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El Mundo |FRANCISCO Y LA ARGENTINA

De los inicios con Quarracino al tenso vínculo con los Kirchner

Para muchos, Francisco encarnó humildad y el compromiso con los pobres. Otros lo recuerdan como un pastor “incómodo”

De los inicios con Quarracino al tenso vínculo con los Kirchner

Bergoglio, en Buenos Aires, con Néstor y Cristina / Web

28 de Abril de 2025 | 01:38
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“Entender la vida del Papa Francisco sin mirar su vínculo con Argentina es como tocar un tango sin hablar del bandoneón”, afirman quienes estudian su figura. Desde su temprano ascenso en la Iglesia porteña, de la mano del cardenal Antonio Quarracino, hasta la tensa y, a veces, feroz relación con los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, Jorge Mario Bergoglio construyó una trayectoria atravesada por intuiciones acertadas, enfrentamientos y gestos inesperados.

Todo empezó en 1992, cuando, tras una etapa de relego en Córdoba que parecía condenarlo al olvido, fue llamado de regreso a Buenos Aires por el propio Quarracino, quien vio en él a un “buen” colaborador. La anécdota es ya mitológica: el 13 de mayo, día de la Virgen de Fátima, el nuncio apostólico Ubaldo Calabresi le comunicó en el aeropuerto de Córdoba que sería nombrado obispo auxiliar en Capital Federal. A partir de entonces, su carrera fue un torbellino: en 1997 ya era arzobispo coadjutor, y en 1998, tras la muerte de Quarracino, asumió como arzobispo y primado del país.

Ya instalado al frente de la arquidiócesis, no tardó en chocar con el poder. Néstor Kirchner, que llegó a la presidencia en 2003, encontró en Bergoglio “una piedra en el zapato”, según recuerdan. Desde el púlpito, el cardenal denunciaba los “exhibicionismos y anuncios estridentes” del gobierno, y el por entonces primer mandatario de Estado, incómodo, lo tildó de “jefe espiritual de la oposición”, al retirarse del tradicional tedeum en la Catedral Metropolitana. Así, la relación, lejos de apaciguarse, se deterioró, con capítulos de tensión, como durante el conflicto con el campo en 2008, cuando Bergoglio apoyó abiertamente el reclamo de los productores rurales y le pidió a Cristina Fernández “un gesto de grandeza para descomprimir la crisis”.

El punto de máxima fricción llegó en 2010, con el debate sobre el matrimonio igualitario. Bergoglio, en una carta pastoral que hizo ruido hasta en el Vaticano, definió el proyecto como “una movida del Diablo”. La presidenta de aquel momento recogió el guante y lo acusó de querer “mezclar dogmas religiosos con políticas de Estado”. La discusión no solo enfrentaba a dos figuras de peso, sino también a diferentes modelos de país: uno que empujaba reformas sociales históricas, y otro que, desde la fe, defendía una mirada tradicional de la familia.

SU VISIÓN DE UNA GRIETA

Pero quien luego se tranformó en el papa Francisco no solo preocupaba al poder político por sus posiciones morales. Él también advertía sobre la creciente grieta social al denunciar el peligro de “dos bandos irreconciliables” que amenazaban la convivencia democrática. En ese clima espeso, su defensa del obispo castrense Antonio Baseotto, tras su polémica contra el por entonces ministro de Salud, Ginés González García, terminó de sellar el divorcio total con la Casa Rosada en aquellos años.

La enemistad alcanzó niveles inéditos. Más tarde, ya como Sumo Pontífice, Bergoglio reveló que el kirchnerismo intentó impulsarle “causas judiciales” por su “actuación durante la dictadura militar”. Según confesó en 2023 durante una charla privada en Hungría, hubo indicaciones directas a jueces para lograr su procesamiento. “Querían cortarme la cabeza”, resumió, sin eufemismos.

Paradójicamente, su elección papal en 2013 no fue el fin, sino el principio de un nuevo capítulo en su relación con el kirchnerismo. Cristina, que en un primer momento le envió un saludo protocolar, viajó poco después al Vaticano para la misa de entronización. Se vieron muchas veces en los años siguientes, en una relación que pasó de la desconfianza a una cortesía calculada, matizada por gestos de calidez, como el mensaje de apoyo que Francisco le envió tras el intento de asesinato en 2022.

CON LOS DEMÁS PRESIDENTES

Su vínculo con los presidentes posteriores también fue zigzagueante. Con Mauricio Macri mantuvo una relación gélida, de formalismos estrictos. En tiempos de Alberto Fernández, el entusiasmo inicial se enfrió. Y con Javier Milei arrancó mal: el libertario, antes de ser presidente, llegó a calificarlo como “el maligno en la Tierra”, aunque luego, ya en funciones, intentó un acercamiento.

A pesar de su estatura global y su influencia moral, Francisco nunca volvió a pisar suelo argentino durante su pontificado. El primer papa latinoamericano, y además jesuita, eligió siempre las periferias del mundo como prioridad pastoral.

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