Milei, la obsesión por la Ciudad de Buenos Aires y la lógica de la imposición a Mauricio Macri

El “triángulo de hierro”, aquella mesa de decisiones oficiales que de tan pequeña es casi ratona, ha blanqueado su nueva obsesión: el control político de la Ciudad de Buenos Aires. La integran el presidente Javier Milei, su hermana Karina y el asesorísimo Santiago Caputo. Dicen que ahora le han puesto una silla ocasional a Patricia Bullrich, la ministra de Seguridad. El objetivo supone una pelea, que hasta ahora se insinúa frontal, con Mauricio Macri y su espacio político, el PRO, que han reinado en la CABA desde hace casi dos décadas.

Torear a Macri en su pago chico se enmarca dentro de esa lógica bien “caputista” que reza que entre los votantes de ambos espacios -con perfil similar en muchos aspectos- sólo hay lugar para un líder. Sentado sobre la fabulosa caja nacional y surfeando en la oleada de imagen positiva que le muestran las encuestas debido al control de la inflación, Milei viene cooptando de a poco dirigentes amarillos a los que seduce con un futuro electoral próspero basado en la idea de que la mejora de la economía es algo inevitable. Y que eso, claro, trae crédito social.

La propia Bullrich es un ejemplo cabal de esa cooptación. Pero también otros rostros “mauricistas”. Como el diputado Diego Santilli, cuyo nombre suena cada vez más fuerte para integrar la boleta violeta del año que viene en la Provincia de Buenos Aires (dato: el “Colo” ha bajado notablemente su exposición defensiva al espacio amarillo). O Diego Kravetz, hasta hace unos días funcionario de la Ciudad de Buenos Aires que fue designado en la siempre oscura SIDE. O acaso Cristian Ritondo, el jefe del bloque de diputados del PRO.

Este último caso es particularmente interesante: ante la información periodística de supuestas propiedades en el exterior a nombre de su esposa, aparentemente no declaradas, ninguna voz macrista lo bancó tanto a Ritondo como lo hizo el Presidente el último jueves. “Está siendo víctima de una operación”, dijo Milei. Y así puso en evidencia el silencio de Mauricio, supuesto jefe directo de Ritondo, quien fue ministro de Seguridad bonaerense de María Eugenia Vidal.

El foco en un gran ring

El actual jefe de Estado gobierna en el marco de una realidad inédita para la historia reciente: no sólo tiene una notable debilidad legislativa -seis senadores, una treintena de diputados- sino que además carece de territorialidad. Ni un gobernador propio, ni un intendente. Así, la mesa chica mileista entiende que el gran ring en el que tiene más posibilidades electorales el año que viene, ese lugar donde se podría empezar a hablar de un “distrito violeta”, es la CABA.

Por eso La Libertad Avanza busca la fusión de hecho entre sus votantes y los del PRO y casi que desdeña un acuerdo político con el expresidente. En la Casa Rosada percibirían que las condiciones de fortaleza política coyuntural del gobierno favorecen la táctica de la imposición a Macri, por sobre el acuerdo político con él.

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Objetivamente, hay algo de ingratitud. Y Macri se encarga de evidenciar eso en los trascendidos que deja correr: Milei fue dialoguista y lo invitaba a comer milanesas mientras necesitó los favores amarillos en el Congreso; al punto que el PRO tuvo una cierta relevancia en el primer año de gestión libertaria acompañando cuestiones clave para el Presidente. Como la Ley Bases, el paquete fiscal o el sostenimiento de los vetos al financiamiento educativo y la movilidad jubilatoria, leyes que quiso imponer la oposición dura y no pudo porque no consiguió el número necesario.

No es novedad que el PRO nunca se sintió retribuido por eso. No tanto en el sentido de incorporar dirigentes propios al gabinete sino porque Milei, en tándem con el joven Caputo, jamás aceptó la conformación de una mesa política conjunta -o algo similar- para pensar una posible integración estratégica de los espacios. Se reitera: no se busca la integración sino la cooptación inevitable.

El voto en contra del presupuesto y el acto de Karina

Conviene volver a CABA, territorio en el que La Libertad Avanza se comporta como un partido opositor al alcalde Jorge Macri. Tanto que su menguado bloque, unas ocho almas, acaba de votar en contra del presupuesto que envió el primo de Mauricio. Pero hay más: el último miércoles, Karina Milei, devenida operadora política del Gobierno y clara referente porteña del armado oficialista, organizó un acto en un teatro local que sirvió para plantar bandera y casi avisar que irán con candidato propio al Congreso el año próximo, en el que el distrito elige diputados y senadores. La cabeza de lista sería el actual vocero presidencial, Manuel Adorni, uno de los que utilizó el micrófono ese día.

La historia les dice a los libertarios que, junto con Córdoba, la Capital Federal asoma como uno de los distritos más anti kirchneristas del país. Para ellos, eso es combustible. Pero parecen haber percibido que, al cabo de un año de mileísmo, aquel sentimiento del electorado es más “trabajable” no tanto desde la lógica de la denuncia de la corrupción pasada ligada a Cristina Kirchner y su tropa, sino desde la defensa del modelo económico actual en contraposición con el de la ex mandataria.

La Libertad Avanza busca la fusión de hecho entre sus votantes y los del PRO

Así, habría un convencimiento en la Rosada de que el electorado porteño conceptualmente ya es de ellos por la valoración de los logros de la macroeconomía y el panorama de mejora de la micro que se estaría verificando. Y, además, porque la gestión del primo Jorge no sería tan bien percibida por los votantes del distrito como sí lo fue la de su antecesor amarillo, Horacio Rodríguez Larreta, e incluso la del propio Mauricio. Eso dirían encuestas reservadas que manejan en Balcarce 50.

Un gran interrogante

El politólogo Lucas Romero, titular de la consulta Synopsis, plantea un interesante interrogante en diálogo con este diario. “¿El electorado porteño tolerará un destrato de Milei al PRO que llegue al nivel de obturar la gestión de Jorge? Es un riesgo que se juega La Libertad Avanza si no pacta. Lo más probable es que el jefe de Gobierno desdoble la elección local de la nacional y no está claro cómo lo procesará esa clientela. Eso también es un riesgo para los libertarios porque hasta ahora no tienen una figura de peso para el comicio meramente local”.

Sobre este último punto, una posibilidad es que llegado ese caso el Gobierno haga jugar a Adorni para la Legislatura porteña. Pero suena a poco porque la apuesta central, hasta ahora, es que sea postulante al Senado, que será la pelea más estelar del distrito. Las fuentes del PRO desafían con un enigmático: ¿y qué pasa sin no hay acuerdo y Mauricio decide ser él mismo el candidato a la Cámara Alta? En La Libertad Avanza responden con la carta de Bullrich para enfrentarlo. Cinchada entre ex jefe y ex pupila, digamos.

Una pelea que va más allá

El analista Ignacio Labaqui, de la Universidad del CEMA, no duda de que el tironeo de la CABA no es sólo distrital sino que se enmarca en una lógica más macro de Milei de dar pelea al PRO y someterlo a alguna derrota dura (¿qué más duro que el bastión histórico?) en la busca de reformulación de liderazgos sin darle nada a cambio ni al espacio ni a los referentes. Fagocitarse a los amarillos.

Es que, en el fondo, Milei sabe que es Presidente por la alianza que hizo con Macri de cara al balotaje del año pasado que trasladó votantes de un lado a otro con la zanahoria de la derrota del kirchnerismo como objetivo. Anida allí algo de reminiscencia de la historia de dependencia del peronista Néstor Kirchner y su mentor Eduardo Duhalde, hace de eso más de 20 años y con la caída del menemismo como norte. Que se cortaría justamente con una pelea electoral entre ambos, allá por el 2005.

Labaqui sostiene, con razón, el carácter de desafío electoral que para La Libertad Avanza tiene la eventual aventura independentista en la CABA porque en las dos últimas elecciones Milei no cosechó resultados apabullantes: un 13% en la legislativa de 2021, cuando entró al Congreso, y un 19% en la primera vuelta presidencial. Claro, hasta allí sólo podía prometer que domaría la inflación, una preocupación social que dejó de estar al tope de las encuestas.