El hogar lindero al depósito incendiado, que lo perdió todo

A 10 días del incendio del depósito clandestino de electrodomésticos de diagonal 77 y 48, algunos vecinos todavía intentaban, de a poco, recuperar un pedazo de su vida habitual que quedó debajo de los escombros aquella mañana del 16 de julio. Con la planificación del operativo de demolición pautada para mañana a las 10 y ante el riesgo e incertidumbre de volver a perderlo todo, la dueña de una de las casas linderas ingresó ayer a las ruinas para rescatar algunas pertenencias que se pudieron salvar del derrumbe.

Las pérdidas son incontables. Haciendo números, entre vecinos y comerciantes, los cálculos dan cifras millonarias. Algunos sufrieron daños en cosas materiales como mercadería, ropa colgada en las sogas del balcón o plantas marchitas, pero otros lo perdieron todo.

Verónica Salvi, propietaria de una de las casas que está pared de por medio con el depósito y sufrió la mayor parte de las secuelas contó que “el fondo del edificio se desplomó sobre mi techo. Aplastó la casa, que ahora quedó con destrucción total. Se cayeron los techos de la cocina, las rejas de proyección del patio y afectó parte del estudio de mi hija”.

Ahora, debido a la falta de información certera sobre el procedimiento de “demolición controlada” los vecinos y comerciantes de la zona se encuentran expectantes sobre el rol que deben cumplir el día del operativo.

“Hoy (por ayer) vinimos a recuperar los pocos muebles que se podían recuperar, algunos instrumentos de trabajo, un tecladito, la cama, el colchón. Todas las cosas que estaban a mano básicamente, porque la realidad es que no sabemos si se puede volver a caer parte de la casa”, remarcó Salvi.

A pesar de contar con la ayuda de amigos, amigas, bomberos y personal municipal para avanzar sobre la mudanza obligada, la propietaria destacó que “ninguno de los dueños del depósito incendiado se comunicó para hacerse cargo de los gastos”.

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“La computadora y el escáner quedaron entre los escombros, y el equipo completo cuesta más de 4.000 dólares. Yo no me puedo meter en un crédito en este momento porque tengo que pagar abogados, fletes y otras cuestiones. Entonces, pedimos que los responsables se hagan cargo hasta de las herramientas de trabajo que mi hija perdió. Ella tiene derecho a seguir trabajando y estudiando en condiciones”, destacó la dueña del inmueble destruido.

Con daños de todo tipo, entre materiales -reales y tangibles- y mentales, otro drama que debe enfrentar la familia es el de las pérdidas sentimentales.

“Además de que mi hija se quedó sin un solo electrodoméstico: microondas, pava eléctrica y hasta un termo nuevo que se le había comprado con el aguinaldo, también perdió cosas que familiares que le habían regalado los abuelos, como una juguera de la abuela y un álbum de 75 años de mi suegro. Esa reliquia la empezó en la guerra, cuando estuvo detenido por los ingleses en el norte de África. Él era italiano e inició una colección de estampillas, que cuando emigró a Argentina en el 50 se lo trajo. Y ese recuerdo, lamentablemente ya no lo tenemos”, recordó Verónica Salvi.