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Brian Wilson como metáfora: el otro lado del documental de Disney sobre los Beach Boys

Estrenada en el servicio de streaming de la Casa del Ratón esta semana, la película muestra algunas de las crisis de la banda pero matiza la que es una de las grandes tragedias del pop, una historia de explotación que llevó a su líder más allá del límite

Brian Wilson como metáfora: el otro lado del documental de Disney sobre los Beach Boys

Brian Wilson en el estudio, su lugar en el mundo

Pedro Garay

Pedro Garay
pgaray@eldia.com

27 de Mayo de 2024 | 02:57
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Tras un ataque de pánico profundo a bordo de un avión en 1964, Brian Wilson decide que no va a viajar más. El resto de los Beach Boys se resisten, pero hace rato que su líder sale poco de gira, delegando los viajes, el griterío histérico, los escenarios y los hoteles en el resto de la banda mientras él se queda en casa componiendo. El avión es solo un disparador: Brian Wilson está agotado, desgastado, y quiere recuperar lo que da sentido a su vida, escribir música.

Es un momento definitivo para los Beach Boys. La banda era, hasta ese entonces, el combo que había perfeccionado el surf rock para adolescentes, “el sonido californiano definitivo”, define el documental que acaba de estrenar Disney+: pero era eso, una banda prolija de singles pegadizos, canciones simples sobre el sol, la playa, los autos y las chicas. Es cierto que bajo esa superficie convencional y esa imagen “para toda la familia” escondían algunas de las melodías más celestiales de la música pop, cortesía del genio de Brian Wilson. Pero la superficie era rocanrol de tres acordes apto para todo público.

Brian Wilson tenía 23 años cuando se encerró en el estudio, y ya en su primer disco dedicado exclusivamente a la composición y la producción dejó su marca: “The Beach Boys Today” es un trabajo ambicioso, de orquestación barroca y canciones que intentaban escapar a las constricciones de la música pop del momento. Era el primer paso hacia “Pet Sounds”: era el primer paso de las grandes épicas y tragedias de la música pop.

 

Brian Wilson tenía 23 años cuando se encerró en el estudio: estaba cansado de viajar

 

Épica y tragedia: el joven Brian había desatado su exploración. Desatado de su tiránico padre, que gobernó a la banda con miedo y manipulación psicológica hasta que lo echaron, pero también desatado del resto de la banda, que metía la cuchara y opinaba en cuestiones musicales, Wilson explora. También explora el LSD, y para producir el volumen musical que se espera de él (la banda sacaba unos tres discos por año), se engancha con las anfetaminas. Como un genio romántico del siglo XIX, compone y produce música febrilmente, encerrado en la cabina, sin sus hermanos. Obsesionado, incomprendido, torturado. Solo. Destinado al estrellato y a estrellarse. Nadie se salva solo.

Imaginen un mundo donde las canciones se producen como panchos: de repente, Brian Wilson pasa medio año, y gasta mucha plata (graba con The Wrecking Crew), para producir un disco autoral, para crear sabores nuevos, texturas musicales nuevas, sorpresas y giros en el marco de una industria predecible, en el marco de una banda predecible. Las canciones de “Pet Sounds”, influidas por la lisergia y quizás por la propia decadencia mental de Wilson, son expansivas en todas direcciones, hechas de mil sonidos que asombran sin dejar de construir una perfecta armonía, hechas de retazos de melodías que se unen de manera única, inesperada. Un estallido de los sentidos, un estallido del sentido común. Capitol, su compañía discográfica, no sabía qué hacer con eso, al punto de que decidió lanzar, al mismo tiempo que el disco que sería considerado uno de los álbumes fundamentales de la historia, un “grandes éxitos” con las canciones más convencionales de la banda.

“PET SOUNDS”

“Pet Sounds” es además el único disco de los Beach Boys en 1966, y algo similar parecía que iba a ocurrir en 1967: Brian pasó unos 11 meses construyendo su siguiente catedral, “Smile”, una profundización de ese modelo fragmentado de composición, pero además sin su primo, Mike Love, en las letras. Brian se asoció con Van Dyke Parks para escribir otro tipo de canciones, que no hablaran de autos y playas y bikinis, en tiempos donde la contracultura playera de California, esa que ellos habían vuelto comercial y feliz, había mutado hacia la psicodelia y las protestas sociales. Y Brian gastó además miles de dólares y varios meses en una sola canción, “Good Vibrations”. Inaceptable. Más, teniendo en cuenta que aunque había puesto celoso a los Beatles, “Pet Sounds” había tenido una recepción comercial tibia.

El documental de Disney, una aburridísima biografía autorizada, burda, obvia en sus intenciones, explica aquí que Brian Wilson, simplemente, decidió abandonar “Smile”, el disco inacabado más famoso del siglo XX, por ser demasiado complicado. La realidad es bastante más compleja: Brian había intentado divorciarse de Capitol, buscando llevar a la banda hacia nuevos horizontes, y hasta había comenzado la construcción de un estudio en su casa para grabar de manera independiente, pero el intento había fracasado.

 

Entre disputas de todo tipo, a nadie parecía interesarle la salud mental de Brian Wilson

 

Los meses pasaban y no había disco, solo peleas. La banda, encabezada por un Mike Love despechado que siempre había creído que los Beach Boys tenían que atenerse a la música (y que más adelante demandaría a Brian y tomaría control de la marca), ejercieron su presión. Un Brian Wilson destruido por la presión y las adicciones, de frágil salud mental, decidió abandonar la experimentación que lo consumía, y aceptar. Darse por vencido. A la Disney, le dijeron que la decisión devolvió democracia a una banda que había sido tomada por Brian Wilson y la leyenda de su genio. En rigor, fue una decisión ejecutiva, comercial, de todas las partes, y una claudicación para Brian. La banda quiso seguir aferrada al pasado, seguir cobrando los cheques. Con las horas de material de Brian armaron un disco más convencional, “Smiley Smile”: así, se volvieron, en aquel convulsionado y explosivo final de los 60, rápidamente irrelevantes.

EL DESCENSO

Y mientras tanto, a nadie parecía interesarle demasiado la salud mental de Brian Wilson. Los Beach Boys cuentan que iban a grabar a su estudio, pero quizás Brian no bajaba, se quedaba en la cama. Y era mejor para ellos que los dejara solos, haciendo sus canciones, juntando algunos dólares más. Brian escuchaba arriba ese descenso hacia la irrelevancia de su banda, quizás con el corazón roto, tras los golpes de su padre, que había vendido para entonces su catálogo musical, y tras la decisión de sus hermanos de no confiar en su visión; sin dudas, derrotado, desilusionado, la mente fragmentada, deprimida, quemada, por volar demasiado cerca del sol y por producir bajo demasiada presión, y por todo lo que tomó para lidiar con ello.

La banda continuó esa pantomima por un tiempo más, cambiando formaciones, con Brian más o menos involucrado según sus propios problemas. Continuó también cuando en 1983 su hermano Denis, el verdadero pibe playero que le gustaba el surf y la contracultura de la época, murió ahogado, ebrio y vagabundo. Nada dice Disney al respecto. Dos años más tarde, los Beach Boys sacaron un nuevo disco: entre los compositores, además de Brian, figura su psicólogo, Eugene Landy, su último explotador, que durante años, desde su lugar de terapeuta, le exprimió dinero y canciones mientras lo mantenía sumiso con un cóctel de drogas. Lo rescató su última mujer, que no es la que aparece en el documental.

Para agendar
Qué: “The Beach Boys”, documental que recorre la historia de la banda a través de testimonios de sus miembros
Dónde: Disney+Cuándo: Ya disponible

 

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