Cuando el amor tambalea: claves para salvar una relación en crisis

Por momentos parece que todo se vino abajo. Las discusiones se repiten, el silencio pesa más que las palabras y la distancia emocional se vuelve rutina. Muchas parejas, tras años de convivencia o incluso en relaciones relativamente nuevas, atraviesan crisis profundas que amenazan con disolver el vínculo. Pero lo que para muchos podría parecer el fin, para psicólogos, terapeutas y hasta coaches ontológicos puede ser una oportunidad. Desde distintos enfoques profesionales, coinciden en que hay estrategias concretas y probadas para intentar reconstruir el lazo afectivo cuando el amor se encuentra en terapia intensiva.

Cada vez más argentinos recurren a la terapia para subsanar sus traumas amorosos. Problemáticas como las infidelidades, la pérdida de motivación, la dificultad para comunicarse en la intimidad y la falta de conexión, entre otras, son algunas de los temas más presentes en las charlas con psicólogos y coaches ontológicos. Así, la sociedad psicoanalizada crece diariamente y, con ello, la dependencia de un espacio de diálogo por fuera de la pareja.

Lo primero que señalan los psicólogos es que hay señales que, si no se atienden, terminan erosionando el vínculo de manera irreversible. “Las parejas que se separan no lo hacen de un día para el otro. Antes hubo años de malentendidos, reproches no dichos o frases dichas con saña. La mayoría de las separaciones no son por grandes peleas, sino por pequeñas heridas que se acumulan”, explican. Por eso, una recomendación casi unánime entre quienes trabajan en clínicas o consultorios privados es no dejar pasar demasiado tiempo antes de pedir ayuda profesional.

“No siempre la solución es continuar. A veces, lo más sano es dejar ir, pero si hay amor y disposición, muchas veces se puede volver a empezar”

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En ese sentido, una de las primeras herramientas que sugieren tanto terapeutas de pareja como psicólogos individuales es mejorar la calidad de la comunicación. “Decir lo que uno siente sin acusar al otro. No usar el lenguaje para pasar facturas, sino para mostrarse vulnerable, decir ‘esto me dolió’, en lugar de ‘vos me lastimaste’”, insisten. Esa diferencia sutil en la elección de las palabras puede desactivar conflictos y abrir puertas al entendimiento. En los consultorios se habla, por ejemplo, de la importancia de utilizar mensajes en primera persona -”yo siento”, “yo necesito”- en lugar de lanzar afirmaciones que suenan a ataque.

Otro punto en el que hay consenso es en identificar y desactivar lo que algunos terapeutas llaman “los jinetes del Apocalipsis del amor”: la crítica constante, el desprecio, la actitud defensiva y el retiro emocional. Según advierten psicólogos especializados en vínculos, cuando estos patrones se instalan, la pareja entra en un círculo tóxico que muchas veces desemboca en rupturas. “El desprecio es el más destructivo. Cuando uno de los dos ya no respeta al otro, es muy difícil reconstruir. Por eso, trabajamos en terapia sobre el respeto mutuo como base del vínculo”, sostienen.

En paralelo, los coaches ontológicos, con su estilo muchas veces más informal pero no por eso menos profundo, ofrecen otra perspectiva. Apuntan a la importancia de revisar las narrativas personales que cada uno trae consigo y que condicionan la forma de estar en pareja. “Muchos llegan diciendo ‘yo no sirvo para esto’, ‘siempre me abandonan’ o ‘el amor se termina’. Esas son creencias limitantes que terminan cumpliéndose como profecías autocumplidas”, sostienen coaches ontológicos, esos que suelen recibir consultas en lugares tan íntimos como una mesa de bar o una videollamada informal, pero que trabajan con herramientas poderosas como la gestión emocional, el poder del lenguaje y la corporalidad.

Estos coaches invitan a los miembros de la pareja a hacerse responsables, no culpables, de lo que ocurre. A preguntarse “¿qué estoy haciendo yo para generar esto?” en lugar de señalar al otro. “Cuando hay conflicto, cada uno tiene un rol en el drama. Salir del lugar de víctima es clave para empezar a transformar la relación”, repiten como mantra. Desde ese enfoque, el problema no es la crisis en sí, sino cómo se la interpreta y se la habita. La crisis, dicen, puede ser el momento exacto para reinventar el vínculo desde una escucha distinta y más auténtica.

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Terapeutas de pareja más clásicos, por su parte, destacan la importancia de respetar los espacios individuales. “Hay una falsa idea de que para salvar una relación hay que hacer todo juntos. No es así. Muchas veces el reenamoramiento se da cuando cada uno vuelve a conectarse consigo mismo y se reencuentran desde otro lugar”, explican. Respetar la individualidad, fomentar los propios intereses y no asfixiar al otro son parte de las recomendaciones frecuentes que se escuchan entre sesiones.

Claro que no todo se resuelve hablando o haciendo introspección. Los profesionales también advierten que hay situaciones que requieren intervenciones más estructuradas, como pactar tiempos de separación temporal, acuerdos de convivencia con nuevas reglas o incluso la evaluación seria de si seguir o no. “No siempre la solución es continuar. A veces, lo más sano es dejar ir, pero si hay amor y disposición, muchas veces se puede volver a empezar”, sostienen los terapeutas, con el tono prudente de quien ya acompañó a decenas de parejas a atravesar tormentas emocionales.

Quizás lo más alentador que ofrecen estos profesionales es una certeza: la mayoría de las crisis pueden ser superadas si hay voluntad de ambas partes y herramientas adecuadas. “No hay fórmulas mágicas, pero sí caminos posibles”, repiten psicólogos y coaches por igual. Y en una época donde todo parece descartable, ellos todavía creen en la potencia de un vínculo reconstruido, en el valor de intentarlo de nuevo, aunque duela, aunque cueste, aunque haya que aprender a amar de otra manera.