Vizcaíno pasa sus días analizando restos fósiles y entrenando arqueros y arqueras de fútbol. Muchas de ellas han jugado en equipos de Primera
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El investigador del Museo de La Plata y el Conicet recibió el premio Consagración por su “excepcional” labor en las Ciencias de la Tierra, un campo que le permitió trasladar sus conocimientos a su otra pasión: el fútbol
Vizcaíno pasa sus días analizando restos fósiles y entrenando arqueros y arqueras de fútbol. Muchas de ellas han jugado en equipos de Primera
JORGE A. GARAY
Cuando días atrás recibió el Premio Consagración 2025 de la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (ANCEFN), Sergio Vizcaíno (64), Jefe de la División Paleontología Vertebrados del Museo de La Plata; Lic. en Biología y Dr. en Ciencias Naturales de la UNLP no pudo menos que pensar en sus padres. En Eric, su papá comerciante de calle 12, y María del Carmen, su mamá maestra, quienes, subraya, “creían en el progreso a través de la educación”.
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Acostumbrado a viajar en el tiempo con sus investigaciones, su memoria habrá recuperado también alguna mañana correteando en el Jardín de Infantes del Normal 3, donde después haría la primaria y la secundaria, para años después empezar su recorrido como estudiante en la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de La Plata (FCNyM-UNLP), de la que desde 2005 es profesor titular, y continuar hasta llegar a investigador superior del Conicet. Sería precisamente ese trayecto el que, acaso sin sospecharlo, le permitiría unir dos pasiones, a priori, inconciliables: la paleontología con el fútbol.
“Siempre he considerado que, inevitablemente, tras los logros importantes hay muchas personas”, admite Vizcaíno y resalta su decisivo paso por la educación pública -“en la que transité todas las etapas de mi formación”- para obtener este reconocimiento de la ANCEFN, reservado para aquellos investigadores que hayan desarrollado una actividad científica excepcional en un área particular. En su caso, las Ciencias de la Tierra, que agrupan las disciplinas que estudian el planeta, incluyendo su composición, historia y los fenómenos que ocurren en la geósfera, la hidrósfera, la atmósfera y la biósfera.
El campo de investigación de Vizcaíno es la paleontología, y más específicamente la paleoecología (la ecología durante el pasado geólogico). De ahí que aunque su objeto de estudio sean los organismos del pasado, para comprenderlos deba integrar la información de la biósfera con las de las otras tres esferas.
A eso ha dedicado el último cuarto de siglo este paleontólogo, a la cabeza de un proyecto que estudia la paleoecología del sur de la Patagonia hace unos 17 millones de años, en un período de calentamiento global comparable al actual, antes de que se desertificara. “Lo que hacemos es tratar de reconstruir el ambiente, el clima (incluyendo las paleotemperaturas y paleoprecipitaciones) y la presencia de indicadores de cambio climático”, explica sobre esa investigación que lo ha llevado a liderar más de treinta expediciones a la provincia de Santa Cruz en busca de fósiles y otras evidencias.
Pero tuvo que pasar bastante tiempo para que los dinosaurios se convirtieran en la fauna más visitada por Vizcaíno. De niño, reconoce, esos gigantes del pasado no estaban entre sus juguetes preferidos y en cambio elegía pasar el tiempo con otros -“que hoy serían muy mal vistos”- como soldaditos de plomo o se armaba para librar duelos imaginarios con su equipo de cowboy con sombrero y caballito con palo de escoba y cabeza de plástico. En los años de su infancia también pasaba horas y horas leyendo historias de aventuras, mirando películas de Tarzán o jugando al fútbol. La pelota estaba siempre.
Como muchos, él soñó con llegar a Primera, vestir la camiseta de la Selección, esas cosas. Como tantos, admite, “fracasó” en el intento y se dedicó a otros deportes como el básquet e incluso el fútbol, por pura afición. Hasta que el cuerpo le dijo basta, hizo de tripas corazón y, acaso, también haya tenido que redefinir la malograda palabra “fracaso”.
De niño, los dinos no estaban entre sus juguetes preferidos, pero siempre había una pelota de fútbol
“Al cumplir 50 años me acerqué al Centro de Entrenamiento Formativo para Arqueros (CEFARQ), de Av. 31 y 53, en un intento por alargar mi vida de ‘futbolista’ reciclándome como arquero. Allí conocí a Leandro Cortizo, creador del CEFARQ, entrenador de arqueros de Estudiantes y que jugó profesionalmente en Italia. Después de un año de entrenamiento con él, me invitó a sumarme al cuerpo de instructores del Centro, al ver en mi más virtudes como docente que como jugador”, dice Vizcaíno y refiere una cita de George Bernard Shaw. Aquella que sostiene que “quien puede, hace; quien no puede, enseña”.
Con el tiempo, el investigador fue abandonando la práctica para afianzarse en el entrenamiento de arqueros y, después, de arqueras, cuya coordinación le confió Cortizo.
Pero, ¿cómo es que paleontología o ciencia y fútbol pueden amalgamarse? “El gusto por analizar el deporte en general y el hecho de utilizar la biomecánica como herramienta para interpretar la forma de vida de los animales extintos a través de su anatomía, me permitía intelectualizar y justificar las explicaciones”, precisa y que, al principio, su aporte central fue “aplicar la biomecánica en los gestos técnicos como herramienta para que los entrenadores dominaran mejor lo que se enseñaba”.
Aunque resulte extraño y quizá muchos no lo sepan, “los buenos entrenadores tienen un gran conocimiento empírico de la biomecánica cualitativa” que, por ejemplo, ayuda a imprimirle más velocidad al cuerpo y a darle mayor alcance a las “voladas”.
Así lo explica Vizcaíno: “En los vuelos siempre se enfatiza el empuje que aporta la pierna más cercana al balón y no se considera el aporte de la pierna contraria. Ya hace varios años interpretamos que la otra pierna también aporta una cantidad significativa de fuerza, cosa que hoy está comprobada experimentalmente. Esto es muy relevante porque la velocidad y la imprevisibilidad del juego en alta competencia hace que a veces no se pueda ejecutar el gesto completo y la arquera (o el arquero) deben resolver sin el aporte de la pierna cercana al balón”.
Certificado Entrenador de Arqueros de la Asociación de Técnicos del Fútbol Argentino, Vizcaíno continúa desempeñándose en el CEFARQ, no solo en el campo sino también como uno de los docentes de la carrera de Entrenador de Arqueros de la Escuela de Técnicos Osvaldo J. Zubeldía, que otorga las licencias que convalidan AFA y CONMEBOL.
En el CEFARQ colabora en todas las instancias: desde la planificación de las pretemporadas y la ejecución de los entrenamientos en el campo a la formación de nuevos entrenadores; como también en las clínicas y capacitaciones que se generan desde el Centro.
Dicho de otro modo, su forma de enseñar y entrenar ha hecho escuela: “Con el tiempo comencé a influir también en la conceptualización de los contenidos, ayudando a definir el paradigma de nuestro método de entrenamiento y generando publicaciones para compartir con otros instructores”, agrega.
Tanto es así que cuando en 2013 se creó el espacio para ejercitar a arqueras en el CEFARQ, eran muy pocos los entrenadores que se dedicaban específicamente a ellas. Pero “cuando se corrió la voz empezaron a acercarse arqueras de distintos clubes, tanto de la Liga Amateur Platense como de AFA. Una de ellas fue convocada para la primera de Estudiantes y al poco tiempo me invitaron a colaborar con el club, cosa que hice hasta que se profesionalizó el fútbol femenino en 2019. Mi mayor interés era colaborar para que el fútbol femenino creciera, especialmente en el puesto de arquera”.
El laureado investigador es Lic. en Biología y Dr. en Ciencias Naturales de la UNLP
Cuenta Vizcaíno que, entre otras arqueras, supo entrenar a Leticia Reichman (arquera titular de Estudiantes); Ana Rolón (que defendió los arcos de Gimnasia y Esgrima de La Plata, Boca Juniors, Villa San Carlos e Independiente); Julieta Blanco (con paso por Racing de Avellaneda, Estudiantes y Gimnasia y Esgrima de La Plata); Nicolle Durso (que supo estar en el arco de varios equipos como Cambaceres, Estudiantes y Villa San Carlos, y hoy juega en Argentinos Junior) y Victoria Maugeri (desde Villa San Carlos a Estudiantes).
Con una vida dedicada a la ciencia y al fútbol, que se resiste a abandonar (aunque ironice que a lo más que aspira a esta altura es “a terminar entero”), Vizcaíno asegura que, en tren de elegir, entre el deporte y la paleontología hoy se queda con la segunda.
“A los 17 años hubiese dicho el deporte. Pero cuando hacia finales de la licenciatura descubrí lo que quería hacer en ciencia me volqué de lleno, aún sin descuidar mi entrenamiento personal y el partido del fin de semana”, advierte y completa: “Pero la paleontología me dio la posibilidad de hacer comulgar las inquietudes intelectuales con la posibilidad de la aventura en las exploraciones. He disfrutado todas las etapas: la planificación del trabajo de campo, la recolección de fósiles, interactuar y entender la idiosincrasia de la gente de campo en Patagonia, compartir la experiencia con colegas y estudiantes, seguir el proceso de preparación de los fósiles, estudiarlos y publicar. Entonces, sin dudas que esta ciencia que he elegido me hace sentir completamente realizado”.
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