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El superávit comercial de hoy no es para siempre

El superávit comercial de hoy no es para siempre

Juan Luis Bour
Juan Luis Bour

18 de Marzo de 2025 | 03:13
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El entusiasmo por el proyectado –y ya real en 2024/25- crecimiento del superávit de la balanza de energía podría estar generando estragos en la profesión, y particularmente entre los políticos. Vaca Muerta y la minería agregarán en el tiempo, muy probablemente, “otro campo” a las exportaciones, de modo que por primera vez en décadas veremos que hay más de un sector que “banca” el déficit del resto. Y ya en el muy corto plazo, a pesar de la fuerte caída en los precios de las commodities y gracias a una cosecha que mejora en volumen -pero aun debajo de records previos- el valor de las exportaciones volverá a crecer, gracias fundamentalmente a los nuevos sectores.

Es probable que las exportaciones totales agreguen en 2025 unos US$ 7 mil millones (hasta 9%) al nivel de 2024, alcanzando los US$ 86500 millones –muy cerca del record nominal de 2022 con US$ 88445 millones-, y continúen creciendo en años posteriores. Todo eso parece probable, pero acercarse a los 100 mil millones de dólares en 2027 o a 120 mil millones en 2030 –si los precios acompañan- sigue siendo un desafío. Y -además- no implica que con ello la Argentina pueda mantener superávit comercial.

Como estamos acostumbrados a decir los economistas, todo depende. En primer lugar, los precios no siempre juegan a favor, pueden agregar o quitar, y todo parece indicar que en el corto plazo nuestros precios de exportación serán más bajos que en el pasado reciente en el caso del agro –soja en particular- y también en el caso de los combustibles –que desde ahora pesan más del lado de la exportación que de la importación-. Por lo tanto, el desafío de crecer en valor exportado con precios que se estancan o caen se trasladará al desafío de aumentar aún más los volúmenes y calidad de los productos de exportación.

Para colocar un volumen creciente de exportaciones se va a requerir producir más bienes –energía, produccion agropecuaria e industrial- acompañando aumentos de productividad que mejoren la competitividad doméstica – ya que la competitividad por el lado cambiario parece que será acotada-.

Las reformas regulatorias introducidas en los últimos 15 meses van por ese camino, y pueden hacer una diferencia clara respecto de los “rebotes económicos” que tuvimos, definiendo un sendero más estable de crecimiento. Pero todavía quedan en los papeles reformas de peso que puedan bajar costos unitarios, que dependen en parte del gobierno federal y de las provincias (reformas regulatorias y baja de gasto e impuestos), y en parte del sector privado que tiene que encarar la reconversión hacia una economía mas abierta.

Podemos asumir que las reformas regulatorias y el proceso de apertura, junto con la baja real del gasto público y la presión impositiva, serán parte de un proceso intenso que llevará al menos unos 3 a 4 años, y que no será revertido. En ese tiempo también se requerirá que las empresas hagan las reformas necesarias para acercarse a la frontera productiva mejorando la eficiencia. Esto último va a ser muy intensivo en inversión, algo que viene antes, no después, del salto productivo y exportador.

Alerta exportaciones

Podemos asumir también que la demanda de exportaciones argentinas “estará allí”, aun en contextos de menor crecimiento mundial y precios internacionales no tan favorables, para una parte importante de la producción doméstica que incluye al agro, los hidrocarburos y la minería metalífera, y también a las industrias transformadoras asociadas. Eventualmente también para el resto, aun cuando el escenario de “guerras comerciales” que plantea la administración del presidente Trump sugiere que el tablero comercial puede cambiar hacia compartimentos estancos que habrán de requerir mucha flexibilidad y capacidad de negociación de empresas y gobiernos para no ser desplazados.

En cualquier caso, y por varios años en el escenario más favorable de crecimiento para la Argentina, la elasticidad de importaciones en bienes de capital, parte y piezas y bienes intermedios permanecerá muy alta. No solo para lograr un salto exportador, sino que –pensando en el bienestar de la población- la apertura de la economía también llevará a un salto cuantitativo en las importaciones de bienes de consumo.

El “otro campo” es una oportunidad para que el proceso de inversión no conlleve en la transición un déficit extraordinario de la cuenta corriente. A mediano plazo, todo dependerá de la magnitud y calidad de las inversiones realizadas, y de la productividad y baja de costos unitarios que se hayan logrado. Pero todo está por venir, no gastemos a cuenta los recursos que se necesitan para recapitalizar a la Argentina.

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