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No es solo cuestión de horas, sino de calidad y de escuchar a nuestro cuerpo. Las diferentes formas sobre cómo optimizar tu tiempo en el colchón, ya sea solo o acompañado, y cómo evitar los riesgos de pasarse de la raya al estar despierto
El descanso reparador suele prolongarse por 7 a 8 horas / Freepik
En el ajetreo de la vida moderna, con sus múltiples demandas y distracciones, el sueño se ha convertido en un lujo y, a veces, en una tarea pendiente.
Pero, ¿cuánto tiempo es el ideal para permanecer en la cama?
La respuesta, lejos de ser una cifra estática, es un delicado equilibrio entre las necesidades individuales, los hábitos y el entorno.
Para los platenses, inmersos en una rutina que a menudo se extiende hasta altas horas, comprender los matices del descanso es fundamental para garantizar un día productivo y una buena salud.
La recomendación generalizada de dormir ‘ocho horas diarias’ es un buen punto de partida, pero no una ley inquebrantable. La cantidad de sueño que cada persona necesita varía según la edad, el estilo de vida y la genética.
Los adultos suelen requerir entre 7 y 9 horas, mientras que los adolescentes necesitan más y los adultos mayores un poco menos. Sin embargo, no se trata solo de la cantidad, sino de la calidad del sueño.
Para lograr un descanso reparador, es crucial establecer una rutina. Acostarse y levantarse a la misma hora todos los días, incluso los fines de semana, ayuda a regular el reloj biológico o ritmo circadiano.
Crear un ambiente propicio para el sueño también es esencial: la habitación debe estar oscura, silenciosa y fresca. Evitar pantallas (celulares, tablets, televisores) al menos una hora antes de dormir, así como bebidas estimulantes como el café o el alcohol, contribuye significativamente a un sueño profundo y sin interrupciones.
También, un ritual relajante antes de acostarse, como leer un libro, tomar un baño tibio o escuchar música suave, puede preparar el cuerpo y la mente para el descanso.
Las personas buscan formas de conciliar el sueño / Freepik
La presencia de otra persona en la cama puede tener un impacto significativo en la calidad del sueño, tanto positivo como negativo. Para muchas parejas, compartir la cama es un símbolo de intimidad y seguridad, lo que puede inducir una sensación de relajación y facilitar el sueño.
Lo cierto es que el contacto físico, como los abrazos, libera oxitocina, una hormona que reduce el estrés y promueve la calma.
Sin embargo, dormir acompañado también presenta desafíos.
Los ronquidos, los movimientos nocturnos, las diferencias en las preferencias de temperatura o de colchón pueden fragmentar el sueño de uno o ambos individuos.
En estos casos, la comunicación es clave. Hablar abiertamente sobre los hábitos de sueño y buscar soluciones conjuntas, como el uso de tapones para los oídos, antifaces para dormir o incluso camas con dos colchones, puede mejorar la convivencia nocturna.
En algunas situaciones, dormir en camas separadas o incluso en habitaciones distintas puede ser la mejor opción para garantizar un descanso óptimo para ambos, sin que ello afecte la intimidad de la pareja.
Algunas personas tienen problemas para descansar de noche / Freepik
A menudo, nos encontramos en la cama sin poder conciliar el sueño, o nos despertamos en medio de la noche y permanecemos tumbados, con la mente activa.
Esta práctica, aunque parezca inofensiva, puede ser perjudicial y perpetuar el insomnio. Si pasás más de 20 o 30 minutos despierto en la cama, ya sea al principio de la noche o después de un despertar nocturno, es recomendable levantarse.
Permanecer acostado despierto asocia la cama con la vigilia, la preocupación y la frustración, en lugar de con el descanso. Esto puede generar un condicionamiento negativo, donde la sola idea de ir a la cama dispara la ansiedad. Es mejor levantarse, ir a otra habitación y realizar una actividad tranquila y relajante a la luz tenue, como leer un libro, escuchar un podcast suave o practicar técnicas de respiración.
Solo se debe regresar a la cama cuando se sienta somnolencia. Si esto ocurre de forma recurrente, es fundamental consultar a un médico o un especialista en sueño. El insomnio crónico no tratado puede tener serias consecuencias para la salud, afectando el estado de ánimo, la concentración, el sistema inmunitario y aumentando el riesgo de enfermedades crónicas.
En definitiva, la cama debe ser un santuario dedicado al sueño y a la intimidad, no a la rumiación ni a la actividad mental.
Escuchar las señales de nuestro cuerpo, establecer rutinas saludables y adaptar nuestro entorno son pasos cruciales para optimizar el tiempo que pasamos en ella. Al comprender estos principios y aplicarlos de manera consciente, no solo mejoraremos la calidad de nuestro descanso, sino también la de nuestra vida en general. ¿Estás listo para transformar tus noches y despertar cada día con más energía?
1 RESTAURACIÓN COGNITIVA: mejora la memoria, la atención y la capacidad de resolver problemas.
2 REDUCCIÓN DEL ESTRÉS: baja los niveles de cortisol, la hormona del estrés.
3 MEJORA EL RENDIMIENTO: aumenta la productividad y reduce la probabilidad de errores.
4 POTENCIACIÓN DEL ESTADO DE ÁNIMO: disminuye la irritabilidad y fomenta una sensación de bienestar.
5 MEJORA LA SALUD CARDIOVASCULAR: una siesta corta puede disminuir el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
6 REDUCE LOS ACCIDENTES Y ERRORES: un descanso breve actúa como un “reinicio” para el cerebro, mejorando el estado de alerta, la concentración y los tiempos de reacción.
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