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Desde el encierro, Cristina Kirchner busca no perder la centralidad

Desde el encierro, Cristina Kirchner busca no perder la centralidad

Cristina hecha póster en medio de sus fieles militantes / AP

Mariano Pérez de Eulate

Mariano Pérez de Eulate
mpeulate@eldia.com

19 de Junio de 2025 | 02:39
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La marcha de ayer a Plaza de Mayo convocada por el pero-kirchnerismo se convirtió en la primera respuesta política de Cristina Kirchner a su detención efectiva para cumplir la condena confirmada recientemente por la Corte Suprema. Mostró la capacidad de movilización de su sector desde la adversidad, un mensaje destinado al mundo político pero también al Poder Judicial.

Porque, recordemos, la causa Vialidad es la primera mala noticia para la expresidenta. Restan, por ejemplo, la resolución de expedientes candentes como Hotesur-Los Sauces -que pesquisa la ruta de supuesto lavado de dinero- y la venenosa “Los Cuadernos de la Corrupción”, una minuciosa crónica de la corrupción en la obra pública elevada a juicio oral con fecha de inicio a fines de este año.

Cristina mandó a decir ayer, con esa feligresía que le responde con devoción, que sigue siendo la líder del peronismo aún desde el encierro carcelario, vestido en el relato kirchnerista con la épica de la proscripción.

ENTRE LA MÍSTICA Y EL PODER

La multitud frente a la Casa Rosada le sirvió para prolongar con una presencia masiva en las calles -y sin incidentes serios- la centralidad que conserva en la política vernácula en general y en el principal partido opositor en particular. Potenciada desde que a principios de este mes anunció que pretendía ser candidata a legisladora bonaerense. Lo hizo porque ya sabía que se le venía encima la confirmación de la condena por corrupción con dineros estatales, con la accesoria de la prohibición para ejercer cargos públicos, y le sirvió como una inyección de mística entre los propios.

Ayer, miércoles, fue “su” día. El de la promesa grabada y difundida en pleno acto del “Vamos a volver”. Que se completaría así: si no es con ella al frente, con el que ella bendiga.

¿Y la semana que viene qué pasará? Eso es lo que no podrá controlar Cristina. Porque a la adversidad coyuntural del encierro llegó con un peronismo que no le respondía monolíticamente, con un movimiento obrero organizado que, la verdad, no parece dispuesto a jugarse por ella más allá de algún comunicado de ocasión, y con una rebelión en ciernes en su propio riñón de su ex pupilo predilecto: el gobernador Axel Kicillof.

Kicillof cumplió ayer el ritual de la solidaridad con su exmentora por el relato proscriptivo, movilizando parte de su Movimiento Derecho al Futuro. La corriente interna que le responde y tiene como objetivo final que Axel se convierta en el nuevo líder del PJ y, mirando a 2027, en la opción peronista para presentarle a la sociedad frente al seguro intento reeleccionista de Javier Milei.

Es improbable que el gobernador desande el camino independentista ya trazado, puesto en pausa por la resolución de la Corte Suprema. Deberá mostrar un cierto equilibrio, que no será fácil por la presión que tendrá del cristi-camporismo, para mantener su crítica pública a lo que el kirchnerismo denomina “el partido judicial” y, a la vez, procurar una diferenciación respetuosa de Cristina.

Porque el aval de la expresidenta a la movilización de ayer -que recayó en La Cámpora, gremios de preeminencia estatal y algunos intendentes- también buscó dejar en claro que ella conserva la suficiente potencia política como para aspirar a ser la “dueña de la lapicera” en el armado de las listas electorales para las elecciones legislativas nacionales de octubre y, sobre todo, para las de cargos provinciales de septiembre en la provincia de Buenos Aires. Es con lo que debería lidiar Kicillof ahora, que en principio seguiría pretendiendo ser protagonista de esa discusión y no un mero “aceptador” de imposiciones de Cristina.

Desde su departamento-prisión, según admitían ayer eufóricas fuentes camporistas, la expresidenta aspiraría a seguir conservado esa influencia crucial sobre el armado electoral del PJ bonaerense. Sobre todo delegando en su hijo Máximo su representación. Quien, además, es el titular de la fuerza a nivel provincial. El diputado y el gobernador, se sabe, están distanciados, una relación rota que la cárcel ordenada contra la dama apenas pudo disimularse por un par de días.

EL PERONISMO QUE VIENE

Por eso la marcha de ayer tiene, en cierta manera, características iniciáticas: la del comienzo de un PJ que debe lidiar -hacia adentro pero sobre todo hacia afuera- con una Cristina presa por corrupción, que debate internamente hasta dónde acompañar la estrategia que ella pretende generalizar y que la victimiza y, acaso, que deba enfrentar la inevitabilidad de una pregunta revulsiva: cómo armar un peronismo sin la ex- presidenta. Final abierto.

 

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