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La Ciudad |SUS HISTORIAS

Las hermosas y rubias amazonas del Jeep blanco

Durante buena parte de la década de los 70 era común en distintas zonas de nuestra ciudad contemplar el raudo paso del vehículo tripulado por dos hermanas que se volvieron una suerte de leyenda

Las hermosas y rubias amazonas del Jeep blanco
19 de Noviembre de 2025 | 00:13
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Las blondas hermanas Parisi, Petrona, la mayor, y Cristina, hace décadas deslumbraban a los platenses toda vez que transitaban por el Centro a bordo de su legendario jeep blanco, a una velocidad que también llamaba la atención, aunque jamás protagonizaron ningún incidente de tránsito. Aunque no es posible afirmar que hayan distraído sin querer a algún automovilista que sí lo haya provocado.

Para todos eran simplemente “las rubias del jeep”. Enfundadas en ajustados jeans y altas botas, acaparaban las miradas desde el mismo momento en que partían de su casa de 40 y 17 con su vehículo sin capota. Allí vivían las “pibas” con Teresa, su madre.

La propiedad se encontraba en un amplio lote, con muy cuidados jardines adornados con esculturas y hasta con un pequeño y artificial espejo de agua.

Eran dos personajes conocidos en la Ciudad, y mucho se especulaba en torno a quiénes eran y a qué se dedicaban, pero lo cierto es que muy pocos sabían que se trataba de dos profesoras de música, de vida reservada y austera, y dedicadas a cuidar a su madre.

El transitar raudamente por las arterias platenses se debía a que ambas tenían que ir de escuela en escuela para dictar clases musicales. Al menos eso decían sus vecinos.

Pero si bien eran más que llamativas, eran mujeres de vida hogareña y sencilla. Se las veía muy seguras de sí mismas y hasta, podría decirse, audaces para la época. Pese a ello, al conocerlas, se podía rápidamente descubrir la calidez de un trato respetuoso y voces suaves.

También era un personaje en sí mismo el jeep blanco, siempre reluciente y con un motor que se hacía sentir. Se trataba de un Willys modelo 46, fabricado en Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial. El vehículo había sido “tocado”, tanto en su motorización como en su sistema de transmisión.

Pero para el imaginario platense se trataba en realidad de un indómito corcel montado únicamente por dos amazonas tan hermosas como enigmáticas.

Nunca se las vio con otra persona sobre el vehículo.

ALGUNAS REFERENCIAS

“Petrona se había casado con un cordobés. Duró poco. Dieciocho meses después volvió a La Plata, con el anillo guardado y el espíritu intacto. Cristina, en cambio, no llegó a decir que sí a nadie. Hubo, cuentan, dos hombres que rozaron su vida: un compañero de Bellas Artes, provinciano y fugaz, y un italiano del que poco se sabe. Los amores fueron breves, pero el afecto duradero lo construyeron con sus alumnas y alumnos. Mika Fuchinowe, a quien todos llamaban Hermoso Perfume por el significado de su nombre japonés, fue una de ellas. Había sido su alumna en la escuela 57 de Colonia Urquiza y con los años se volvió amiga entrañable. De ella heredaron las Parisi un gusto especial por la cultura japonesa: los kimonos, los adornos, el Bon Odori que no se perdían si podían evitarlo”, escribió hace tiempo nuestro colega Pico Sanzone en una nota en EL DIA.

A veces, iban a pasar alguna tarde al Club de Regatas La Plata, pero muy contadas veces se las vio en algún bar o confitería del Centro.

Salían poco a bailar y cuando lo hacían iban juntas a Regatas o al Jockey Club.

El jeep era el mimado del mecánico Jorge Olio, quien lo mantenía en buenas condiciones con ocasionales reparaciones que realizaba en su taller de 16 y 41, a una cuadra de la casa de las Parisi.

El vehículo era alternativamente conducido por cualquiera de las hermanas, pero en realidad no podía distinguirse quién era quién, pese a que Cristina a veces se teñía el pelo de oscuro y hasta de pelirrojo.

Los vecinos del barrio sí las podían reconocer prescindentemente del color del pelo, porque Petrona le llevaba algunos años a su hermana.

Al finalizar la década de los años setentas, las apariciones de las hermanas en el jeep comenzaron a ser cada vez menos frecuentes, al menos en las calles más céntricas de nuestra ciudad. Y ya en los 80 no se las veía en el Willys, aunque el vehículo permaneció en el garaje de la casa hasta después de la muerte de ambas.

Petrona fue la primera en fallecer y Cristina siguió en la misma casa de toda la vida, hasta que varios años después, el 23 de marzo de 2021 su cuerpo fue encontrado por la policía en la cocina y en estado de descomposición.

 

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