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Información General |Primer contagio de coronavirus en contextos de pobreza

Un caso en la Villa 31 enciende alarmas por la situación de los asentamientos en la pandemia

Especialistas advierten por el estado de vulnerabilidad de barrios donde el hacinamiento y la mala nutrición potencian riesgos

Un caso en la Villa 31 enciende alarmas por la situación de los asentamientos en la pandemia

Omar Giménez
ogimenez@eldia.com

22 de Abril de 2020 | 04:58
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“Los vecinos de los asentamientos están asustados. Hacen la cuarentena lo mejor que pueden, aunque, ante la precariedad de las viviendas, el aislamiento es más barrial que domiciliario. Pero no es esa la única desventaja frente al común de la población: también les falta el agua necesaria para el lavado frecuente de manos, no tienen plata para el alcohol en gel y, en barrios que viven de las changas, la cuestión alimentaria se agravó mucho con esta crisis. En estas condiciones hay que hacer lo imposible para que el coronavirus no entre en los barrios más desprotegidos. Si entra, se puede generar un escenario muy difícil”.

El que habla es Pablo Pérez, coordinador de la ONG La Plata Solidaria, que asiste a comedores de distintos puntos de la periferia platense. Y expresa una preocupación que crece a medida que se extiende la circulación comunitaria del nuevo coronavirus en la Argentina: el modo desventajoso en que la barrios más vulnerables, plagados de carencias estructurales históricas, aparecen posicionados frente a la nueva amenaza.

Las alarmas en torno a este problema sonaron con especial fuerza ayer, después de que se registrara un caso positivo de coronavirus en la Villa 31 de Retiro, que se convirtió en el primero detectado en un asentamiento de emergencia en el país.

El caso, correspondiente a una mujer de 43 años, motivó que se desplegara el protocolo de aislamiento con la afectada al tiempo que se tomaban medidas de desinfección y otras que ya estaban vigentes en el barrio, como el aislamiento de personas mayores en iglesias ante la imposibilidad de hacerlo de manera domiciliaria dadas las condiciones de precariedad y hacinamiento presentes en el barrio.

La mujer afectada en la Villa 31 -el asentamiento más antiguo y uno de las más populosos de Buenos Aires, donde viven más de 50.000 personas- describió ayer, en un reportaje concedido a la revista “La Garganta Poderosa” y difundido a través de las redes sociales, que vive en una pieza de tres metros cuadrados junto a su madre y su padre, de 84 y 85 años, respectivamente, y que en el mismo edificio residen otras tres familias en un ámbito donde 13 personas comparten el mismo baño”.

La descripción da cuenta del grado de hacinamiento en el que se vive en los asentamientos , que contribuye a potenciar los riesgos de expansión de la enfermedad.

Consultado por este diario, el infectólogo platense Amadeo Esposto destacó que es la situación de los asentamientos, precisamente, la que hace que la amenaza de la pandemia en América Latina adquiera características propias, distintas de las que se vieron en otros escenarios, como Europa, China o los Estados Unidos.

“En los asentamientos se plantea un escenario difícil en el que confluyen vulnerabilidades tales como el hacinamiento o la falta de servicios esenciales, lo que representa un panorama peligroso desde el punto de vista sanitario”, explica Esposto.

Sucede que tanto el hacinamiento como la falta de servicios básicos como el agua, que son problemas frecuentes en este tipo de barrios, dificultan la toma de las principales y más básicas medidas preventivas, como el mantenimiento de la distancia social o el lavado de manos frecuente.

El panorama es todavía mas difícil si se considera que a esas vulnerabilidades se suman otras, tales como la malnutrición: un estudio realizado a principios de año por los ministerios de Educación y de Salud en escuelas de barrios carecientes en distintas zonas, incluida el Gran La Plata, demostró que el 50% de los chicos estudiados estaba mal nutrido.

Mientras tanto, en los últimos meses, desde entidades como CONIN La Plata se viene advirtiendo por una reducción de la presencia de proteínas, de carne y de lácteos en la dieta de los sectores populares de barrios como Ringuelet o Los Hornos. Al tiempo que un estudio realizado en 2019 por la ONG La Plata Solidaria demostró que los chicos de los barrios vulnerables de la región toman la mitad de la leche que la recomendada por la Organización Mundial de la Salud.

Para Esposto, dada esta situación es clave que la actuación frente a los casos detectados en barrios vulnerables sea rápida y eficaz.

“Mientras se trate de casos aislados y antes de que el virus se expanda de manera comunitaria en los propios barrios, se puede controlar”, indicó el especialista.

Esposto agregó que, en esa dirección, “se han tomado medidas tales como la de disponer sitios de aislamiento para personas con resultados positivos para COVID-19 o casos sospechosos en cuarentena que no disponen de un ámbito adecuado para aislarse en sus domicilios”.

El especialista destacó, además, que, si bien en La Plata los asentamientos no son tan populosos como los porteños, muchos de estas vulnerabilidades están presentes, tales como el hacinamiento y la falta de servicios básicos.

Un estudio actualizado recientemente por el Observatorio Socioeconómico de la Universidad Católica de La Plata destaca la presencia de esos factores de riesgo en los 240 asentamientos del Gran la Plata habitados por 190.000 personas, entre ellos 16.500 niños.

En el marco de ese estudio, orientado a relevar el grado de integración de esas poblaciones con la Ciudad, se detectó que el 60% de los hogares de asentamientos platenses no tienen garantizado el suministro de agua potable dentro del hogar y las situaciones de hacinamiento son comunes.

Rodrigo Martín, director de ese observatorio, indicó al dar a conocer el trabajo ante una consulta de este diario que la situación planteada por el coronavirus “profundiza una desigualdad no resuelta en décadas”, al tiempo que destacó que los habitantes de los asentamientos “quedan más expuestos y tienen menos herramientas al momento de enfrentar una pandemia”.

Según indican desde ese Observatorio, la pobreza multidimensional que afecta a estos barrios hace que “la estrategia de aislamiento obligatoria tenga que ser acompañada con más instrumentos de política pública, propios de una morfología social distinta”.

Para Pablo Pérez, a la amenaza del coronavirus y las carencias edilicias de los barrios se suma un problema que la presente crisis potenció: “es el alimentario. La gente no puede hacer changas. En los comedores hay cada vez colas más largas. Y las soluciones no están llegando a la periferia profunda.”

 

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