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La Ciudad |La postura de platenses sobre este tema

El primer celular: entre el deseo de los niños y los miedos de los padres

La mayoría de los chicos de 10 años ya tiene teléfono propio. Cómo hacer para retrasar esta adquisición y los motivos de los que ceden ante el pedido de sus hijos

El primer celular: entre el deseo de los niños y los miedos de los padres

El 83% de los chicos recibió su primer celular antes de los 10 años / freepik

Camila Moreno

Camila Moreno
cmoreno@eldia.com

18 de Mayo de 2025 | 05:31
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“Emma tiene 11 años y en su curso, de los 27 compañeritos solo ella y otro más no tienen celular”, contó Stella, la mamá de la preadolescente. Lo que pasa dentro de ese aula se replica en gran parte del país: el 83% de los chicos recibió su primer teléfono antes de los 10.

“Estamos analizando con el padre comprarle uno para su cumple pero no estamos seguros aún. Los dos trabajamos mucho y ella pasa algunas horas sola en casa, entonces no vamos a tener control sobre lo que navega o el tiempo que pasa con el celular. Queremos primero que aprenda que es un elemento más en su vida, que puede estar ahí sin usarlo, que ella misma sepa ponerle un límite”, explicó la mujer.

Año a año baja la edad en la que los chicos reciben su primer teléfono. Según un informe elaborado por Unicef y la Unesco el 83% de los chicos de entre 9 y 11 años en Argentina recibió su primer celular antes de los 10 años, algo que sucedió sólo en el 20% de los adolescentes que hoy tienen entre 15 y 17 años.

Quienes se encuentran dentro de este grupo son los hijos de Pablo, vecino de Los Hornos. Actualmente sus chicos tienen 12 y 14 años pero tuvieron su primer celular a los 5 y 7 años, respectivamente.

“El primero fue compartido entre los dos y no se lo compramos, era uno que teníamos en casa y no se usaba así que se lo dimos. El motivo principal fue que como con la mamá nos separamos queríamos tener comunicación directa con ellos cuando estuvieran en la casa de cada uno de nosotros”, explicó el papá y completó: “Ahora que son más grandes lo usan para hablar con sus amigos pero fundamentalmente lo tienen para estar en contacto con nosotros. También lo usan para jugar y las redes pero principalmente es por una cuestión de comunicación”.

En la otra punta se encuentran los hijos de Daiana que tienen 11 y 13 años y todavía no accedieron a su primer teléfono. “A mi no me gusta y considero que no lo necesitan, siempre están conmigo o con su papá, nosotros los llevamos y los traemos del cole, lo mismo que a lo de los amigos. No van solos a ningún lado, entonces no está esa necesidad de comprarles un celular para que nos hablen”, defendió la madre su postura.

Como le sucede a muchos padres, a ella le da temor lo que puedan encontrar navegando en soledad. “A mi no me da seguridad que estén expuestos a las redes sociales o metidos todo el día en el teléfono”, indicó Daiana y añadió que de todos modos no están aislados de la tecnología: “Ellos tienen su tele, su Play y todo lo que necesitan”.

“Nosotros controlamos todo lo que hacen”, expresó por su parte Pablo sobre los posibles peligros a los que puedan enfrentarse sus hijos de manera virtual. “Le revisamos el teléfono para saber quién tiene contacto con ellos, sobre todo en redes sociales. Pero a la vez le damos la privacidad que ellos merecen con sus amigos”, agregó.

Cómo mantenerse firme en un contexto hiperconectado

Si en un curso de 27 chicos 25 tienen su propio celular, claro está que a los padres de los dos restantes se les hace difícil mantener su postura. “Nosotros entendemos lo que significa que ella no tenga su propio celular. No lo pide abiertamente pero claramente si le planteamos la posibilidad de comprarle uno nos va a decir que sí de una, pero de todos modos no es que nos hace berrinches o pide todo el tiempo un teléfono”, opinó al respecto Stella y aclaró: “Igual no es que no usa celular, usa los nuestros. Pero nosotros ahí un poco vemos qué es lo que usa, en dónde se mete y el tiempo que está online”.

Además del peligro latente que puede significar entrar en contacto con extraños por las redes, lo que más le preocupa en este caso a esta mamá es que no pierda horas de su vida delante del teléfono: “A la tarde pasa tres horas sola en casa hasta que nosotros salimos de trabajar y la intención es que aproveche para hacer las tareas, para que practique canto o violín, que son sus tareas extracurriculares y que le encantan. No que esté con un jueguito o mirando TikTok, durante horas. Entiendo que eso los atrapa y que es muy fácil perderse ahí pero por eso digo que tiene que aprender a poner un límite propio antes de tenerlo”.

En ese sentido ahondó: “Lo que nosotros no queremos es que su entretenimiento pase por un celular. Que sepa que se puede entretener con un montón de otras cosas. Que aprenda que es un elemento más en su vida y que no necesariamente tiene que estar continuamente ahí conectada viendo si está un amigo, si no está un amigo, o lo que sea. Ese desconocimiento del límite del uso es lo único que nos frena a comprarle un celular”.

Stella, además es psicopedagoga por lo que el uso de celulares en niños pequeños es algo que también ve a diario en su trabajo. “Yo creo que si se les da de muy chiquito el celu a los chicos, no aprenden a ser niños, no aprenden a ser jugadores, no aprenden a ser adolescentes. Es como que les capta un montón de cosas, sobre todo cuando no tienen límites para usarlo. Entonces, cuando ellos aprenden a hacer otras cosas, le pueden ir dando el lugar, a cada cosa su lugar”.

“Entiendo que es difícil poner este tipo de límites, en especial porque hoy los papás estamos muy ocupados, muy estresados, trabajamos todos un montón de horas y es mucho más fácil darle un celular y que se entretengan un rato para poder despejar la cabeza. Es parte del agobio que tenemos los adultos. Yo intento que eso no me supere y acompañarla, estar con ella y prestarle atención: sentarme a mirar un capítulo de una serie, ponerme a cantar con ella para que practique canto o escucharla mientras practica el violín o sea, estar con ella haciendo eso”, analizó y concluyó: “Hay que ponerse firme, le decís que no y hará uno, dos o tres berrinches después se le va a pasar. Después se entretiene con otras cosas, no son extraterrestres, así pasamos nosotros nuestra infancia y ellos también lo pueden hacer”.

 

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