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Espectáculos |NOCHE DE DESPEDIDA

Último ritual: Los Piojos y el fin de una era

La banda cerró su gira de retorno con dos shows en el Estadio Monumental de River: el frío se combatió a puro pogo y la esperanza de que, tal vez, no sea el final

Último ritual: Los Piojos y el fin de una era

Una multitud en el Monumental para despedir la reunión de Los Piojos

Pedro Garay

Pedro Garay
pgaray@eldia.com

23 de Junio de 2025 | 03:05
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Para muchos fue un sueño cumplido: quizás eran demasiado jóvenes cuando Los Piojos tocaban regularmente, quizás solo tuvieron la chance de verlos un puñado de veces, lo cierto es que durante años eran miles los que escuchaban con nostalgia las canciones de la banda del Palomar y añoraban su regreso. Y en 2024, a 15 años de su separación, la banda reactivó sus redes y aparecieron las primeras pistas de una reunión que se concretó, finalmente, en La Plata, en diciembre. 

Tras girar por el país y participar de Quilmes y Cosquín, anoche Los Piojos cerraron su operativo retorno. Salieron a la cancha los miembros históricos Andrés Ciro Martínez (la voz y los movimientos jaggerianos intactos, también la capacidad de arenga), Piti Fernández y Dani Buira, junto a Luli Bass (a quien la banda “fichó” tras la negativa y subsecuente polémica de Micky Rodríguez); Sebastián “Roger” Cardero (último baterista de la etapa anterior de la banda), Facundo “Changuito” Farías Gómez (percusión, viejo colaborador del grupo) y Juan Manuel Gigena Ábalos (guitarra). 

En el césped del Estadio Monumental de River había más de 60 mil personas: muchas repetían, muchas vivieron el ritual varias veces, fueron con amigos, con familiares. Muchos “poguearon”, ya peinando canas y quizás por última vez, con sus hijos. Para ellos también, tal vez, este fue el último ritual, una última visita a los placeres de la juventud: no es fácil bancar las horas de espera, el frío y el rigor de un setlist que apostó por poner a saltar constantemente al público, con más de 40 años, dolores de espalda y el reloj despertador sonando al otro día para llevar los chicos al colegio e ir a trabajar. 

La tónica familiar se repitió también sobre el escenario: el sábado y el domingo, en los dos shows finales de la banda, subieron al escenario los hijos de los miembros históricos para “Verano del 92” y “Pistolas”. Los padres sonreían orgullosos. “Las liendres”, bautizó Ciro. Era una velada de emoción: hacia la mitad del asunto, en la pantalla un video mostró un video del pasado piojosos, under, sucio y joven, mientras al piano sonaba una versión de “Ruleta”. También hubo tiempo para recordar a Gustavo “Tavo” Kupinski, guitarrista de la formación original, quien murió en 2011 en un accidente de tránsito. Y Ciro y Piti se abrazaban, todo el tiempo, enamorados otra vez, disfrutando tanto del reencuentro que parecían no querer irse: la banda tocó durante más de tres horas, y ofreció una tanda eterna de bises, “amagando” la despedida cuatro, cinco veces.

Igual faltaron temas, porque sobran temas: durante la serie de shows que realizaron por todo el país, la banda elaboró diversas listas de canciones, enfatizando diversos momentos de sus siete discos de estudio. Una manera, también, de armar un setlist imposible: ¿cómo recorrer en un show casi 20 años de historia, de música, de discos? ¿Y cómo dejar a todos contentos? El show mutante premió de paso a los fieles que en este esperado retorno se vieron tres, cinco, ocho shows, postergando laburo para viajar, pagando como se podía: historias de pasión que se escuchan en la larga, zigzagueante caminata previa al ingreso al estadio.

LOS TEMAS Y LOS BISES ETERNOS

También el show de anoche fue distinto al anterior, del sábado, que abrió la serie en el Monumental. Por supuesto, más allá de las variaciones, no faltaron los clásicos: abrieron “Arco” y “María y José”, sonaron “Canción de cuna” (momento de emoción para los “viejos piojosos”, como los llamo Ciro), “Desde lejos”, “Tan solo”. Estuvieron también “Pistolas”, “Ay ay ay”, “Luz de marfil”, “Ando ganas”, “Taxi boy”.  Y el estadio estalló, como no, con la seguidilla “Maradó”, ya cerca del cierre: se cumplían 39 años de los goles a los ingleses, fecha patria, y estaban Claudia, Dalma y Gianina en las tribunas. 

Fue momento de marea humana, que el público aprovechó para sacudirse el frío en una noche de helada y llovizna, telón épico para la despedida. Por suerte, para calentar el cuerpo, momentos no faltaron: tras “Maradó” empezó el epílogo del show, himnos uno atrás de otro, un momento donde la banda desempolvó “Como Alí”, “Ruleta”, “Bicho de ciudad”, “Pacífico”, “Cruel”, y donde una versión de “Mueveló” desató un delirante trencito con todos en el escenario. Ciro realizó una versión de “Juana Azurduy”, no faltaron “Babilonia” ni “Farolito” para el delirio popular: la banda siempre propuso la pasión como elemento central de sus conciertos, y en esta nueva versión todo está puesto en función de que el ritual sea de fuego. 

 

Tras girar por el país y participar de Quilmes y Cosquín, Los Piojos cerraron su operativo retorno

 

Último ritual de uno de los últimos vestigios del gran rock de estadio de los 90, que floreció al calor de las mil crisis del país y que tanto cantó contra el poder. “Si no existe la memoria, todo lo nuestro es suicida”, apareció en la pantalla en un momento de la noche: Los Piojos se retiraron del escenario, tal vez para siempre, clausurando una época. También para muchos de sus seguidores. ¿Para siempre? Bueno, en estos recitales realizados en River, una novedad encendió la ilusión del público. Cuando la noche se terminaba, y la banda se acercaba a los 30 temas en su setlist, estrenaron un tema, “Paciencia”, una canción de amor que abre las puertas a que esto siga, de alguna forma, quizás esporádicamente. “No van a pasar 15 años ni remotamente para que nos volvamos a juntar”, prometió Ciro.

El reencuentro en un futuro indeterminado parece, entonces, una posibilidad, y la esperanza que muchos se llevaron de River. Otros se fueron, simplemente, satisfechos de haber cumplido ese anhelo que atravesó 15 años, esa ausencia: ayer, aunque fue tal vez la despedida, fue también celebración, postergado festejo para la marea piojosa.

Ciro, maestro de ceremonias

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