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El deterioro físico: más que una cuestión de edad, un problema de hábitos

A medida que pasan los años, las personas pierden ciertas habilidades, según explica un profesional. Con movimientos simples y certeros en la vida cotidiana se puede combatir el sedentarismo y el deterioro físico

El deterioro físico: más que una cuestión de edad, un problema de hábitos

Un hombre y una mujer, en plena sesión de entrenamiento personalizado / Web

30 de Marzo de 2025 | 04:56
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El envejecimiento es un proceso inevitable, pero su impacto en la calidad de vida está directamente relacionado con los hábitos de movimiento. A medida que envejecemos, la manera en que usamos nuestro cuerpo cambia de manera drástica, muchas veces sin que seamos conscientes de ello.

La inactividad no es solo un efecto de la edad, sino también de la cultura y las costumbres. La buena noticia es que, con el entrenamiento adecuado, es posible revertir esta situación y mejorar la movilidad en la vejez.

DE LA INFANCIA A LA ADULTEZ: UNA CRONOLOGÍA DE CÓMO PERDEMOS

“Uno, a medida que va creciendo culturalmente, se va moviendo menos. Por ejemplo, cuando somos niños jugamos más en el suelo que estando parados y caminando. Después, cuando uno crece, más o menos entre los 30 y los 90 años, la persona está más arriba, más parada que en el suelo”, explicó Sebastián Piedrabuena, profesor de Educación Física graduado en la Universidad Nacional de La Plata, en diálogo con EL DIA.

Entre los 25 y 50 años, son pocas las situaciones en las que las personas se sientan en el suelo, se paran de una estocada o realizan ese tipo de movimientos en la vida cotidiana. “Es por eso que las personas vamos perdiendo esa habilidad, esa capacidad de agacharnos, de hacer una sentadilla profunda e ir al suelo. Y, por lo tanto, también perdemos la capacidad y la fuerza de hacer una estocada para pararnos”, agregó el profesional.

“En muchos casos, el problema aparece y se hace visible en la adultez mayor, cuando queremos jugar con nuestros nietos en el suelo o viajar a destinos con terrenos irregulares y descubrimos que nuestro cuerpo ya no responde de la misma manera”, señaló Piedrabuena. “Ahí nos damos cuenta de que estuvimos 20 o 30 años sin estar en el suelo y tenemos que volver. Entonces ese es el momento en donde nos damos cuenta de que no estamos tan bien”, continuó.

Lo cierto es que lo que antes era natural ahora es incómodo o incluso doloroso. A su vez, se suman dolencias articulares y musculares que muchas veces se le atribuye al envejecimiento, cuando en realidad es consecuencia de años de falta de movimiento.

Sobre ello, el graduado en la UNLP, analizó: “A los 20, 30, 40 años no sentimos la necesidad de movernos más porque tenemos energía, vitalidad y también trabajos que nos hacen estar activos. Pero después, cuando nos jubilamos o trabajamos menos, dejamos de movernos y nos encontramos con un cuerpo con dolores y molestias”.

 

“Cuando nos jubilamos o trabajamos menos, dejamos de movernos y nos encontramos con un cuerpo con dolores y molestias”

Sebastián Piedrabuena,
profesor de Educación Física

 

Lo cierto es que cuando el cuerpo deja de moverse, hay movimientos que se evitan: “Por ejemplo, si yo no elevé mis manos hacia arriba, como para agarrar algo de un mueble alto, esa movilidad -que principalmente la mueve la articulación del hombro- se empieza a perder. Y ahí empiezan los problemas, molestias que hacen que yo no pueda elevar el hombro”, indicó el docente.

El deterioro físico en la adultez no es solo producto de la edad, sino de décadas de sedentarismo. Y es aquí donde entra en juego el entrenamiento físico como herramienta clave para recuperar habilidades motoras esenciales.

LA IMPORTANCIA DEL EJERCICIO DE FUERZA EN ADULTOS MAYORES

El ejercicio de fuerza no solo está destinado a los jóvenes o a quienes buscan mejorar su estética. En los adultos mayores, es una herramienta fundamental para mantener la independencia y la calidad de vida. Fortalecer los músculos permite aliviar la carga sobre las articulaciones y facilita movimientos cotidianos como levantarse de una silla, subir escaleras o incluso caminar largas distancias sin dolor.

“Cuando hacemos fuerza, lo que hacemos es crear músculo, y el músculo lo que hace es agarrarse al hueso, agarrarse a las articulaciones y nos permite a nosotros hacer movimiento sin que nos resulte muy pesado. Por ejemplo, pararme de una silla, de un sillón, del suelo; para poder volver a moverme como antes e ir al suelo, tengo que empezar a hacer todos estos movimientos”, manifestó Piedrabuena.

Es importante destacar que estos ejercicios deben adaptarse a cada persona según su nivel de condición física aunque, ante la masividad de rutinas de ejercicios en redes sociales, alertó: “No quiere decir que tengas que hacer puramente estos ejercicios como se ven en los videos de Instagram o YouTube, sino que lo que tenés que hacer es encontrar una persona que te acompañe y te vaya adaptando estos ejercicios”.

Un buen punto de partida para alguien que lleva años sin ejercitarse es empezar con movimientos simples como sentarse y levantarse de una silla sin ayuda, caminar distancias cortas con pequeñas pesas o realizar estiramientos suaves en la cama al despertar.

Lo cierto es que “es muy importante que las personas mayores se empiecen a mover: que levanten las manos, que se agachen, que se paren”, sumó el profesional.

NUNCA ES TARDE PARA MOVERSE

Si bien la prevención es clave, nunca es tarde para empezar. Las personas mayores pueden recuperar fuerza y movilidad con el entrenamiento adecuado. La clave está en replicar los movimientos que se han perdido con los años y ejercitar el cuerpo de manera consciente. Moverse como antes es posible, y hacerlo trae consigo beneficios que van más allá de la salud física: mejora el ánimo, la independencia y la confianza en el propio cuerpo.

 

La clave está en replicar los movimientos que se han perdido con los años

 

El envejecimiento no tiene por qué estar ligado a la inmovilidad. El cuerpo es una máquina que se adapta a la exigencia. Al evitar el movimiento, se pierden habilidades. Pero, con el regreso al entrenamiento se recupera la capacidad de disfrutar del movimiento en todas las etapas de la vida. “La clave está en empezar poco a poco y ser constantes, porque cada pequeño esfuerzo cuenta y suma en el camino hacia una vejez activa y saludable”, sentenció el profesor de Educación Física.

 

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