamos incorporado”.

LOS MIEDOS DE SIEMPRE

Ante la pregunta obligada de ¿qué causa miedo? o si hay disparadores universales para la emoción, la risa o la intriga, Moyano se declara convencido de que en la mayoría de los géneros influyen factores culturales que el radar del terror no detecta.

“Hacer una película romántica en Argentina no es igual que hacerla en Paraguay, donde el amor romántico está mucho más presente, pero hay miedos implícitos en el ser humano: a la muerte, la oscuridad, a estar solo y las grandes películas de terror se apoyan en eso”.

“A los jóvenes les da miedo la muerte y perder el control, aunque parezca increíble”

Admite, sí, que algunas cuestiones “tienen que ver con el clima de época. En los ‘60, con crisis de fe y movimientos como los del clan Manson, aparecían películas como El Bebé de Rosemary, El Exorcista o La Profesía. En los ’70 el terror era más crudo o documental; en los ‘80 vino algo más sobrenatural o fantástico, con menos sangre: Freddy (Krueger) se nos aparecía en sueños; y a partir de los ‘90 hubo un movimiento de torture porn, con películas como El Juego del Miedo o Hostel, muy violentas”.

“Ahora –sigue- funciona el terror paranormal; los productores, distribuidores y público quieren películas como Annabelle”, que remitan a fuerzas imposibles de encasillar en lógica o en palabras.

Hernán lo adjudica a la dificultad de “enganchar a los jóvenes con un terror más realista, porque les da miedo lo que no pueden controlar”. Aunque resulte “paradigmático que a los 20 años sea un tema de preocupación el miedo a la muerte”.

Hasta hace pocos años había un argumento recurrente: varios pibes ansiosos de fiesta se aislaban en un bosque o casona alejada, donde algo o alguien se ocupaba de liquidarlos de a uno, mientras el resto asistía a la masacre sin más opción que buscar refugio en la suerte o intentar una fuga improbable. En tiempos de hiperconectividad, con niños preguntado por qué Hansel y Gretel no llaman a sus padres en vez de tirar miguitas, Hernán reconoce que “la aparición del celular fue un problemón para el cine de terror”.

Más allá de la chance de integrar la tecnología al argumento o recurrir a la concesión de la falta de señal, Moyano tampoco pasa por alto que el público mayoritario del cine de terror “no supera los 23 años y tampoco espera tanta lógica. Es como un acuerdo que hace con la película: ‘Me quiero asustar’. Somos los más grandes los que pensamos en la lógica del ¿por qué no llamó?”.

Como espectador, Hernán dice “mirar todo, aunque no tanto de terror. Las películas o series que más miedo me dan son las que tienen que ver con lo que pasa alrededor mío, en eso que decanta en algo violento o perverso. En vez de Casa Embrujada preferiría hacer una película con clima de época, pero tengo que pensar en el público”.

En tiempos que describe como “complejos, sin apoyo estatal ni miras de saber qué va a pasar con ese fomento”, está seguro Moyano de que es “imposible que el cine muera. Todos necesitamos el escape. Se está produciendo de manera muy guerrillera, como en los años 2000. El arte es el reflejo de lo que nos pasa y hoy más que nunca la gente que no encuentra cobijo en la industria está saliendo a filmar con lo que tiene, porque lo necesita, ya no solo como una cuestión económica. Los que hacemos cine lo hacemos de manera terapéutica. Si no, estaríamos gastando demasiado dinero en terapia o volviéndonos locos.”

 

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Carrera. Hernán dirigió 7 películas, trabajó en 14 como productor y en otras tantas como guionista

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