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El campo un “enemigo”, los dólares que faltan y la “muestra de autoridad”

Alberto F. entre un relato histórico del kirchnerismo, las frases retóricas y los desafíos en medio de una situación muy compleja

El campo un “enemigo”, los dólares que faltan y la “muestra de autoridad”

Alberto Fernández, junto a funcionarios / Telam

Mariano Pérez de Eulate

Mariano Pérez de Eulate
mpeulate@eldia.com

23 de Julio de 2022 | 05:51
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Alberto Fernández volvió ayer sobre un relato histórico del kirchnerismo: el sector rural es malo y se enriquece en base al perjuicio del resto de los argentinos. Fue durante un acto en la Casa Rosada, que en verdad había sido convocado para anunciar una inversión millonaria en obras de infraestructura científica y tecnológica en varias provincias. Por eso estuvieron presentes varios gobernadores. La jornada financiera había cerrado con un dólar blue a 338 pesos y el rumor de que se estudian nuevas medidas para contener la divisa y conseguir reservas para el Banco Central.

En su discurso, y luego de pintar un cuadro opinable sobre el país (con cifras positivas de crecimiento económico, generación de empleo y caída de desocupación de la post-pandemia), Fernández habló de los “desafíos” que él debe enfrentar ahora. Citó a la inflación, seguramente la peor pesadilla del Gobierno. También “a los que especulan con el dólar”. Y, sin decir la palabra campo, “a los que guardan 20 mil millones de dólares y no los liquidan esperando una mejor rentabilidad cuando el país los necesita”. Y advirtió: “Les voy a poner el pecho”.

Razones

Fernández aludió así a los productores rurales que, en medio de una formidable corrida cambiaria, están acopiando granos pero por un valor global que, según fuentes del sector, sería menor al aludido por el Presidente: unos 14 o 15 mil millones de dólares. Y que se acopian por dos razones:

a) A la espera de algún estímulo del Estado que, en efecto, les asegure una mejor rentabilidad en un país que le paga al productor menos de 90 pesos por cada cien dólares liquidados -y en base a un valor oficial de la divisa de 136 pesos, según el cierre de ayer-, que le dificulta la compra de insumos para trabajar por las trabas a las importaciones y el cepo cambiario, y en un mercado local que fija precios internos en base al dólar blue.

b) Porque la brecha entre el dólar blue y el oficial, que el equipo económico no logra achicar, y la escasez de divisas alientan la posibilidad de una devaluación más brusca de la que mensualmente ejecuta el Gobierno y que es menor que la inflación. El oficialismo, por cierto, rechaza que vaya a hacerlo.

Lo notable es que, en un remedo de la viejas batallas de Cristina Kirchner contra el campo, para Alberto parece estar mal que ese actor privado, el productor rural, espere una mejor rentabilidad de su producto. También, que decida cuándo venderlo. Fernández está a un tris de alinearse con ese sector duro del kirchnerismo, y de la izquierda en general, que creería que en realidad los granos no tienen dueños y éstos no tienen libertad absoluta para decidir cuándo se desprenden de ellos, sino que son un bien que debe estar al servicio del Estado cuando éste lo necesite. Que justamente sería por estos días, para que las vaciadas arcas del Banco Central se hagan de dólares.

La incursión de Fernández parece alejar las versiones respecto a que el Gobierno estaba estudiando algún tipo de medida para tentar a los productores para que vendan la soja alojada en las silobolsas. Se mencionó la posibilidad de un dólar diferencial, para que lo que se liquide sea en base a un valor mayor que el oficial, e incluso de una baja temporaria de retenciones a las exportaciones, que hoy están al 33 por ciento, algo que no pasaría el filtro del credo cristinista.

Con frases como “poner el pecho” o “no me van a torcer el brazo”, ¿busca Alberto situar al campo como una suerte de enemigo del pueblo? ¿Intenta reconstruir un poco su esmerilada autoridad? Que, por cierto, no fue deshilachada por los chacareros sino por la interna palaciega con la filosa Cristina y la situación de desmanejo de la economía. ¿Busca un culpable? Porque un eje común en su discurso, y en el del oficialismo en general, es echar culpas afuera. El libreto dice que estamos como estamos por lo que dejó Macri, por la pandemia y por la guerra en Ucrania. Un conflicto que, en vez de ser una oportunidad para la Argentina porque produce granos y derivados como en esa zona bélica, ha terminado siendo una maldición, según esa lógica.

Un tuit de ayer de Juan Grabois, el dirigente social cercano a Cristina que acaba de recordarle a Fernández que “lo pusimos ahí para que haya menos pobreza”, dice: “¿Porqué se tolera que haya miles de silobolsas tiradas en las estancias pujando por una devaluación mientras el Pueblo pasa hambre? ¿La presión por ganar más es legítima y la presión por sufrir menos es ilegítima?”. En ese mensaje, obviamente destinado al Presidente, Grabois habla de hambre, pero Alberto lo que necesita son los dólares de la venta de los granos, que no ha sido mala durante los primeros seis meses del año. El problema es que esos dólares que entraron se esfumaron por otro tipo de errores, como el desabastecimiento energético.

Dólares

A propósito de esta polémica, el economista Esteban Domecq mostró un trabajo realizado en base a datos del Banco Central y de la Cámara de Industria Aceitera, que da cuenta de que en el primer semestre de este año el sector agroexportador liquidó divisas por 19.100 millones de dólares, un 15 por ciento más que en 2021. Ergo: el Central tuvo dólares en el mercado de cambios.

Dice Domecq que “devaluando sistemáticamente por debajo de la inflación atrasaron el tipo de cambio real alevosamente, en un esquema de desdoblamiento múltiple dejando que la brecha absorba toda la inconsistencia del programa. Resultado: mercado de cambios estrangulado y Banco Central sin reservas. La acumulación de desequilibrios derivó en la actual crisis cambiaria y financiera, elevando la brecha a mas de 150 por ciento en un contexto de extrema incertidumbre política y económica. Y ahora sí, la venta de productos comenzó a desacelerarse. Muy esperable”.

¿Busca Alberto Fernández situar al campo como una suerte de enemigo del pueblo?

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