La inseguridad seguirá si la Policía no pone más efectivos en las calles

En las numerosas reuniones sostenidas desde hace años por vecinos de la Región con autoridades policiales, para tratar la creciente inseguridad, en todas ellas el reclamo principal de la gente ha sido el de la necesidad de contar con más policías en las calles, ya sea realizando rondas a pie o en móviles de la Repartición.

Al mismo tiempo, no ha dejado de señalarse que los trabajos administrativos -no eficaces en lo que concierne a la prevención de delitos de extrema violencia en la vía pública- sustraen a numerosos efectivos de las funciones específicas que debieran cumplir.

Existen sobrados ejemplos en los últimos años acerca del poco criterio empleado con el recurso humano, que se traduce esencialmente en la falta de prevención de los delitos. El más reciente fue reflejado en la edición de ayer por este diario, en el informe que reveló que en La Plata hay más policías en la agrupación sinfónica que en la división de drogas. Según datos oficiales, la Banda policial tiene 99 agentes, mientras que para combatir el narcotráfico el número de agentes asignados llegaría a 94.

Asimismo, la Policía local destina a 278 policías al área de Custodia del Ministerio de Seguridad, mientras que otros 159 agentes cubren el servicio de Custodias Especiales y Funcionarios. De modo que sólo para esas dos funciones se encuentran destinados 437 efectivos.

En el caso de La Plata y en base al actual esquema operativo, hay unos 70 agentes asignados a cada comisaría, subcomisaría y destacamento, claro que divididos en turnos y con las bajas propias por enfermedad, licencias y suspensiones. Se trata de un número ínfimo si se lo compara con la siempre elevada cantidad de denuncias que ingresan por el 911, además de los robos no denunciados, choques, incendios y otras emergencias que ese personal debería atender. Y en esta lista, no debe olvidarse que, además, los calabozos policiales están abarrotados de presos que deben ser atendidos y vigilados. Que no tendrían que estar allí según lo ordenan la ley y muchos fallos firmen de la Justicia. Asimismo, la Policía no cuenta con recursos ni capacitación para actuar como organismo penitenciario.

La Policía no fue creada para estar en una oficina o cumplir tareas que no le conciernen. Hay pocas motos, móviles y patrulleros para atender a una zona de cerca de 900 mil habitantes. Con el número de policías disponible, cada agente debiera hacerse cargo de 15.000 habitantes. Se trata de una relación claramente despareja.

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Para afianzar su presencia la Policía debiera trabajar con mayor esmero en el objetivo de volcar a las calles todo su poder y, de ese modo, restablecer una relación armoniosa con la comunidad que supo existir en otras épocas -recordar el antiguo y eficaz “policía de la esquina”- profundizando el conocimiento de las distintas zonas y las mínimas pero imprescindibles tareas de inteligencia que le permitan anticiparse a la delincuencia.

Es preciso, entonces, que la fuerza policial extreme sus esfuerzos y que se haga sentir en las calles, a las que debe patrullar y vigilar como la fuerza disuasiva que debe ser, ejerciendo en plenitud un control que hoy realiza en forma muy deficiente. Y este problema empieza por resolverse recuperando su autoridad y presencia en la vía pública, como ocurre con las mejores policías del mundo.