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Miedo a ser feliz: entre la alegría intensa y el terror al derrumbe

El temor a la felicidad afecta a muchas personas, pero suele ser invisibilizado. Una psicóloga explicó que, en esta época de la inmediatez, la frustración y la ansiedad, puede ser un drama frecuente. Qué se dice sobre este fenómeno, cómo reconocerlo y cómo enfrentarlo

Miedo a ser feliz: entre la alegría intensa y el terror al derrumbe

La felicidad no siempre viene acompañada de satisfacción / Web

6 de Julio de 2025 | 05:46
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“Cuando todo va demasiado bien, espero lo peor”.

Esta frase, más común de lo que muchos admitirían, refleja un temor silencioso que, lejos de ser excepcional, aparece con frecuencia en la consulta psicológica. Se trata de la querofobia, un miedo irracional a la felicidad, y según Lucía Moviglia, psicóloga egresada de la Universidad Nacional de La Plata, es un fenómeno que merece ser pensado en profundidad: “Si pensamos en el miedo a ser feliz, lo podemos encarar desde muchísimos lugares”, plantea la profesional en diálogo con EL DIA.

La querofobia –del griego “chairo” (alegría) y “phobos” (miedo)– se manifiesta en la tendencia a evitar situaciones que podrían generar placer o alegría, ya sea por ansiedad o por la creencia inconsciente de que “algo malo” sucederá después de un momento feliz. Ante ello, Moviglia definió: “La querofobia habla de un miedo irracional a la felicidad o a situaciones que puedan generar alegría, y que quienes lo padecen pueden evitar activamente esas situaciones o sentir ansiedad ante la posibilidad de experimentar esa alegría”.

Para la profesional, la imposibilidad de disfrutar muchas veces tiene origen en aprendizajes tempranos, mandatos familiares o culturales que asocian el placer con lo prohibido: “En la vida pasan un montón de cosas que uno puede elegir disfrutarlas, y a veces ante distintas presiones, mandatos, culpas y miedos internalizados, uno puede evitar eso que lo hace feliz. Porque en algún momento aprendió que eso que lo hace feliz está mal o está mal visto”, explicó.

Moviglia subrayó, además, que esta relación conflictiva con el disfrute no surge de la nada: “Por lo general puede estar asociado al placer, puede estar asociado a buenos momentos, y según de quién hayamos aprendido o cómo hayamos aprendido. Pero a veces, pasa que el placer está asociado a lo que está mal o a lo que no debemos o a lo que no podemos”, reflexionó. En otras palabras, la educación emocional que recibimos moldea, muchas veces de forma silenciosa, nuestra capacidad de dejarnos atravesar por lo bueno.

LA ÉPOCA DE LA INMEDIATEZ

Pero el miedo a ser feliz no sólo se explica por la historia personal o el entorno familiar: también tiene un anclaje cultural y social. A ello, Moviglia suma otra dimensión: la ansiedad que surge ante la posibilidad de la felicidad en una época marcada por la inmediatez.

 

La búsqueda de una felicidad constante e ininterrumpida es, en sí misma, un callejón sin salida

 

“Pienso en algo muy actual que tiene que ver con la inmediatez de esta época, sobre todo en la adolescencia, pero lo podemos llevar a un montón de edades porque es un carácter de estos tiempos”, reflexionó. “Todo tiene que llegar rápido”.

Para la psicóloga, este ritmo acelerado provoca que muchas personas no toleren la espera o la frustración mínima, y eso repercute directamente en cómo viven la alegría: “Tal vez hay personas que dicen que son felices, pero cuando algo de esa lógica se cae o no responde, es una frustración total o muy grande”, explicó.

LA FELICIDAD DIARIA

Lucía Moviglia rememoró una idea del psicoanálisis que resulta clave para comprender el miedo a la felicidad: “Freud decía que la felicidad se entiende por contraste y que son momentos episódicos en la historia de uno”.

 

“La ilusión de una felicidad constante es algo que puede terminar siendo un poco contraproducente

Lucía Moviglia,
psicóloga

 

En este sentido, planteó que la verdadera felicidad no se sostiene como un estado permanente: “Si la felicidad la pensamos por contraste, ¿qué pasa si en ningún momento nos podemos angustiar? ¿O si no toleramos esa frustración o algo no tan positivo en la vida cotidiana? ¿En qué momento podemos percibir entonces los momentos de felicidad y bienestar?”, se pregunta.

Ante ello, la búsqueda de una felicidad constante e ininterrumpida es, en sí misma, un callejón sin salida: “La ilusión de una felicidad constante es algo que puede terminar siendo un poco contraproducente. Por eso es importante también vivir la felicidad real, la felicidad del día a día”.

Moviglia, entonces invitó a resignificar la alegría como algo posible y cercano: “A veces la felicidad del día a día son estos momentos pequeños: que te salga algo, disfrutar de una situación que se sale de lo común y hasta disfrutar de lo común, porque en lo común también hay estos momentos que nos ayudan a valorar más. Y no lo digo desde un lado moral o desde un lado de bajar línea, sino pensando en que, si vamos a entender la felicidad por contraste como dice Freud, todo es parte, todo ayuda, todo suma y todo hace a algo”.

Uno de los puntos más interesantes de su análisis es el contraste necesario: “Creo que no hay felicidad si no hay momentos de reflexión. Entonces el miedo a ser feliz también lo pensaría desde ese lado: si el ser feliz implica que hay momentos donde no lo soy, tal vez por eso también genera mucha ansiedad esos momentos de no ser feliz para que llegue lo otro.

Este mecanismo de “quedarse en la zona de lo soportable” es una forma de defensa: al evitar tanto el pico de alegría como el de tristeza, la persona busca una estabilidad emocional que, paradójicamente, le impide experimentar plenamente los matices de la vida. A veces, para no enfrentar la posibilidad de una caída, se elige no subir.

La querofobia no es exclusiva de quienes tienen un diagnóstico de ansiedad, depresión o trauma: puede aparecer en cualquier persona, incluso en quienes llevan una vida estable y funcional. Lo que define la gravedad del problema es el grado en que el miedo interfiere en la capacidad de disfrutar, tomar decisiones y construir vínculos sanos.

Para cerrar, la psicóloga platense deja un mensaje claro: “Es importante reflexionar sobre nuestra relación con la felicidad, revisitar nuestras creencias y mandatos, y darnos permiso para gozar de los pequeños momentos. Porque muchas veces la felicidad no es un lugar al que se llega, sino algo que se construye y se vive en lo cotidiano”.

Un número que crece
Una investigación publicada en 2022, que encuestó a más de 800 adultos de diez países, reveló que quienes tuvieron infancias infelices, sufren de soledad crónica o presentan rasgos de perfeccionismo, tienden a experimentar altos niveles de aversión a la felicidad. En el ámbito de las fobias específicas, a las que la querofobia puede ser asociada, se estima que entre el 6 y el 8 por ciento de la población presenta algún tipo de miedo desproporcionado que interfiere en su vida diaria.
Recomendaciones para evitar la frustración

1 IDENTIFICAR Y NOMBRAR:  reconocer si lo que aparece es frustración, tristeza, enojo u otra emoción ayuda a procesarla y no dejar que se acumule.

2 ACEPTAR QUE ES PARTE DE LA VIDA: recordar que no todo sale como esperamos y que convivir con contratiempos es inevitable para crecer emocionalmente.

3 PRACTICAR LA TOLERANCIA:  darse pequeños permisos para estar incómodos o tristes sin buscar soluciones inmediatas fortalece la resiliencia.

4 MÁS ACTIVIDADES:  caminar, leer, escuchar música o compartir un café pueden devolvernos la calma y ampliar la perspectiva.

5 PEDIR AYUDA:  si la sensación persiste, consultar a un profesional de salud mental es clave.

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